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Una casa abandonada | Foto: Shutterstock
Una casa abandonada | Foto: Shutterstock

Mujer rica nota que hija de 10 años va a edificio abandonado cada día después de la escuela - Historia del día

Mayra Pérez
01 dic 2021
09:00

Una mujer rica se sorprende al descubrir qué ha estado haciendo su hija de 10 años en un edificio abandonado todos los días después de la escuela.

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Jessica siempre le dio a su hija todo lo que quería, desde un poni hasta lo último en electrónica, pero lo único que Julia realmente quería era un padre. Según su madre, él había muerto antes de que ella naciera.

También le dijo que Diego Hernández había sido un hombre cariñoso y bondadoso que había sentido gran emoción por su primera hija, hasta que un accidente fatal terminó con su vida a los 32 años. Lo que Julia no sabía era que todo era mentira.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

La verdad es que Diego se había ido de viaje de negocios fuera de la ciudad y nunca había regresado. Jessica, entonces embarazada de siete meses, lo había llevado al aeropuerto.

Incluso entonces él parecía distante, demasiado silencioso, y le había dicho que le dolía mucho la cabeza para hablar. Se alejó, boleto en mano, y no había mirado atrás. Jessica nunca lo había vuelto a ver.

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La futura madre había caído en una profunda depresión y solo el nacimiento de su bebé dos meses después la había sacado finalmente de esa espiral de desesperanza en la que estaba.

Julia se había convertido en el centro de su mundo, y decidió que no le diría nada sobre el abandono. Así que destruyó todas las fotos y recuerdos de Diego. Le habló poco de él a la niña, siempre enfatizando su amabilidad y lo atlético que había sido.

Afortunadamente, la familia de Jessica era muy rica y unos años antes de casarse con Diego había recibido un legado sustancial que le había permitido mantenerse a sí misma y a su hija cómodamente.

La niña siempre obtenía lo que quería. Cuando quiso aprender a montar a caballo, Jessica le compró un poni, cuando quiso bailar, la inscribió en la escuela de ballet. Aunque Jessica había complacido sin límites a su hija, de alguna manera no era malcriada. Era una chica dulce, cariñosa y profundamente empática.

Desde el momento en que pudo caminar, comenzó a regresar de sus paseos en el parque con su niñera con mariposas y orugas enfermas, y una vez con un pajarito. Si alguien estaba herido, Julia quería curarlo. Fue su dulce bondad lo que provocó una fuerte discusión con su madre.

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Julia iba a ballet los martes y jueves y normalmente era el conductor quien la iba a buscar. Cuando Jessica notó que su hija siempre llegaba a casa tarde, reprendió al chofer. Pero él confesó que Julia siempre salía muy tarde y con la ropa sucia.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Desconcertada, Jessica le preguntó a Julia qué estaba haciendo después del ballet, pero su hija se encogió de hombros. Así que la madre decidió que iría a buscarla en persona y llegar al fondo del misterio.

El martes siguiente, Jessica se estacionó fuera de la academia de baile y vio salir a todas las chicas. Luego se dio cuenta de que Julia pasaba sigilosamente por delante del auto, agachada detrás de una valla.

Jessica salió del auto y siguió a su hija. Para su asombro, Julia entró en un edificio abandonado al final de la manzana. La madre la vio correr hacia una figura sentada en la oscuridad.

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“¡Aquí estoy!”, dijo en voz muy dulce. “Te traje unos sándwiches de jamón y leche con chocolate, y unos calcetines calientes…”. Al oír la voz de Julia, la figura levantó la cabeza, y Jessica vio unos ojos enormes en un rostro esquelético y devastado.

“¡Julia!”, gritó. “¿Qué estás haciendo? ¡Vuelve aquí ahora mismo!”. Julia se volvió y miró a su madre. Asustada, dejó caer los sándwiches y los demás artículos que tenía en las manos.

“¡Mamá!”, exclamó asustada. “Oh mamá, este es mi amigo, y tiene hambre…”. Jessica la había alcanzado en dos pasos, la tomó del brazo y la estaba arrastrando lejos de la espantosa figura.

De camino a casa, Julia escuchó un sermón largo sobre escabullirse de la escuela y correr peligro, y especialmente acerca de estar a solas con extraños en un edificio abandonado.

