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Mi esposo me obligó a renunciar a mi trabajo para cuidar a su papá - Historia del día

Diego Rivera Diaz
08 nov 2021
02:20

Un hombre le pidió a su esposa que dejara su trabajo para cuidar a su anciano padre que había sufrido un derrame cerebral. Luego, la acusó de vividora. Pero al final recibió su merecido.

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Emily Navarra era una diseñadora gráfica de exitosa. Llevaba casada con Juan Daniel por 12 felices años, y creía que su camino estaba ya determinado. No se imaginaba el cambio que la esperaba a la vuelta de la esquina.

El teléfono sonó en medio de la noche. El nerviosismo de su esposo, le permitió deducir que algo andaba mal. Y tenía razón. El anciano padre de Juan Daniel había sufrido un derrame cerebral.

Mujer estresada al teléfono. | Foto: Shutterstock

Mujer estresada al teléfono. | Foto: Shutterstock

A la mañana siguiente, Juan Daniel voló a su pueblo natal para estar con su padre. Las siguientes semanas fueron muy estresantes para Emily, pero finalmente, Juan Daniel la llamó con buenas noticias.

Su padre se estaba recuperando, pero Juan tenía algo importante que quería discutir con Emily. Dos días después, John estaba en casa e inició cuidadosamente la conversación:

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"Querida, mi padre necesita mucha ayuda y apoyo en este momento, al menos durante los próximos seis meses. Me preguntaba si te importaría que él se quedara con nosotros", sondeó Juan Daniel.

"Por supuesto que no", dijo Emily rápidamente. "Sabes que adoro a tu papá. ¡Cualquier cosa para ayudarlo!".

"¡Estoy tan feliz de que hayas dicho eso, amor!", dijo Juan Daniel. "Los médicos sugirieron cuidados de tiempo completo por un tiempo y me preguntaba si habías considerado pedir una licencia prolongada".

"Juan Daniel, sabes que tengo un trabajo de mucha presión en la agencia. No me dejan tomar ese tipo de licencia. ¡Tendría que renunciar!", replicó Emily.

"Amor, por favor, sabes que eres la mejor en todo lo que haces, ¡te aceptarán en cualquier momento! Habla con tu jefe", insistió Juan Daniel.

"Juan Daniel, ¿por qué no contratamos a alguien para que cuide de tu papá?"

Hombre mayor en silla de ruedas. | Foto: Shutterstock

Hombre mayor en silla de ruedas. | Foto: Shutterstock

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"Bueno, por dos razones, Emily. La primera es que no quisiera a un desconocido deambulando por nuestra casa. La segunda es que el salario de un cuidador más los gastos en medicinas y demás sería más de lo que ganas tú ahora", dijo.

"Como yo gano más en este momento, creo que lo más sensato es que tú lo cuides", agregó. "Juan Daniel, eso es un gran paso. No quiero ser dependiente totalmente de ti. Me he ganado la vida de los 18 años. No estaría cómoda", respondió.

"Amor, soy tu esposo, te amo. ¡Estarías cuidando de mi padre! ¡Y además, podrías trabajar como freelancer desde casa!", insistió Juan Daniel.

Al final, Emily accedió a regañadientes. Cuando su suegro Harold fue dado de alta del hospital una semana después, Juan Daniel lo llevó a casa y Emily transformó su oficina de planta baja en un dormitorio para Harold que el señor no tuviera que subir escaleras.

Al principio, todo iba bien. El padre de Juan era un hombre dulce y cortés que se mostraba agradecido con Emily por toda su ayuda y apoyo. Felizmente, el derrame cerebral no afectó su capacidad de hablar, y era excelente compañía.

Cada día, Emily llevaba a Harold a sus sesiones de fisioterapia y luego iban de compras juntos. Por la tarde, nadaban en su piscina climatizada, lo que el terapeuta consideró que sería de gran ayuda para acelerar la recuperación.

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Una tarde, después de nadar, Harold comenzó a decirle a Emily lo contento que estaba de haber aceptado la invitación de Juan Daniel de mudarse. "No quería renunciar a mi independencia, iba a contratar un cuidador profesional, pero Juan insistió", dijo.

Mujer cuida de anciano en silla de ruedas. | Foto: Shutterstock

Mujer cuida de anciano en silla de ruedas. | Foto: Shutterstock

"¿Es en serio? Pero pensé... es decir, Juan Daniel me había dicho que su seguro médico no cubría eso". dijo Emily.

