Así es la nueva vida libre de Madalena, la mujer que fue esclava durante 38 años
Madalena Gordiano vivió una larga pesadilla de 38 años: fue esclavizada por una familia en Brasil desde que tenía 8 años. Ahora disfruta de su libertad, y recibió una indemnización.
Cuando era apenas una niña, Madalena fue a vivir con una familia de Minas Gerais, Brasil, que prometió adoptarla. En lugar de eso, la aislaron de sus familiares, la obligaron a dejar la escuela y la hicieron trabajar incansablemente por 38 años.
Para más, la casaron con un anciano pariente que se encontraba cercano a la muerte, Marino Lopes da Costa. El dinero de la pensión lo cobraban los Rigueira, y ella no podía tocar un céntimo de esa suma fija, obtenida a su costa, que se destinaba a pagar la universidad de una hija de la pareja.
Vecinos que notaron algo extraño en la relación de la familia con aquella mujer que hacía las tareas domésticas consiguieron entrar en contacto con ella mediante mensajes enviados a hurtadillas: Magdalena, o "Madá", como le dicen, no tenía otros medios para comunicarse con el exterior.
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Siete meses después de recobrar su libertad, Madalena Gordiano consiguió un acuerdo de indemnización con la familia Milagres Rigueira, que la mantuvo cautiva por 38 años. Si bien nada repara las casi cuatro décadas de libertad perdida, los bienes obtenidos la ayudarán a reconstruir su vida.
Recibió un departamento valuado en alrededor de 100.000 dólares, y un automóvil. Si bien es una suma mucho menor que los más de 400.000 dólares que ella y su abogado reclamaron en un comienzo, lo celebran como una victoria.
"Si bien el pedido era mucho mayor de lo que conseguimos efectivamente, sabemos que los procesos judiciales llevan mucho tiempo y pueden durar años", explicó el abogado que la representó, Alexander da Silva Santos. "Ella pidió que trabajáramos para llegar a concluir ese acuerdo".
Además de la indemnización, Madalena también cobrará la pensión que los Milagres Rigueira le retenían. Lo que ahora le espera es una vida nueva.
"Voy a vender el departamento", cuenta ella. "No voy a vivir allí, porque tengo muchos malos recuerdos. Pero voy a entrar a mirar. Ahora es mío".
Su plan es vender la propiedad y mudarse a Uberaba, donde vive ahora con una asistente social. No tiene claro si comprará una casa o si construirá su nueva vivienda.
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Ahora sus fotos se han llenado de sonrisas, hizo muchos nuevos amigos, y concurre a un gimnasio para cuidar la salud. ¡Una vida plena, y completamente distinta de la que sufrió!
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