Noté manchas oscuras en el cuello de un hombre en la TV y eso le salvó la vida - Historia del día
El diablo está en los detalles. Y como médico, lo sé muy bien. Cuando vi a ese hombre en la televisión, estaba seguro de que su vida corría peligro. Inmediatamente tuve que hacer algo.
Como doctor, diariamente enfrento y diagnostico todo tipo de condiciones de salud y ahora trabajo en urgencias. A veces me topo con patologías fáciles y otras con unas más complicadas.
En ciertas ocasiones no hay nada que podamos hacer para salvar la vida de un paciente. No importa tu experiencia, el tiempo que lleves como médico o la facultad de medicina en la que te hayas graduado, simplemente depende de Dios.
Doctor. | Foto: Pexel
Sí, soy un médico religioso y creo que hay algo más grande que nosotros que gobierna nuestras vidas aquí en este planeta, así que no creo en las coincidencias.
Pero no siempre he sido así. La vida me lo ha enseñado. Algunas situaciones, circunstancias, personas, me mostraron que no existen las coincidencias y que el destino es real. Y cada día, la vida me da una nueva oportunidad de verlo delante de mis ojos.
Y si no lo crees, déjame contarte una historia que quizá te haga reflexionar. Hace unos meses, encendí la televisión después de cenar, como hago siempre. Generalmente me gusta ver una serie de televisión o una comedia. Ese día, quería ver algo diferente. En otras palabras, quería ver algo tonto.
Mientras pasaba los canales, me detuve en un programa de entretenimiento; era una especie de concurso. No entendí el sentido de todo el programa, pero sí comprendí que había un premio, que eran unos cuantos miles de dólares.
Los participantes debían responder a una pregunta concreta y, si se equivocaban, tenían dos opciones: comerse 5 donas glaseadas o hacer que un espectador al azar respondiera por ellos a través de una llamada. Si la persona que llamaba daba una respuesta errónea, el participante tenía que comerse las donas. Pero si la respuesta era correcta, el participante ganaba puntos.
El concursante de esa noche era un hombre de unos cincuenta años, con sobrepeso, al que no le importaba comerse las donas. El sujeto parecía más feliz cuando obtenía la respuesta incorrecta que la correcta.
Hombre viendo la televisión. | Foto: Unsplash
Cuando se inclinó hacia la bandeja que tenía delante para consumir sus donas, la cámara le filmó desde arriba y le hizo un primer plano. El primer plano era a cámara lenta y le mostraba comiendo una dona de chocolate.
Soy médico, así que se me da bien detectar detalles o irregularidades en el cuerpo de las personas. Y cuando miré más de cerca, vi algo extraño en su cuello. Era una mancha oscura.
Las áreas oscuras en la piel que se sienten como terciopelo son un signo de insulina alta en el torrente sanguíneo. "Oh no, parece que tiene diabetes...", grité desde el sofá.
Era un claro signo de pre diabetes, así que me preocupé bastante. Cuando terminó su ronda, se equivocó en otra pregunta, así que mi primera reacción fue tomar mi teléfono y llamar al programa.
Si las manchas oscuras de su piel significaban realmente pre diabetes, ¡no debía estar comiendo todo ese azúcar! Era una amenaza para la vida real y podía acabar en coma.
Llamé, pero la línea estaba ocupada. Cuando por fin conseguí comunicarme, tuve que esperar a que optara por un espectador al azar para que le ayudara a responder una pregunta.
Hombre comiendo una dona. | Foto: Shutterstock
"¡Vamos, escógeme, escógeme!"
"No estoy seguro de la respuesta... así que me gustaría recibir ayuda del público", dijo.
"¡Sí!", celebré desde mi sofá.
"Buenas noches, señor, ¿cómo se llama?", me saludó el presentador. Estaba en directo, en la televisión nacional. "Hola, me llamo Roberto".
"Entonces, Roberto, ¿conoces la capital de España?".
"Lo siento, esto va a sonar un poco loco, he llamado por una emergencia. Soy médico y he visto que su participante presenta una mancha oscura en el cuello y eso significa que podría tener la insulina alta en el torrente sanguíneo. Es decir, debería verlo un médico, pero por mi propia experiencia, a simple vista, eso es lo que parece. Por favor, ¡no le permita comer más azúcar!".
Set de televisión. | Foto: Pexel
"Disculpe, señor, ¿es esto una especie de broma?".
"No señor, hablo muy en serio. Su participante podría acabar en coma si se come una dona más y...".
Cortaron mi llamada. El público estaba sorprendido. El presentador hizo una pausa para los anuncios y los productores me llamaron de nuevo. Todo el mundo estaba confundido.
Les expliqué todo y me dieron las gracias, pero dijeron que lo ocurrido no era bueno para su imagen porque parecía que no se preocupaban por la salud de sus participantes.
"Bueno, te sugiero que antes de poner a cualquier participante en el show, lo hagas revisar por un médico. Imagina que no te llamara y tu participante se desmayara y entrara en coma delante de todos. ¿No sería peor?".
La línea se quedó en silencio, así que pedí el número de teléfono del participante y le llamé para explicarle todo. El hombre se mostró agradecido y fue a ver a un médico inmediatamente. Acordamos mantener el contacto y, cuando tuvo los resultados, volvió a llamarme.
Tenía razón, tenía diabetes y su vida corría peligro. El hombre me dio las gracias de nuevo y me preguntó qué podía hacer por mí. Le dije que salvar una vida era mi mayor premio. Nos hicimos amigos y él cambió su vida por completo. Se pasó a una dieta vegetariana perdió 18 kilos y ahora corre todos los días.
Hombre haciendo ejercicio. | Foto: Pexel
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Confiar siempre en tus instintos: Roberto sabía que el participante estaba en peligro, así que no dudó en salvar la vida de ese hombre.
- Nuestro cuerpo es nuestro templo: Debemos dar prioridad a nuestra salud y cuidar nuestro cuerpo y cómo lo tratamos.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.