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Niño le pregunta a papá por qué nunca se enoja con mamá, ni siquiera cuando ella hace todo mal - Historia del día

Diego Rivera Diaz
18 oct 2021
08:00

Un hijo aprendió una valiosa lección de compasión, amabilidad y comprensión al ver cómo su padre trataba a su madre.

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José no entendía lo que pasaba en su casa. Su mamá siempre fue una mujer muy organizada, capaz de hacer mil cosas a la vez y aún así detectar cualquier mentira de su hijo. Pero ahora, estaba distinta.

Parecía otra persona. Tiempo atrás, José y su papá se despertaban con el aroma de panquecas, o huevos fritos, o tocineta. Ahora, con suerte les daba un plato de cereal y un pan tostado. Y lo más raro es que su papá parecía no darse cuenta.

Plato de cereal. | Foto: Shutterstock

Plato de cereal. | Foto: Shutterstock

Esa mañana en particular, el pan tostado estaba quemado como un carbón. José se comió el cereal, y vio con la boca abierta cómo su padre se comía la tostada quemada como si fuese algo exquisito. Hasta le dio las gracias a la mamá de José.

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"Papá...", dijo José. "¿realmente te gustó ese pan tostado?".

Su papá le dio otra mordida al pan y asintió. "José, esta es la tostada más deliciosa de la historia". José pensó que su papá estaba tan loco como su mamá. Se quedó pensando en el tema todo el día.

"¿Y si ambos se vuelven locos? Tendré que vivir con la abuela Frida, ¡y ella huele raro y tiene dientes postizos!"

José miraba la excéntrica conducta de sus padres con cada vez más preocupación. Esa noche, su papá dijo que tenía una importante reunión al otro día, y su mamá de inmediato ofreció planchar su camisa favorita.

Su papá estaba dándole las buenas noches a José, ya arropado en su cama, cuando su mamá entró con lágrimas en los ojos. "Ay, Rafael, te quemé la camisa", dijo la mujer al papá de José.

Camisa quemada por plancha. | Foto: Shutterstock

Camisa quemada por plancha. | Foto: Shutterstock

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José vio que el frente de la camisa tenía una enorme marca con la forma exacta de la plancha. Volvió a quedar sorprendido al ver a su papá darle un abrazo a su mamá.

"Está bien, Catalina", dijo gentilmente. "Solo es una camisa, no vale la pena llorar por eso. Tengo una docena de camisas en mi clóset, usaré una de esas con mi corbata favorita", dijo.

José no entendía nada. Si algo así le hubiese pasado a su camisa del Hombre Araña favorita, ¡él estaría furioso! Se habría quejado y habría dicho cosas hirientes pero reales.

Su mamá realmente parecía estar fuera de control. José no tenía idea de qué le ocurría a Catalina, ni por qué a su papá parecía no importarle en lo absoluto.

Como experimento, José decidió dejar su indumentaria de béisbol en la sala esa noche. Si su papá realmente ya no prestaba atención a la organización y los detalles, era la forma perfecta de averiguarlo.

Mientras se cepillaba los dientes, oyó a su papá gritar su nombre. "¡José Alberto Áñez! Baja en este instante y limpia tu desastre". Así fue como José supo que su papá sí notaba la realidad. Simplemente estaba dejando a su mamá salirse con la suya.

Hombre adulto iracundo. | Foto: Shutterstock

Hombre adulto iracundo. | Foto: Shutterstock

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¡Eso no era justo! José se sintió muy molesto por eso. Al día siguiente, vio que su mamá le había preparado emparedados de mantequilla de maní con salami. "¡Qué asco!", pensó José.

Por suerte, su amigo Gustavo come cualquier cosa, y José le intercambió su comida. Gustavo dijo que estaba delicioso, pero José pensaba que esto era demasiado ya. Algo tenía que cambiar.

Esa noche, Catalina le sirvió un pollo rostizado a José y a Rafael. Cuando el papá de José cortó el pollo, vio que estaba totalmente crudo por dentro. La mujer comenzó a llorar, pero su esposo la atajó.

"¡Catalina! ¡Qué inteligente! Me diste la excusa perfecta para llevarlos a comer a nuestro restaurante italiano favorito", dijo. Dicho y hecho, estaba los tres en el auto. Su papá cantaba óperas italianas y su mamá reía.