Harold sonrió con picardía. "Emily, soy un hombre rico. Puedo pagar por un cuidador y cualquier otra cosa que necesite".

"¡Oh!", exclamó Emily. "Es que Juan dijo que Ud. estaba ya jubilado, yo supuse...".

"Bueno, no soy un indigente, Emily", dijo Harold entre risas. "¡Lejos de eso! Ahora, ¿por qué no nos damos otro chapuzón en la piscina antes de la hora de la cena?".

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Esa tarde, cuando Juan Daniel llegó a casa, la cena no estaba lista aún. Halló a su padre y su esposa sentados junto a la piscina, tomando té helado y riendo felizmente. "Emily, papá ..." dijo, "Parece que ustedes dos se están divirtiendo ...".

"Juan", dijo Harold, "¡tu esposa es un tesoro!"

"Sí ...", dijo Juan con una fría sonrisa. "¿No es así? Emily, querida, ¿qué vamos a cenar?".

"¡Ay, Juan, lo siento! ¡El tiempo se me fue! ¿Qué tal si ordenamos comida para llevar?", sugirió Emily.

Mujer pidiendo comida a domicilio. | Foto: Shutterstock

Mujer pidiendo comida a domicilio. | Foto: Shutterstock

"¿A domicilio?", preguntó Juan sarcásticamente. "¡Odio la comida a domicilio! Sin mencionar el gasto. No estoy hecho de dinero, Emily, ¡y tú apenas estás haciendo tu parte!".

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El rostro de Emily comenzó a perder el color. "¿Haciendo mi parte? ¿Qué quieres decir, Juan Daniel?"

"¡Se suponía que debías conseguir un trabajo como freelancer, no empezar a vivir de mí!", se quejó Juan. "¡Pero no te veo haciendo eso!".

"Pues no he conseguido ninguno. Las empresas están recortando personal", exclamó Emily. "Y tú dijiste..."

"No me digas lo que dije", dijo Juan. "¡Estabas muy ansiosa por dejar tu trabajo y quedarte en casa y holgazanear!".

Harold alzó su voz. "¡Espera un minuto, hijo! Emily tiene un trabajo muy duro. Es un apoyo inmenso para mí...", dijo el anciano.

"¡Bien, papá! Nadar, tomar el sol, y beber té helado. ¡Puedo ver lo duro que trabaja!"; dijo Juan Daniel.

Harold estaba empezando a parecer muy enojado y Emily le puso una mano suave en el brazo. "Por favor, Sr. Harold, está bien. No debe enfadarse".

Anciano molesto. | Foto: Shutterstock

Anciano molesto. | Foto: Shutterstock

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Harold miró a su hijo con tristeza. "Emily nada conmigo todas las tardes como parte de mi terapia. Mi terapeuta dice que estoy excediendo las expectativas, y todo es gracias a Emily. Creo que deberías estar agradecido con tu esposa, hijo, no reprenderla".

"¡Papá"", dijo Juan enfadado, "Te amo, pero en lo que a mi matrimonio se refiere, ¡lo haré como tú!".

"Juan", dijo Emily, furiosa. "¡Es suficiente! Me ROGASTE que dejara mi trabajo para poder ahorrar dinero para un cuidador, ¿ahora te quejas de que no estoy ganando? Y no te atrevas a hablar así con tu padre".

Harold tomó la mano de Emily y volvió a alzar la voz. "Yo me encargo, mija", dijo. Se volvió hacia su hijo y le dijo: "Sé por qué insististe en que viniera aquí para mi recuperación y por qué obligaste a tu esposa a dejar su trabajo".

"Sabías que yo podía pagarlo, Juan, pero querías ganarte mi gratitud y poner tus manos en mi dinero. Y para eso usaste a Emily. Pero, ¿sabes qué? Ya que Emily ha estado haciendo el trabajo duro, será ella quien recibirá la recompensa".

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Harold dejó todo en su testamento a nombre Emily. Ella dejó a Juan y se mudó lejos, pero acompañada por Harold, que se convirtió en su segundo padre. Eventualmente Harold se recuperó y tuvo una vida normal y feliz.

Anciano y joven. | Foto: Shutterstock

Anciano y joven. | Foto: Shutterstock

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1. No obligues a los demás a asumir tus responsabilidades, ya que ellos también pueden quedarse con tus recompensas.

2. Respeta los esfuerzos de otras personas, especialmente si están haciendo todo lo posible para ayudar.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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