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Una mujer sucia en medio de la carretera me suplicó que salvara a su bebé - Historia del día

Diego Rivera Diaz
12 oct 2021
07:00

Una mujer me detuvo en medio del camino, y me dijo que "salve al bebé". Algo me dijo que tenía que seguirla, a pesar de haber tenido un pésimo día, y lo que ocurrió cambió mi vida para siempre.

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Acababa de descubrir a mi esposa, Bárbara, siendo infiel con mi amigo del trabajo, Diego. En ese momento, me dijo que Guillermo no era mi hijo biológico.

Aparentemente, era hijo de Diego, quien en aquel entonces no tenía trabajo y tenía problemas con la ley. Bárbara solo se casó conmigo por el dinero de mi familia. "¡Tú no eres el padre de Guille!". Sus palabras me atormentaban mientras conducía.

Hombre molesto al volante. | Foto: Shutterstock

Hombre molesto al volante. | Foto: Shutterstock

Me había mentido sobre Guillermo, a quien ya llevaba en el vientre. Simplemente quería a alguien que cuidara de ella y del bebé, y yo era el blanco perfecto.

Luego de que me dijera la verdad, nos gritamos el uno al otro por lo que se sintió como una eternidad. Acto seguido, me subí a mi auto y me fui a conducir para despejar mi mente. Pasaron horas, y se hizo de noche, pero aún no sabía qué hacer.

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De repente, una mujer saltó al medio de la vía, sacudiendo sus brazos. Apenas tuve tiempo de activar los frenos. "Señora, ¿qué cree que está haciendo?", le grité. No me respondió, y empezó a entonar un canto.

"¡Salva al bebé! ¡Salva al bebé!", repetía con una extraña voz. Pensé que podría estar borracha o algo peor. Estaba sucia, y tenía la ropa hecha harapos. No sabía si en realidad había un bebé en peligro. Pero, tras pensarlo un poco, decidí seguirla.

"¡Está bien! Llévame con el bebé", le dije. Me orientó a través del bosque hasta llegar a un auto que había chocado contra un árbol. Había una bebé llorando sobre la hierba. Parecía estar casi ilesa.

Pero entonces, vi a una mujer inconsciente en el asiento del conductor. No podía alcanzarla, pero su cabeza se había golpeado contra el volante.

Pedí una ambulancia de inmediato. Cuando llegaron los paramédicos, noté que la primera mujer había desaparecido.

Ambulancia. | Foto: Pixabay

Ambulancia. | Foto: Pixabay

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"Había una mujer harapienta que me trajo hasta aquí. Me decía que salvara al bebé. No sé a dónde se fue", le dijo al policía que me interrogó.

"No se preocupe. Hay muchos pordioseros en estos bosques. Pero estamos revisando las cámaras de seguridad, por si acaso", dijo el oficial. Le di las gracias y seguí a la ambulancia con mi auto.

Los doctores determinaron que la bebé estaba en perfectas condiciones de salud, pero su mamá necesitaba una operación. Decidí quedarme. No quería que estuvieran solos. La policía halló su billetera en su auto, y una enfermera me dijo su nombre: Dora Rodríguez.

No sabríamos el nombre de su hija hasta que Dora se despertara. Tomó dos semanas, y yo estuve en el hospital cada día. Era una forma de escapar de mi realidad, de la infidelidad de mi esposa y de sus mentiras.

""¿Dónde estoy?", preguntó Dora cuando finalmente abrió los ojos.

"Hola, soy Miguel. Estás en el hospital", le dije.

Mujer hospitalizada. | Foto: Shutterstock

Mujer hospitalizada. | Foto: Shutterstock

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"Ay... ¡Ay! ¡Mi bebé! ¡¿DÓNDE ESTÁ VIRGINIA?!", exclamó, agitada e intentando levantarse. La contuve e intenté calmarla.

"¡Oiga! Tranquila. Tu bebé está bien. Tenía un par de rasguños, pero está perfectamente sana. Tú también te recuperarás pronto, según los doctores", le expliqué.

"Entiendo... lo siento. Gracias. Pero... ¿cómo me encontraron?", preguntó Dora. Le conté toda la historia, incluso el hecho de que la mujer había desaparecido. Seguimos hablando, y hasta me ofrecí a llevarla a su hogar cuando la dieran de alta.

"No puedo agradecerle lo suficiente por toda su ayuda. Me salvó, y ahora está ofreciendo seguir ayudándome", dijo Dora, ya después de haber visitado a Virginia.

"No es nada. La verdad es que me ayudó a olvidarme de mis propios problemas", le dije. Proseguí a confesarle mi situación con Bárbara y mi hijo Guillermo.

Hombre explicando a mujer. | Foto: Shutterstock

Hombre explicando a mujer. | Foto: Shutterstock

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"Oye, tengo una idea. Soy abogada...", dijo Dora tras oír mi historia. Me ayudó a divorciarme de Bárbara, y como mi nombre está en el certificado de nacimiento de Guille, me ayudó a afirmar mi paternidad legal.

Mi esposa intentó luchar contra la decisión, pero los problemas legales de Diego no jugaron en su favor. A fin de cuentas, recibí custodia completa de Guille, y comencé a pasar más tiempo con Dora.

Eventualmente, nos casamos, y combinamos nuestras familias. Incluso logramos rastrear a la mujer indigente que me ayudó a salvarla aquel día. Su nombre era Carolina, y la ayudamos a salir de las calles.

"Amor, te tengo una sorpresa", me dijo Dora una mañana.

"¿Qué?", le pregunté sonriendo.

"Guille y Virginia van a tener un hermanito", dijo felizmente. La abracé, y di las gracias al destino por ponerme en el lugar y el momento indicados para salvar a Dora.

Hombre posa mano sobre vientre de mujer embarazada. | Foto: Pexels

Hombre posa mano sobre vientre de mujer embarazada. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

La vida puede tener giros inesperados. La exesposa de Miguel hizo algo terrible, pero su pelea pasó justo cuando tenía que pasar para que él pudiera salvar a Dora.

Debes seguir tus instintos. Miguel pudo haber ignorado a la mujer que llamó su atención, pero siguió sus instintos, salvó dos vidas y halló la felicidad.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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