Policía saluda diariamente a niña en la ventana, y cuando un día ella no aparece pasa por su casa a controlar - Historia del día
Un oficial de policía desarrolló una relación cercana con una niña que siempre veía junto a la ventana mientras patrullaba, pero un día, ella ya no estaba allí.
Benito Morán era uno de los oficiales de policía que debían mantener la paz en el humilde barrio pobre de Santa María. A Benito le gustaba mucho su trabajo. Para él, llevar la placa era un honor.
Era descendiente de generaciones de policías. La carrera de su padre había sido brillante, pero a Benito nunca le impresionó. Sabía que su padre había subido de rango así de rápido porque era un policía corrupto.
Oificla de policía siendo promovido por superiores. | Foto: Shutterstock
Su padre eventualmente fue asesinado por un criminal común como parte de una venganza por sus negocios sucios. Y Benito no derramó ni una lágrima. El destino de su padre le había demostrado que siempre tuvo razón: es mejor ser honrado.
En eso estaba pensando cuando se acercó su compañero. Ramón Juárez, y le ofreció un trato sucio. "Oye, Benito, amigo mío. ¡Qué colorido que estás el día de hoy!", le dijo Ramón.
Benito solía usar ropa con colores vivos, porque le gustaba como se veían. Y a Ramón le encantaba hacer bromas al respecto cada día.
"Hola Ramón", gruñó Benito. "¿No es demasiado temprano para que empieces con tus jueguitos?".
"Oye, amigo, quería hablar un poco contigo. Es sobre el desastre de investigación que tenemos abierta ahorita, la del líder de aquella pandilla", dijo Ramón.
Eso llamó la atención de Benito. Él y Ramón estaban tratando de poner tras las rejas a un jefe criminal que parecía tener mucha influencia en el sistema judicial.
Agentes de policía conversando en estación. | Foto: Shutterstock
"¿Qué pasa con eso?", preguntó Benito. "¿Hay alguna nueva pista?"
"No, de eso te quería hablar. Falta muchísima investigación para avanzar ese caso. Pero la gente de la pandilla está ofreciendo dinero para que le echemos la culpa a alguien más", susurró Ramón discretamente.
Benito se quedó mirando fijamente a Ramón. No podía creer lo que le estaba diciendo. ¿Realmente estaba dispuesto a dejar libre a un criminal? ¿Acusar a un inocente?
"Ramón, ese hombre tiene que enfrentar las consecuencias de sus acciones. No podemos dejar monstruos como él libres. Él atacó a una jovencita. ¿Y si hubiese sido tu hija?", dijo Benito.
"Hago esto por mi familia, Benito. No te pido que cometas un crimen. Solo que dejes de investigar. Por mucho dinero, o quizás incluso un ascenso. Sé que a tu papá le funcionó", dijo Ramón.
Benito se puso furioso, pero ocultó sus emociones. Le dijo a Ramón que no estaba interesado y siguió investigando. Pero el jefe criminal logró manipular al capitán de la estación, que ordenó suspender la investigación y trasladó a Benito a otra jurisdicción.
Agentes de policía junto a patrullero. | Foto: Getty Images
Era una tierra de nadie con menos de 1.000 habitantes, y el 10% de la población era indigente. Los jefes de policía le decían "el gueto", porque era la zona más pobre de la región.
"Ramón te dijo lo que tenías que hacer, pero tú dijiste que no. Ahora los jefes están molestos contigo y no puedo cubrirte más. Solo puedo enviarte lejos por un rato. Ve y cálmate en el gueto", dijo el capitán al darle la noticia.
Benito entendió que era un castigo por investigar a quien no debía. Decidió simplemente enfocarse en su trabajo. Mientras estaba en "el gueto", vivió en la barraca de la comisaría. Patrullaba las calles a diario.
La vida allí era diferente. Las calles a menudo estaban muy tranquilas. Era una parte tan pobre de la ciudad que simplemente nada pasaba. Nadie tenía nada que valiera la pena robar, y todos se conocían.
Para Benito, la parte favorita de su ruta era ver a una adorable niña pecosa de 13 años. Era idéntica a la hija que Benito siempre imaginó tener algún día.
La primera vez que se topó con la niña, estaba a punto de ser arrestada por intentar robar víveres. "¿Sabe el tamaño del embrollo en el que está metida, jovencita?", le preguntó Benito mientras esperaban a su madre.
Oficial de policía y joven. | Foto: Shutterstock
"No, pero estoy segura de que usted me lo va a explicar", dijo en un tono desafiante la chica, mientras intentaba ocultar las lágrimas que colmaban sus ojos.
