Indigente devuelve maletín lleno de dinero que encontró en la terminal, pero su dueña le cierra la puerta en la cara - Historia del día
Ricardo era un hombre indigente que halló una maleta llena de dinero en la estación del bus. Vio la dirección del dueño en el interior de la maleta y decidió hacer lo correcto. Pero nunca imaginó lo que sucedería después.
Ricardo vivía en las calles desde hacía años. Había crecido en la ciudad, y alguna vez tuvo un gran trabajo. Pero se hizo adicto a las apuestas y a las drogas, y lo perdió todo.
Los padres de Ricardo murieron años atrás, así que no tenía familia. Perdió su hogar poco después. Cada tanto se encontraba algún objeto valioso que cambiar por comida. Pero un día, en la estación de buses, vio una vieja maleta abandonada.
Maleta abandonada en estación de autobuses. | Foto: Shutterstock
La gente le pasaba por un lado, pero Ricardo quería ver si alguien venía a buscarla. Tras varias horas mirando la maleta, decidió llevarla consigo al refugio donde pasaba las noches.
Esperó a que todos estuvieran dormidos o lejos de su cama para abrir la maleta. Quedó sorprendido por lo que encontró. Había un sobre de manila sobre pilas y pilas de dinero en efectivo.
Ricardo no podía creer que alguien llevase tanto dinero en efecto en una maleta y luego simplemente lo dejara olvidado en la estación. Pero al examinar el sobre, vio que era propiedad de una mujer llamada Pamela Londoño.
Los documentos incluían una dirección. Era una cantidad de dinero que realmente podía cambiar su vida para siempre. Pero pensó en Pamela. "Ella debe necesitarlo para algo importante", pensó Ricardo.
Al día siguiente, fue caminando hasta la dirección que encontró en el sobre. Por suerte, no quedaba muy lejos del refugio. Era un vecindario muy lujoso, y Ricardo se sentía muy fuera de lugar.
"Ojalá esto sea rápido", pensó Ricardo al tocar la puerta. Una mujer lo recibió con mala cara. "¿Puedo ayudarlo?", dijo. Ricardo quedó boquiabierto. Era Pamela. Su primer amor. Estaba idéntica a la última vez que la había visto, 20 años atrás, en la secundaria.
Hermosa mujer frente a puerta. | Foto: Unsplash
"¡Pamela!", exclamó Ricardo, como en un trance.
"Disculpe, ¿lo conozco?", respondió fríamente la mujer.
"¡Soy yo, Ricardo! De la secundaria Santa Rosa. ¿No me recuerdas? ¡Fuimos juntos a la graduación!", dijo.
Los ojos de Pamela reaccionaron a los detalles de la historia, pero no quería admitir su conexión con el indigente que tenía enfrente. "Bueno, si Ud. lo dice", respondió. "¿Qué está haciendo aquí? ¿Debo llamar a la policía?".
Ricardo se sintió herido por su tono, pero no la culpaba por eso. Se sentía muy avergonzado por estar tan desarreglado. Había sido su guapo acompañante en la graduación años atrás, pero ahora vivía en la indigencia.
"Ah, bueno, pues sí, me encontré con su maleta. Encontré su nombre y dirección, así que se la traje", explicó Ricardo. Pamela tomó la maleta rápidamente, como si él se la fuera a robar.
"Entonces, ¿se robó mi maleta en la estación cuando estaba distraída?", lo acusó Pamela. "¡NO! No me robé nada. La maleta estuvo sola por horas, y me la llevé. Cuando vi que tenía nombre, la devolví. Cuente el dinero. Está completo", dijo Ricardo.
Montón de dinero en efectivo. | Foto: Unsplash
"De acuerdo. Ya puede irse", dijo Pamela fríamente, y le cerró la puerta en la cara a Ricardo. Él no podía creer que su amor de secundaria se hubiese convertido en una mujer tan grosera y despiadada.
