Hijo encierra a su madre en casa durante un mes y, cuando regresa, entra y se congela - Historia del día
Un hijo egoísta encerró a su madre en casa durante un mes. Cuando regresó, se sorprendió por el escenario que lo esperaba.
Olivia tuvo un hijo con su esposo Joaquín antes de que falleciera debido a un accidente. Ella crio sola a su hijo Jorge y, como no quería que él sintiera la ausencia de un padre, hizo todo lo posible por satisfacer todos sus deseos.
Ella lo adoraba demasiado y él creció y se convirtió en un hombre mimado y egoísta que no podría sobrevivir sin la ayuda de su madre. A los 30, todavía vivía con ella a pesar de que tenía su propio negocio y podía permitirse el lujo de conseguir su propio lugar.
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Olivia no tenía mucho a su favor. Tenía 70 años, se había retirado de su trabajo como maestra y había tomado un pasatiempo para mantenerse ocupada. Le encantaba cocinar y, para ella, la cocina era un lugar fantástico donde podía preparar cualquier cosa que se propusiera.
Sus platos favoritos eran las tartas de manzana, y su hijo las amaba inmensamente. A veces se negaba a salir de casa para ir a trabajar a menos que ella le preparara el rico postre.
Olivia invitaba a sus viejos amigos a tomar el té y comer tarta los domingos, pero nunca se quedaban mucho tiempo. A menudo, se sentía sola después de su partida. Por ser introvertida, su vida social era prácticamente inexistente, lo que significaba que casi nunca salía de su casa.
Su hijo actuaba como su ventana al exterior, llevándole noticias frescas y chismes de lo que estaba sucediendo en su país y el mundo. Por supuesto, podía encender la televisión; sin embargo, ver el noticiero no era nada alentador a su edad.
Cualquiera pensaría que Olivia solo vivía para su hijo. Le preparaba el desayuno antes de que se fuera al trabajo y la cena después de su regreso. Jorge disfrutaba de sus comidas y sentía que era un derecho de nacimiento. Por eso se ponía nervioso cada vez que la veía cocinar para otros.
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A veces, incluso intentaba convencerla de que aboliera su ritual dominical de invitar a amigos y servirles sus manjares. Un día esto dio lugar a una pequeña discusión.
"Mamá, siempre estás tan cansada después de recibir a tus amigos", dijo con desaprobación. "Sabes que todavía me tienes que hacer la cena cuando se vayan, pero te cansas de atenderlos y no me agrada".
"Hijo, sabes lo solitaria que me siento aquí", le dijo. "Sin su compañía ocasional, estaría totalmente sola".
"No, no lo estarías, mamá, después de todo me tienes a mí", respondió. "¿O no cuento como compañía digna?".
"No deberías decir cosas así, Jorge. Sabes cuánto valoro pasar tiempo contigo".
"¡Entonces basta de las mini fiestas de té!", dijo, alzando la voz.
"Lo siento hijo, pero no depende de ti decidir qué puedo o no puedo hacer", respondió ella.
Su comentario enfureció a Jorge, y aunque dejó pasar el tema, ese no sería el final. Un día, un hombre de 65 años llamado Carlos se mudó a la casa contigua a la de Olivia. Era un hombre guapo al que le agradó su vecina desde la vez que horneó galletas para darle la bienvenida.
Poco a poco empezaron a hablar y a medida que pasaba el tiempo, los dos empezaron a enamorarse. Carlos amaba a Olivia por su gran corazón. Y ella, por su parte, no podía evitar notar lo ingenioso que era su vecino. Pasaban el tiempo juntos y eso le daba celos a Jorge.
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Se puso aún más envidioso cuando su madre empezó a preparar platos para Carlos, quien siempre la elogiaba por ello. Una noche, Jorge regresó del trabajo y encontró la casa vacía.
Una incursión en la cocina reveló una nota pegada al refrigerador. "Hola cariño, salí a una cita con Carlos y no regresaré hasta más tarde esta noche. Hay sobras en la nevera que puedes calentar".
Jorge estaba consumido por la rabia. No recordaba cuándo había sido la última vez que había tenido que comer sobras. Carlos estaba cruzando sus límites y decidió hacer algo al respecto.
Cuando Olivia regresó, Jorge le advirtió que se mantuviera alejada de Carlos y le prohibió salir de la casa nuevamente. Iba a viajar para un congreso al día siguiente, por lo que consiguió cerraduras personalizadas y encerró a su madre para evitar que se encontrara con su enamorado.
Su viaje duró dos semanas, pero Jorge se ausentó durante un mes para ponerse al día con las reuniones. Olivia se sintió muy sola durante esos días. Extrañaba a su hijo y a Carlos. El hombre era implacable, y aunque no pudieron encontrarse, la visitaba todos los días y hablaban a través de la ventana.
Un día estaban en medio de una conversación cuando Olivia colapsó y perdió el conocimiento. Carlos estaba preocupado, por lo que rápidamente llamó a emergencia. Entraron a la fuerza a la casa y le salvaron la vida.
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Cuando Jorge regresó, la escena que encontró hizo que el miedo se apoderara de su corazón. La puerta estaba entreabierta; estaba seguro de haberla cerrado con llave. Mientras se apresuraba hacia la puerta principal, notó que las bisagras estaban rotas y comenzó a pensar en los peores escenarios.
"¿Mamá?", gritó con voz temblorosa mientras imágenes no deseadas pasaban rápidamente por su mente.
"Mamá deja de jugar y sal", dijo a pesar de que sabía que ella no estaba allí.
Registró la casa, pero no la encontró. Notó muchas huellas de botas, lo que le hizo entrar en pánico. Estaba por llamar a la policía cuando pensó en Carlos.
Con lágrimas en los ojos, corrió hacia la casa del hombre y comenzó a golpear su puerta, esperando que él tuviera noticias de lo que le había pasado a su madre.
Justo cuando estaba a punto de darse por vencido, el otro vecino de Carlos, Manuel, salió para ver quién estaba haciendo tanto ruido. Cuando vio que era Jorge, frunció el ceño. Todos sabían lo que le había hecho a su madre y lo detestaban.
Manuel finalmente le contó a Jorge lo que había sucedido y le dio una respuesta que le hizo darse cuenta de lo egoísta que había sido. Le dijeron que Carlos había salvado la vida de su madre y le dieron la dirección del hospital.
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Cuando llegó allí, rompió a llorar al ver a su madre conectada a una vía intravenosa. Carlos la estaba cuidando. Pidió perdón a ambos y todos vivieron felices para siempre.
¿Qué aprendimos de esta historia?
- El egoísmo puede arruinarlo todo: Jorge era un hombre egoísta que no quería perder a su madre por culpa de Carlos, lo que le hizo tomar medidas drásticas que casi le cuestan la vida. Su vida habría estado llena de remordimientos si Olivia hubiera fallecido en el estado en que él la dejó, pero afortunadamente, el hombre al que despreciaba la salvó.
- No malcriar a los niños: Olivia complació todos los caprichos de su hijo desde que nació, y él se acostumbró tanto a salirse con la suya que recurrió a medidas extremas cuando ella dejó de adorarlo tanto.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.