Llegaron al restaurante, y el dueño los sentó en una mesa decorada con velas. Fue una comida maravillosa. Camino a casa, José estaba medio dormido en el auto.

Sin embargo, llegó a escuchar a su mamá susurrar "¡Gracias! Te amo..." a su papá, y darle un gran beso. "¡Qué asco!", pensó de nuevo. A la mañana siguiente, José le pidió a su papá que lo llevara a la escuela.

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Padre e hijo hablando en el auto. | Foto: Shutterstock

Padre e hijo hablando en el auto. | Foto: Shutterstock

Rafael dijo que sí. Camino a la escuela, José le preguntó directamente: "Papá, ¿por qué no te molestas con mi mamá?"

Su papá le dio un vistazo se tomó unos segundos antes de responder. "¿Por qué debería estar molesto con tu mamá, campeón?"

"Bueno, ¡porque todo lo que hace es un desastre! La comida, las cosas que rompe, tu camisa, la cena de anoche", dijo José. "Es como si todo estuviera bien, pero si yo hago algo, ¡sí te molestas!".

Su papá se puso serio de repente. "José, tu mamá está atravesando un momento difícil. Tiene un gran proyecto en el trabajo que no va muy bien, y está preocupada por la abuela Frida".

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"¿La abuela Frida? ¿Es porque tiene dietética?", preguntó José. "¿Por qué la dieta de la abuela va a preocupar a mi mamá? Que venga a vivir con nosotros, ¡perderá peso de una vez!".

Rafael se rio sonoramente. "No, José. DIABETES. Es una enfermedad seria. Y sí, la abuela Frida necesita una dieta especial. Vive lejos, y tu mamá se preocupa porque no puede ayudarla".

Alimentos azucarados, dispositivos médicos y medicamentos para la diabetes. | Foto: Pexels

Alimentos azucarados, dispositivos médicos y medicamentos para la diabetes. | Foto: Pexels

"Y además de todo, hace muchísimas cosas por nosotros, ¿no te has dado cuenta? Así que si algunas cosas no salen tan bien, no me molesto. Trato de ayudar en lo que puedo. Pero sobre todo, le demuestro que la amo y que la entiendo".

"¡Vaya!", dijo José. "Eso es muy amable, papá. Creo que a mí también me gustaría que me trataran así si estuviese triste, cansado y confundido", agregó.

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"¡Claro, José! A todos nos gustaría", dijo su papá. "Y eso es lo mismo que tu mamá hace por mí cuando yo estoy cansado y confundido".

"Oh...", dijo José, y se quedó callado por un buen rato. "Entonces... ¿eso es el amor?", preguntó luego de unos minutos. "Sí", dijo Rafael gentilmente. "Eso es el amor, hijo".

"Entonces creo que no me molestará tanto cuando me pasé a mí algún día"; dijo José. "¡Excepto los besos y esas cosas asquerosas!", agregó. Rafael volvió a reír, y abrazó a su hijo.

Abrazo de padre e hijo. | Foto: Shutterstock

Abrazo de padre e hijo. | Foto: Shutterstock

Semanas más tarde, la vida había vuelto a la normalidad. La mamá de José tenía sus usuales niveles de energía. El chico se sintió aliviado. Todo estaría bien.

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Años después, José se enamoró de una hermosa chica. Finalmente descubrió que esos besos "asquerosos" no eran tan malos. Eventualmente, se casaron.

Cada vez que su esposa se sentía cansada, confundida o agotada, José recordaba el ejemplo de su papá. Se aseguraba de ser especialmente gentil y amoroso.

José sabía que algún día le tocaría a él explicarle su conducta a su propio hijo. Y así, una nueva generación aprendería lo que realmente significa el amor. Que no son los besos: sino la paciencia y amabilidad.

Joven pareja. | Foto: Unsplash

Joven pareja. | Foto: Unsplash

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

Los niños aprenden del ejemplo de sus padres. José se convirtió en un esposo amoroso y comprensivo al igual que Rafael.

El amor significa dar apoyo y comprensión en los momentos más duros. El papá de José pudo entender lo que atravesaba su esposa e hizo lo posible por hacer su carga más llevadera.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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