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Mi esposo fingió tener una discapacidad para divertirse con su amante - Historia del día

Mayra Pérez
05 nov 2021
01:30

Me culpé por el accidente que dejó a mi esposo lisiado, pero no sabía el secreto que estaba escondiendo.

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Durante tres años, me culpé a mí misma por la desgracia de mi esposo Bryan, y él también. Me había sentido miserable a su lado; durante doce años solitarios, él me había estado degradando y dominando, y después del accidente, solo empeoró.

Me mantenía despierta durante la noche sabiendo que esto iba a ser el resto de mi vida, esta esclavitud implacable de un hombre que me despreciaba. Antes el divorcio era una opción, pero ahora estaba fuera de discusión, ya que yo tenía la culpa de que estuviera lisiado.

Una silla de ruedas vacía en el medio de la sala. | Foto: Shutterstock

Una silla de ruedas vacía en el medio de la sala. | Foto: Shutterstock

Bryan había sido tan dulce cuando nos conocimos, tan adorable, divertido, tonto y guapo. Bryan era el hombre más guapo que había visto en mi vida y no podía creer que estuviera interesado en mí.

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Cuando me propuso matrimonio después de seis meses de estar saliendo, estaba en el cielo. Por supuesto, estaba viviendo un cuento de hadas, pero después de la luna de miel, el príncipe azul se convirtió en Mr. Hyde.

Bryan era crítico, molesto, enojado y no tenía inhibiciones para mostrar su decepción por quién era yo. Estaba paralizada por la conciencia de que había cometido un gran error, y demasiado avergonzada para admitirlo ante mis amigos y familiares.

¿No es una razón válida para quedarse con un hombre que te maltrata? ¿Vergüenza? Permíteme ser honesta: miedo y vergüenza. Bryan no me golpeaba, pero tenía una forma de agarrarme del brazo cuando estaba enfatizando un punto que dejaba moretones.

Y las peores magulladuras de todas las dejó en mi alma. Aquellos que nadie podía ver y nadie creería. Bryan era tan encantador y cariñoso en público. Así que me quedé callada y lo soporté.

Una noche, regresábamos de una cena en la casa de uno de sus amigos (ya no socializaba con mis propios amigos) cuando comenzó a gritarme, acusándome de coquetear con su amigo.

Estaba conmocionada y desconcertada. ¿Yo? ¿FLIRTEAR? “¡Vi cómo Tito te estaba mirando!”, me espetó en voz muy alta, mirándome con crueldad.

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“¡Pero yo no hice nada!”, lloré desesperadamente.

Pareja en su boda. | Foto: Unsplash

Pareja en su boda. | Foto: Unsplash

“¡Mira cómo estás vestida! ¡COMO UNA CUALQUIERA!”, dijo más enojado que nunca.

“Pero me dijiste que me pusiera esto…”, empecé a explicarle.

Esas fueron mis últimas palabras en nuestra antigua vida. El mundo quedó inundado por una luz blanca brillante y cuando desperté estaba en el hospital. Los médicos se apresuraron a asegurarme que mis heridas eran leves.

Bryan no había tenido tanta suerte. “Su esposo sufrió heridas graves en la espalda”, explicó el médico, “y aunque la médula espinal no se cortó, la probabilidad de que vuelva a caminar es mínima.”

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Al principio pensé que todo iba a estar bien. En el hospital, escuchando al médico y sosteniendo mi mano con lágrimas en los ojos, Bryan parecía tranquilo. Me besó la mano, me dijo que me amaba y que lo lograríamos juntos. Creí en ese cambio hasta que volvimos a casa, solos de nuevo. Entonces el viejo Bryan se mostró.

“¡Tú me hiciste esto!”, me gritó. “¡Fue culpa tuya que perdiera el control del auto! ¡Me pusiste en esta silla de ruedas!”

Antes pensaba que mi vida era un infierno, pero estaba equivocada. El verdadero infierno estaba por venir… La ira de Bryan era mayor que nunca, y se volvió aún más abusivo verbalmente.

Tuve que encontrar un trabajo. Antes, Bryan había insistido en que me quedara en casa, y para su disgusto, ahora estaba ganando mucho más de lo que él ganaba antes del accidente. De inmediato exigió que contratara a un cuidador.

Vehículo destrozado en un accidente. | Foto: Pixabay

Vehículo destrozado en un accidente. | Foto: Pixabay

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Estuve de acuerdo, por supuesto. ¿Cuándo me había atrevido a estar en desacuerdo con lo que él quería? Así que entrevistó y contrató a una cuidadora. Su nombre era Doris, y era joven y bonita.

Si no hubiera sido por la silla de ruedas, habría dudado de los motivos de Bryan para contratar a Doris. Me costaba una fortuna, pero al menos él estaba más tranquilo cuando llegaba a casa todas las noches. Pagaría cualquier precio por eso.

Doris había estado con nosotros durante casi un año cuando descubrí exactamente quién era ella. Me enfermé de gripe y, a la mitad de mi jornada laboral, me sentía tan mal que me fui a casa.

Entré en forma silenciosa y caminé hacia la habitación de la planta baja que Bryan había convertido en su gimnasio. Entonces escuché una risita que simplemente hizo que se me erizaran los pelos. Había algo lascivo y sucio en esa risa.

La risa fue seguida por suaves murmullos e inconfundibles sonidos íntimos. La puerta del gimnasio estaba entreabierta y la empujé para abrirla.

¡No podía creer lo que veían mis ojos! Bryan había empujado a Doris contra la pared y la estaba besando. ¡ÉL ESTABA DE PIE!

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Una pareja compartiendo un momento íntimo. | Foto: Unsplash

Una pareja compartiendo un momento íntimo. | Foto: Unsplash

Debo haber hecho algún ruido porque Bryan se dio la vuelta y me vio. Por primera vez en catorce años, lo vi sin palabras. “Puedes caminar”, me escuché decir.

“¿Puedes caminar y todo este tiempo me has estado culpando?” Apenas reconocí mi propia voz y el grito que la siguió: “¡LÁRGATE!”

Bryan caminó hacia mí con las manos extendidas. “Puedo explicarlo…” dijo, pero agarré una mancuerna y la levanté: “¡Ni un paso más!”, le dije. “Fuera, esta es MI casa, la tenía antes de casarme contigo. ¡FUERA!”

No dijo una palabra más. Se fue y se llevó a Doris con él. Más tarde descubrí que había tenido una aventura con ella desde antes del accidente, y pensó que era una buena idea que yo le pagara un salario.

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Me divorcié de Bryan; él no obtuvo nada y yo obtuve mi libertad. Me encontré en mi propia casa, con un gran trabajo y en control de mi propia vida. Por cierto, ¿el amigo de Bryan, Tito? Me llamó y me invitó a salir. Ahora puedo decir que sí.

Una mujer joven sonríe feliz. | Foto: Unsplash

Una mujer joven sonríe feliz. | Foto: Unsplash

¿Qué podemos aprender de esta historia?

Nunca dejes que nadie que se supone que te ama te menosprecie. Si alguien te hace sentir menos de lo que eres, la relación es tóxica.

No temas ni te avergüences de hacer saber a las personas que te rodean que necesitas ayuda. Si nuestro suscriptor le hubiera dicho a su familia y amigos que Bryan era emocionalmente abusivo, habría recibido ayuda y apoyo.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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