“¡Pero mamá, él no es un extraño!”, dijo Julia. “¡Ha sido mi amigo durante dos años y NUNCA me haría daño!”

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¡Tuviste suerte, eso es todo!”, gritó Jessica enojada. “¡Quiero que me PROMETAS, Julia, que NUNCA, jamás volverás a ver a ese hombre!”, en medio del llanto le hizo la promesa, lo que calmó un poco a su madre.

Sabía que su hija era una niña sincera y esperaba que su amable corazón no la volviera a poner en peligro. Pasaron los meses, y el incidente con el vagabundo quedó en el fondo de su mente. Sin embargo, el destino aún no había terminado con ella.

Iba conduciendo con Julia hacia su recital de baile de fin de año cuando su hija comenzó a gritar: “¡Detente, mamá, POR FAVOR, POR FAVOR DETENTE!”

Jessica detuvo el auto y antes de que pudiera preguntar qué pasaba, Julia se desabrochó el cinturón de seguridad, abrió la puerta y salió corriendo del auto.

Jessica la vio arrodillada al lado de una figura tendida en la acera, medio cubierta de nieve. “Mamá”, gritó Julia, “es mi amigo, ¡y creo que está realmente enfermo!”

Jessica salió del coche, hacia donde Julia acariciaba suavemente la frente del hombre inconsciente y, por primera vez, vio su rostro. “¡Diego!”, murmuró. “¡Dios mío! No puede ser…”

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Jessica buscó a tientas su teléfono celular y llamó al 911, luego se arrodilló al lado de su hija y miró a este extraño con la cara de su esposo. La ambulancia lo llevó al hospital y ellas lo siguieron en su automóvil.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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El hombre estaba en coma, dijeron los médicos, y se sorprendieron cuando ella identificó al vagabundo como su esposo. “Se desvaneció, nos abandonó…”, dijo con amargura.

Uno de los médicos dijo: “Señora, este hombre tiene un tumor cerebral avanzado, que debe haberse extendido durante los últimos diez o quince años. ¿Su esposo sufrió de dolores de cabeza y pérdida de memoria?”

Jessica asintió. “¡Lo hizo! Era tan olvidadizo que tenía que escribir todo, y sufría fuertes migrañas…”

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“Entonces”, dijo el médico con suavidad, “es probable que simplemente se haya olvidado de quién era y de que usted incluso existía. El tumor es benigno y, si lo extirpamos, puede que empiece a recordar…”

“Él… ¿Él no me abandonó?”, preguntó Jessica, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. El médico negaba con la cabeza. “No”, y Jessica abrazó a su hija. “Oh cariño”, gritó. “¡Trajiste a tu papá a casa!”

Más tarde, y mucho más tranquila, Jessica le explicó a Julia quién era ese hombre y por qué le había dicho que estaba muerto. “Pero no lo estaba, ya ves, se olvidó de sí mismo, ¡y se olvidó de nosotras!”

Dos semanas después de su cirugía, el hombre abrió los ojos y vio a Jessica sentada en una silla junto a su cama. Frunció el ceño y pareció desconcertado. “Tú…”, susurró. “He estado soñando contigo…”

Jessica tomó la mano de Diego entre las suyas. “¡Oh, querido, esto no es un sueño!”, dijo sonriendo.

Diego miró su mano en la suya, luego su rostro. “¿Jessica?”, susurró. “Jessy, ¿dónde está la bebé?”

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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Por supuesto, le contaron a Diego lo que había sucedido y cuánto tiempo había pasado, pero finalmente llegó el día en que tuvo a su hija en sus brazos.

Por un extraño giro del destino, Julia había logrado sacar a su padre, desaparecido hacía mucho tiempo, de la pesadilla en la que había estado viviendo y lo había traído de vuelta a los brazos de su familia.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • A veces, las heridas más terribles pueden contener el secreto de su propia curación. Jessica se sorprendió al saber que su esposo había sufrido amnesia y que nunca la había abandonado a ella ni a su hija.
  • La bondad puede ser la mano del destino. La naturaleza dulce de Julia la llevó a ser amable con un vagabundo que resultó ser su padre perdido hace mucho tiempo.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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