Rico, avaro y malvado: Paul Getty, el millonario que no quiso pagar rescate por su nieto secuestrado
J. Paul Getty fue por décadas el hombre más rico del mundo. Sin embargo, ni siquiera su propia familia estaba exenta de su fría y calculadora naturaleza.
Muchos fantasean con la idea de tener millones de dólares para ser libres de hacer cualquiera cosa que deseen. Pero las personas que poseen este tipo de fortunas a menudo son muy renuentes a la hora de gastar su dinero.
No hay mejor ejemplo que el multimillonario magnate petrolero J. Paul Getty, quien llegó a ser el hombre más rico del planeta.
J. Paul Getty circa 1960 en foto de archivo. | Foto: Getty Images
J. Paul Getty nació en Minnesota en el seno de un hogar acomodado y estrictamente metodista. Su padre era abogado en la industria de seguros, hasta que mudó a la familia a Oklahoma tras comprar cientos de hectáreas de terreno.
La familia encontró gran cantidad de petróleo, tras lo cual se convirtieron en millonarios de la noche a la mañana. Al tomar control del negocio familiar, Getty se dedicó a comprar otras petroleras y consolidar la operación.
Entretanto, desarrolló una notoria reputación de mujeriego. Estuvo casado y divorciado en cinco ocasiones, y tuvo muchos amoríos y varias demandas de paternidad. Fue además famosamente tacaño.
Hay incontables anécdotas al respecto, como sus quejas sobre los gastos que hacía su esposa en la salud de su hijo, quien padecía una enfermedad terminal. Pero la historia del secuestro de su nieto es incomparable.
En junio de 1973, la mafia calabresa secuestró al nieto de 16 años, John Paul Getty III. En un principio, exigieron la cuantiosa suma de 17 millones de dólares (unos 100 millones hoy en día, tomando en cuenta la inflación).
John Paul Getty III en Londres en septiembre de 2003. | Foto: Getty Images
Getty se negó a pagar, pues sospechaba que su nieto quería engañarlo. Además, argumentó que si pagaba el rescate, sus otros 13 nietos serían blancos para otros secuestradores.
En noviembre, la familia recibió un sobre con un mechón de cabello y una oreja humana. Aún así, Getty negoció con los secuestradores hasta reducir la suma a 3,2 millones de dólares.
De todas formas, Getty se negó a pagar más de 2,2 millones, porque era lo máximo que podía deducir de sus impuestos. El resto del dinero se lo entregó a su hijo como un préstamo, con 4% de interés anual.
Cuando su nieto fue liberado, el chico llamó a su abuelo para agradecerle el haber pagado el rescate. Getty no quiso contestar el teléfono.
Su nieto quedó traumatizado por la experiencia y desarrolló una adicción a las drogas. Sufrió una apoplejía en 1981, tras lo cual perdió el habla, quedó casi ciego, y prácticamente paralizado. Falleció en 2011, a los 54 años.