Pamela se llevó la maleta a la sala, donde comenzó a revisar su contenido. Su esposo, Mateo Londoño, apareció en ese momento. "¡Cariño! ¡Encontraste la maleta!", dijo feliz.
Habían heredado una fuerte suma de dinero de un pariente que odiaba el sistema bancario. Por eso todo estaba en efectivo. Mateo quería que usaran el dinero para pagar la hipoteca.
"Ah, sí, alguien la trajo"; dijo Pamela sin darle mayor importancia.
"¿Alguien? ¿Quién?", preguntó Mateo. "Un indigente que fue a la misma secundaria que yo. ¡Dios! Qué mal gusto tenía para los hombres en esa época", dijo.
"¡Vaya! Qué cosas pasan en esta vida. Supongo que le ofreciste una recompensa, o al menos una taza de café, ¿no?", preguntó el hombre.
"No, para nada. ¿Qué acaso estás loco? ¿Por qué haría algo así?", preguntó Pamela, aparentemente confundida.
Mujer confundida. | Foto: Shutterstock
“¡Pamela! ¡Por Dios! Fue un gesto amable. Quiere decir que el sujeto tiene buen corazón", dijo Mateo, y corrió al frente a buscar a Ricardo. Pamela lo siguió, pensando que se había vuelto loco de verdad.
Cuando Mateo abrió la puerta, vio a Ricardo a lo lejos. "¡Oiga!", gritó, y Ricardo se volteó al oír su voz. "Soy Mateo Londoño, el marido de Pamela. Por favor, ¡pase!", le dijo.
Ricardo no sabía qué hacer o decir, pero decidió darse la vuelta y acercarse a la casa de los Londoño. "No tengo palabras para agradecerle por haber traído el dinero", dijo Mateo cuando llegó a la puerta.
"Gracias. No fue nada, le dije a Pamela que no agarré nada, el dinero está completo", explicó Ricardo.
"Bueno, no se preocupe. Déjeme darle algo de desayuno y un cafecito caliente. Disculpe si mi esposa no le ofreció nada, ha estado muy estresada con lo de la maleta desde ayer", dijo Mateo amablemente.
Pamela parecía molesta, pero los siguió hasta la cocina, donde Mateo preparó desayuno para todos. Le preguntó a Ricardo sobre su vida, y poco a poco la conversación se hizo muy amena.
Desayuno servido. | Foto: Unsplash
Ricardo estaba a punto de irse cuando Mateo le ofreció varios cientos de dólares como recompensa. "No señor, disculpe, pero no podría aceptarlo", dijo Ricardo.
"Por favor, tómelo. Este dinero era muy importante para nosotros, y nos haría muy felices darle un poco para que pueda dormir bien por unas noches en un lugar decente", dijo Mateo, tomando su mano y poniendo el dinero en ella.
"Vaya. No me lo esperaba. Muchísimas gracias. Que tengan un maravilloso día"; dijo Ricardo.
Estaba a punto de salir por la puerta cuando Mateo lo detuvo nuevamente. "Espere un momento, por favor", dijo Mateo y se acercó a él.
"Oiga. ¿No quiere un trabajo? No paga demasiado bien, pero trabajo en una constructora, podría darle una buena referencia y conseguirle un trabajo", dijo. Ricardo aceptó en el acto.
Meses después, Ricardo se había recuperado. Tenía su propio departamento, un guardarropa nuevo, y hasta un perrito. Ricardo sabía que todo era por haber devuelto el dinero. "Eso del buen karma sí que funciona", pensó.
Hombre con perro en sofá. | Foto: Shutterstock
¿Qué podemos aprender de esta historia?
Haz siempre lo correcto. Una buena persona no se habría quedado con todo ese dinero, incluso estando en una situación vulnerable.
Si alguien te hace un favor, agradécelo. Pamela fue terrible con Ricardo, pero su marido fue amable y se mostró agradecido.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.