Esposo encuentra una prueba de embarazo positiva en la papelera, su esposa jura que no es suya - Historia del día
Me llenó de alegría descubrir una prueba de embarazo positiva en nuestra papelera. ¡Pensé que finalmente me convertiría en papá!
Pero cuando le pregunté a mi esposa al respecto, ella afirmó que no era suya. Me quedé perplejo. “¡Dios, Virginia! No puedo creer esto. ¿Por qué no me lo dijiste antes?", exclamé alegremente.
“Estoy muy emocionado de tener este hijo. ¡Nuestro hijo!". Virginia me miró de forma extraña. "¡¿Nuestro hijo?! ¿De qué estás hablando, Andrés?".
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“Ay, vamos. ¡No tiene sentido fingir ahora! Si planeabas sorprenderme, lamento haber arruinado la sorpresa".
Virginia parecía un poco agitada. "Cálmate, Andrés. No hay sorpresa ni niños. No estoy embarazada".
Estaba confundido. "Entonces ¿qué es esto?", le entregué la prueba.
Los ojos de Virginia se agrandaron. “¿Dónde diablos encontraste esto? ¡Te juro que no es mío!".
“¿Cómo es eso posible? Lo encontré en nuestra papelera. ¿Cómo puede ser de otra persona?".
"¡Bueno, no tengo que explicarte nada!", respondió Virginia con rudeza. "Tíralo a la basura, lávate las manos y ven a cenar".
En este punto, perdí la calma. "¿Crees que es una broma? ¡No quiere aceptar que esta prueba es tuya porque no quieres tener este hijo! ¿Cómo puedes ser tan imprudente y tomar decisiones tan precipitadas sobre nuestro bebé?”.
"En primer lugar, no hay ningún niño, Andrés", respondió la mujer. “Así que deja de reaccionar de forma exagerada. La cena se está enfriando".
Sabía que ella no me diría nada sobre su embarazo si seguíamos discutiendo así. Me tranquilicé y le pregunté de nuevo. “Cariño, puedes ser honesta conmigo. No me importa si es el hijo de otra persona. Amaré al niño como si fuese mío".
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"¡Suficiente, Andrés!", me gritó. "Te dije que no hay ningún niño. ¿Por qué sacas conclusiones precipitadas? ¿De verdad crees que te engañaría con otra persona?”.
“Entonces, ¿por qué no dices la verdad? ¿Cómo terminó esta prueba en nuestra papelera?”.
“Ya te he dicho la verdad. ¡No es mío! No sé nada más", gritó mientras subía las escaleras y cerraba la puerta del dormitorio bruscamente.
Me senté solo por un tiempo después de que ella se fue, preguntándome por qué seguía negando el embarazo. "¿Me va a dejar? ¿No quería al niño? ¿Qué ha pasado?", me preguntaba.
Traté de hablar con ella de nuevo a la mañana siguiente para arreglar todo entre nosotros, pero se negó. Esperaba que al darle algo de tiempo la rabia se le pasara, pero desafortunadamente, nada cambió. Las cosas se deterioraron y empezamos a discutir a diario.
Durante más de una semana, todo siguió así. Virginia y yo no hablábamos mucho, y si ella tenía que decirme algo, era a través de Amanda, la prima de 19 años de mi esposa que se estaba quedando con nosotros en ese momento.
Una vez, estaba trabajando hasta altas horas de la noche cuando Amanda se me acercó y me dijo que necesitaba hablar conmigo sobre algo. Imaginé que era algo que Virginia quería que supiera, pero cuando empezó a hablar, me quedé desconcertado.
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Resultó que mi mujer no estaba mintiendo sobre la prueba de embarazo. En realidad, no era de ella. Era de Amanda. No nos había contado porque temía que la atacáramos y yo me negara a dejarla quedarse en nuestra casa.
"Lo siento, Andrés. Fui yo quien le hizo prometer a Virginia que no se lo diría a nadie. Es totalmente culpa mía. Cuando los vi pelear todos los días, me sentí mal, así que decidí contar todo. Lo siento", admitió Amanda.
"¿Eres consciente de lo que has hecho? ¿Cómo pudiste siquiera pensar así?”. Estaba furioso. “Al menos, podrías haber intentado hablar conmigo una vez. ¡Virginia y yo peleamos solo por tu estúpida mentira!".
“Lo sé Andrés, lo siento. ¡Por favor, no me eches de casa!", suplicó Amanda.
"No voy a echarte de la casa, Amanda. Pero ¿qué has pensado del embarazo? No puedes esconderlo para siempre", dije.
“No puedo decírselo a mis padres porque son bastante conservadores y están en contra del embarazo prematrimonial. Así que no sé qué hacer. Sin embargo, no quiero abortarlo".
"No te preocupes, estará bien", le aseguré a Amanda. "Virginia y yo te ayudaremos, pero primero déjame hablar con ella".
Entré en la habitación de Virginia para ver si estaba despierta. Afortunadamente no se había dormido, estaba leyendo un libro. Corrí hacia ella y le di un gran abrazo.
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"Andrés, ¿qué estás haciendo?", me gritó. "¡Aléjate de mí!".
La abracé aún más fuerte. "Lo siento, Virginia. Por favor perdóname. Debí haberte creído".
Virginia me dio una expresión de desconcierto. “Andrés, ¿estás bien? ¿Qué pasa?".
"Bueno, Amanda me contó”. Le expliqué todo a Virginia y, finalmente, las cosas se arreglaron entre nosotros. Al día siguiente, visitamos la casa de los papás de Amanda y hablamos con ellos sobre su embarazo. Al principio se sorprendieron, pero aceptaron ayudar a su hija con el bebé.
Un año después, Amanda se casó y se mudó a una nueva casa con su esposo. Virginia y yo, por nuestra parte, fuimos bendecidos con una hermosa niña y ahora tenemos una familia encantadora.
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¿Qué podemos aprender de la historia?
- Cuando hablamos con alguien sobre nuestros problemas, se vuelven más fáciles de resolver: Amanda podría haber evitado todo el lío si le hubiera contado a Andrés lo que le sucedía.
- No tiene sentido ocultar secretos porque siempre se descubren: Amanda y Virginia intentaron mantener en secreto el embarazo, pero finalmente Andrés lo supo todo.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.