"Pues está equivocada, señorita, porque aún no tiene 18 años. Así que esperaré a que llegue su madre, y dejaré que ella se encargue de eso. Pero quiero saber por qué hizo lo que hizo", dijo Benito.
La joven pareció relajarse ante la sinceridad de Benito. Le contó que a su madre le costaba mucho criarlos a ella y a sus hermanos, y que había robado los alimentos para tratar de ayudar.
Su historia llegó al corazón de Benito. Cuando llegó la madre de la niña, él mismo las llevó a casa, y en el camino pasó por una tienda de víveres y les compró un poco de todo.
Benito siguió visitando a la familia regularmente. La niña, Penélope Salguero, comenzó a verlo como una figura paterna. Se sentaba en la ventana, esperando a que pasara patrullando para saludarlo con una sonrisa.
Niña pecosa saludando a través de ventana. | Foto: Shutterstock
Cuando quería charlar, salía a reunirse con Benito, hablaban un rato y ella se sentía mejor. Poco a poco, Benito fue aprendiendo más sobre su familia disfuncional, o sobre los chicos que le gustaban.
Una tarde, Benito pasó por casa de Penélope y se extrañó al no verla en la ventana. Pudo haber seguido su ruta, pero sintió que algo no andaba bien. Decidió tocar el timbre de la casa y ver si todo estaba en orden.
Al acercarse a la puerta, oyó un llanto, e inmediatamente se puso en alerta. Parecía tratarse de los hermanos de Penélope. Benito intentó entrar, pero la puerta estaba cerrada.
Tras derribar la puerta, encontró a Penélope. Yacía inconsciente en el suelo, entre sus dos hermanos, que estaban llorando. La niña apenas respiraba. Benito la tomó en sus brazos y rápidamente la llevó al hospital.
"La chica que trajo estaba gravemente desnutrida, señor. ¿Tiene alguna relación con ella?", preguntó el doctor. "Soy amigo de la familia. La encontré desmayada", respondió Benito.
"Necesita comer mucha comida y descansar lo suficiente", indicó el galeno.
Niña en cama de hospital. | Foto: Shutterstock
Después del incidente, Benito empezó a llevar comida a la pequeña y a su familia cada semana. Además, se dedicó a darle consejos a Penélope, especialmente sobre la importancia de ser honesto, no darse por vencido, y ser fuerte.
Tres meses más tarde, Benito recuperó su puesto de detective en la ciudad. La niña y su familia también se mudaron a otra ciudad. Benito trató de rastrearlos, pero no tenía suficientes detalles, y nunca logró dar con su paradero.
Pasaron 15 años. Benito se había retirado ya de la fuerza, pero un día, lo llamaron desde la comisaría. Varios veteranos iban a asistir a la inducción de cadetes recién graduados de la academia. Decidió ir y echarle un ojo a los nuevos.
Benito quedó gratamente sorprendido al reconocer a Penélope entre los nuevos oficiales. Ella le contó que su familia se había mudado luego de que su madre recibiera una herencia.
Fue suficiente dinero como para comenzar una nueva vida. La madre de Penélope se aseguró de darles las mejores oportunidades y garantizar su ingreso a buenas escuelas y universidades.
Campus universitario. | Foto: Unsplash
Penélope siempre recordó el rol que tuvo Benito en su vida, y quiso ayudar a otras personas como él la había ayudado a ella y a su familia. Por eso se esforzó por convertirse en oficial de policía igual que él.
"Nunca pude darte las gracias", dijo Penélope tras explicarle todo.
"¿Gracias por qué?", preguntó, todavía sacudido por la impresión de volverla a ver, y con una enorme sonrisa en el rostro.
"Por ser mi padre cuando las cosas fueron demasiado duras para mi madre sola, y por darme buenos consejos. Me hiciste anhelar una vida mejor. Ahora, como policía, puedo darle a otros la oportunidad de encontrar una vida mejor también".
Benito no podría haber estado más orgulloso de ella. Él nunca se casó ni tuvo hijos, porque nunca había tenido tiempo para nada más que su trabajo. Pero gracias a Penélope, pudo sentir que había criado a una hija, y que lo había hecho bastante bien.
Hombre mayor limpiando sus lágrimas. | Foto: Shutterstock
¿Qué aprendimos de esta historia?
No permitas que otros te desvíen de tus convicciones. El compañero de Benito quiso inducirlo a la corrupción, pero él se negó. Lo hizo sabiendo que probablemente habría consecuencias, pero se mantuvo firme y aceptó el castigo con su dignidad intacta.
Sé amable; no cuesta nada. Benito fue amable con Penélope y su familia, y sus esfuerzos fueron cruciales para mantener viva a la niña y que creciera para ser una mujer responsable.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.