Mujer da a su bebé en adopción y 30 años después se conocen
La última vez que Meribeth Blackwell estuvo cerca de su madre, fue el día del parto, cuando salió de su vientre para llegar al mundo. En ese momento ambas fueron separadas y no habían vuelto a verse.
En 1986, Angie Oracoy vivía en Nueva Orléans. Dio a luz a su hija y la dio en adopción, con la esperanza de que alguien le diera la vida que ella no estaba en condiciones de darle. Según ella, no se le permitió sostenerla en sus brazos ni una vez antes de que se la llevaran.
Angie Oracoy y Meribeth Blackwell se abrazan.┃Foto: twitter.com/GMA
La niña fue adoptada por una pareja de Alabama, que le dio el nombre de Meribeth Blackwell. A los 6 años, Meribeth supo que era adoptada, y aunque amaba a sus padres adoptivos, nunca dejó de preguntarse por su familia biológica.
Meribeth, que ahora está casada y tiene hijos, afirma que solía fantasear con ir a Nueva Orléans a ver si tenía la rara suerte de encontrarse por casualidad con su madre. Angie, por su parte, se tomó el trabajo de verificar que su nombre siempre estuviera en la guía telefónica, por si su hija alguna vez la buscaba.
Sin embargo, el periplo que las llevó a reunirse no fue tan fácil. Tras no encontrar nada en Internet, Meribeth recurrió a hacerse un análisis de ADN. Angie había hecho lo mismo.
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Milagrosamente, la empresa que ambas habían contratado las conectó, y descubrieron que vivían a pocas horas de viaje una de la otra. Tras comunicarse por mensajes, ambas decidieron conocerse en persona en 2017.
Antes del gran momento, ambas estaban nerviosas y entusiasmadas, temblando y tratando de no llorar. Cuando finalmente se pudieron abrazar, no querían soltarse. Comentando sobre la experiencia, Angie Oracoy expresó:
"Es tan genial. Es maravilloso. Es un sentimiento tan bueno. Se siente tan natural, también".
Angie le dijo a su hija que era muy hermosa, y ambas lloraron lágrimas de alegría, con grandes sonrisas.
La madre biológica también pudo conocer al marido de su hija y a sus nietos. Por su parte, Meribeth pudo conocer a sus hermanos de sangre. Afirmó que le encantó conocerlos, porque de niña siempre deseó hermanitos.
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Angie también reveló que le había escrito una carta a su hija, que ella nunca había podido leer. Le decía que siempre la quiso, pero no podía mantenerla y le pedía que la entendiera y la perdonara por ello.
Los padres adoptivos también enviaron un mensaje, en el que le agradecían a la madre biológica por haberles dado la bendición de tener a Meribeth. Ahora, la niña es una adulta que tiene una familia más grande con la que compartir.
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