Indigente encuentra bebé recién nacida abandonada en callejón desierto, y años después se reencuentran - Historia del día
Un hombre encuentra a una bebé abandonada en el callejón oscuro en el que vive y le salva la vida. Muchos años después su amabilidad se ve recompensada.
Algunos niños nacen en una cuna de oro, son apreciados, amados y deseados. Otros no son tan afortunados. Una tarde de otoño, Juan Mejías, de 37 años y borracho confeso, encontró a uno de los desafortunados.
Caminaba hacia el callejón donde solía dormir todas las tardes cuando de repente escuchó un sonido extraño.
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Al principio, pensó que era un gato, pero cuando se acercó, se dio cuenta de que era una bebé llorando. Había una bebita acostada junto al contenedor de basura sobre un montón de hojas muertas.
El hombre estaba atónito. “¿Una bebé? ¿Aquí? ¿Quién dejaría a una niña junto a un basurero en un callejón donde las ratas pueden morderla?”. Rápidamente levantó a la criatura y vio que era muy pequeña, de pocos días de nacida.
“Oh”, gritó Juan meciendo a la niña que lloraba. “Estamos en problemas...”. No sabía qué hacer. El hombre se había criado en un hogar de acogida después de la muerte de sus padres y había tenido mucha mala suerte.
Para Juan, entregar a la bebé a Servicios Infantiles era igual a condenarla a una vida de torturas. "¿Qué puedo hacer?”, le preguntó a la bebé, quien simplemente bostezó. Así que fue a un refugio que conocía y habló con la monja que lo dirigía.
Le dijo que la bebé era suya, que había tenido una relación con una mujer sin hogar que ahora la había abandonado, y le pidió ayuda, fórmula y pañales.
Durante los primeros meses, el hombre logró mantener a la pequeña limpia y alimentado, pero luego llegó el invierno. ¿Cómo podía tener a una bebé tan pequeña en las calles en invierno? Entonces tuvo una idea.
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Todos los días mendigaba frente a una gran empresa y había una mujer alta y delgada que siempre le daba dinero y le decía algunas palabras amables. Juan decidió que ella sería la madre perfecta para su bebé.
Caminó hacia ella. "Hola", dijo. "¿Podrías quedarte con mi bebé, por favor? Hace tanto frío que temo que se muera".
La mujer que había elegido era Diana Silva, una consultora financiera de alto poder, soltera y sin hijos. Pasó la mirada del desesperado rostro barbudo de Juan a la dulce sonrisa de la bebé.
“No puedo tener un bebé...”, dijo la mujer.
“Por favor”, suplicó Juan. “Su nombre es Julia, y es preciosa”, le dijo, y le contó su historia. Luego puso a la bebé en los brazos de la mujer y empezó a alejarse.
“¡Espera!”, gritó la Diana. “¿Cuál es tu nombre?”.
“Soy Juan”, dijo. “¡Puedes decirle que Juan Mejías la amaba!”.
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Esa noche, el hombre se acurrucó en el refugio con los brazos vacíos y descubrió que unas lágrimas corrían por su rostro. “Hice lo correcto”, susurró. “¿Qué puede ofrecerle un hombre como yo a una bebé?”.
La vida de Juan no se volvió más fácil después de que le dio la bebé a Diana. Cuando tenía a Julia, había dejado de beber, pero ahora retomó su antigua adicción. Las cosas fueron de mal en peor, y dieciséis años después, el hombre creía que estaba cerca de morir.
Una tarde, mientras dormía acurrucado debajo de un puente, alguien le iluminó la cara con una linterna. "¿Juan? ¿Juan Mejías?", preguntó una voz joven.
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El hombre levantó una mano para protegerse los ojos. Era una chica joven y hermosa, con grandes ojos dorados y una dulce sonrisa. “Yo solía ser Juan Mejías”, dijo el vagabundo. “¿Y tú quién eres?”.
La niña soltó un grito de alegría y lo abrazó. “¡Soy Julia, soy la bebé que salvaste y estoy aquí con mi madre!”.
Entonces Julia le contó a Juan su historia. Diana había decidido quedarse con Julia y la había adoptado, pero nunca se lo había dicho. Un día, cuando estaba buscando fotos antiguas para un proyecto escolar, la chica encontró los papeles de adopción.
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Fue entonces cuando la mujer le contó a Julia sobre Juan Mejías, el hombre que la había salvado y había luchado por mantenerla sana y salva en las calles durante el invierno.
“¡Mamá, tenemos que encontrarlo!”, le había dicho la chica. “¡Tenemos que ayudarlo como él me ayudó a mí!”. Y así había comenzado una búsqueda en todos los refugios para personas sin hogar y casas de transición en la ciudad, y ahora finalmente lo habían encontrado.
Pero Juan negó con la cabeza. “No es bueno, Julia, estoy demasiado viejo y roto para cambiar”. La chica lo miró directamente a los ojos. “¡No te atrevas a rendirte Juan Mejías, porque yo no te voy a abandonar!”.
Diana llevó al hombre a un centro de rehabilitación, y cuando salió, tres meses después, era una persona diferente. La mujer le consiguió un trabajo y le encontró un pequeño apartamento para él solo.
No fue fácil, por supuesto, pero Juan tuvo a Julia con él en cada paso del camino, asegurándose de que siguiera luchando. Él era un hombre cambiado. Finalmente tenía algo por lo que vivir: una familia, esperanza y amor.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Todos necesitamos algo en lo que creer, algo que nos dé esperanza. Mientras cuidaba a la bebé, Juan tenía algo por lo que vivir y se mantuvo sobrio.
- A veces, la bondad que damos a los demás se multiplica por diez. Julia fue a buscar a Juan y terminó salvándolo como él la había salvado a ella.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.