Niña sueña con caminar al altar con su difunto papá y escucha su voz el día de su boda - Historia del día
Bárbara Méndez siempre soñó con caminar al altar con su papá, pero él murió repentinamente en Italia visitando a su familia. Su tío iba a asumir el rol en su boda, pero alguien más apareció poco antes de la ceremonia.
Bárbara estaba lista para caminar al altar en su boda al aire libre. Su prometido, Franco, la esperaba feliz. Pero cuando se vio en el espejo, vestida de blanco, se puso triste. Recordó que su papá no estaría allí para escoltarla.
Aún recordaba el día que lo vio partir. Ella tenía 16 años. Su papá se fue a Italia, su país natal, a ver a su familia por primera vez desde que emigró.
Pareja en una boda | Foto: Pexels
"Deberías llevarme contigo. Quisiera conocer los campos de Sicilia. Debe ser muy hermoso, papá", dijo Bárbara en aquel entonces.
"La próxima vez, Barbi. Solo voy a ver cómo están tus abuelos", explicó Ángelo, su papá. "Eso sí, cuando te gradúes de secundaria, planeo llevar a toda la familia".
Bárbara sonrió de oreja a oreja, y vio a su papá sentarse en el asiento del pasajero del auto de su mamá. Él partió hacia el aeropuerto, y ella se despidió con la mano. No tenía idea de que sería la última vez que lo vería.
Una semana después de su llegada a Italia, Ángelo tuvo un accidente automovilístico. Cuando llamaron a casa de Bárbara con la mala noticia, fue el peor momento en la vida de la joven.
Le rogó a su madre que la llevara a Italia para el funeral. Pero sería imposible. La verdad, las cosas no eran fáciles para Georgina en ese momento.
Era viuda y madre de cuatro hijos. Tenían ahorros, pero los necesitaría para cuidar de los niños. No podía coordinar un viaje a Italia, y menos para cinco personas. Entretanto, su tío Francesco le dijo que ellos se encargarían de todo en Italia.
Años más tarde, la pérdida de su padre seguía siendo un recuerdo tan doloroso que Bárbara ni siquiera se atrevía a viajar a Italia. Tenía el dinero, pero no las fuerzas. El resto de la familia tampoco quería ir, así que se olvidó de visitar.
"Nunca imaginé que no nos volveríamos a ver. Tú deberías estar aquí, papá. Soñé que me acompañabas hasta el altar todas las noches desde que te fuiste", susurró Bárbara conmovida, con los ojos cerrados, recordando a Ángelo.
Novia con su vestido ante el espejo. | Foto: Pexels
Estaba sola en la habitación. Sus damas de honor estaban revisando las cosas afuera, y su madre se había ido por el momento. Aprovechó esos minutos para derramar unas lágrimas por la ausencia de su padre.
La familia de su padre sí estaría presente, por lo menos. Bárbara envió invitaciones a Italia, y el tío Francesco había confirmado su asistencia. Incluso accedió a acompañarla hasta el altar.
En ese momento, su madre entró en la habitación. "Cariño, ya es hora. Déjame ayudarte con ese vestido”, dijo Georgina, y sujetó la cola lo mejor que pudo.
"¿Mi tío está ahí?", preguntó Bárbara.
"Sí, está ahí esperándote", respondió su madre, enfocándose en el vestido.
Bárbara salió de la habitación y comenzó a caminar, concentrada en no tropezar con su enorme vestido e incómodos zapatos. Por eso no subió la mirada, ni se percató la gran sorpresa que la esperaba.
"Hola, Barbi", dijo una voz grave, pero increíblemente familiar.
Bárbara se paralizó y cerró los ojos de repente. "Me estoy imaginando cosas, ¿verdad?", se dijo a sí misma. Pero entonces, oyó a su madre dar un grito ahogado y comenzar a llorar.
Novia con velo y ojos cerrados. | Foto: Pexels
“Barbi, abre los ojos. Soy yo", susurró Ángelo a su hija. Él era la única persona en el mundo que la llamaba así. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
"Esto no puede estar pasando. Es imposible", dijo Bárbara, aún con los ojos firmemente cerrados.
"Soy yo, cariño", dijo Ángelo nuevamente. Su voz comenzó a quebrarse. Por fin, Bárbara abrió los ojos y vio el rostro que había extrañado tanto durante más de una década.
"¡Papá! Yo...", balbuceó Bárbara, antes de comenzar a llorar. Entre lágrimas, logró preguntar: "¿Cómo es esto posible? No puedes estar aquí. ¿Estoy soñando?".
"Principessa. Mi Bellissima Barbi. Soy yo. Es tu papá, Ángelo", repitió el hombre, con su rostro cubierto de lágrimas.
Bárbara estaba hecha un mar de lágrimas. Abrazó a su padre con fuerza por lo que pareció una eternidad. Su madre también lloraba junto a ellos.
Cuando por fin se calmaron un poco, Georgina besó a su esposo apasionadamente. No había ni mirado a otro hombre en diez años. Nunca tuvo ojos para nadie más que él.
Bárbara se rió entre lágrimas, viendo a sus padres juntos por primera vez en tantos años. Miró a su alrededor y vio al tío Francesco llorando también, se acercó a preguntarle qué estaba pasando.
Apuesto hombre mayor con traje formal. | Foto: Pexels
"Ay, Bárbara, me vas a odiar por esto", dijo Francesco con un fuerte acento italiano. "Tu papá tuvo un accidente automovilístico y entró en coma", explicó.
"Nuestra madre, tu Nonna, decidió que era mejor decirles que se había muerto. Los médicos nos dijeron que nunca despertaría. Pero tu papá es un luchador. Hace tres meses, ¡se despertó!"
"¡Dios mío!", dijo Bárbara, impactada. No sabía qué decir ante semejante revelación.
“¡Sí, fue una locura! No sabíamos cómo explicar al resto de la familia, y entonces llegó tu invitación a la boda. Me pareció que sorprenderte aquí sería la mejor forma", concluyó el tío Francesco.
Bárbara sonrió. Era el plan más estúpido que había escuchado en toda su vida. Y no le importaba en lo absoluto, porque al final, había recuperado a su papá. Y podía tener la boda de sus sueños.
Cuando Georgina por fin soltó a Ángelo, ambos miraron a su hija. "Ay, mija, arruinamos tu maquillaje. Francesco, dile a los invitados que esperen un poco más”, dijo Georgina, y llevó a Bárbara de vuelta al vestidor de la novia.
Volvieron a salir minutos después. El maquillaje no quedó perfecto, pero a Bárbara no podía importarle menos. Ángelo estaba esperándola con el brazo extendido. "Vamos a casarte, Barbi", dijo con una sonrisa.
Novia acompañada por su padre. | Foto: Shutterstock
Todos los asistentes se quedaron sin aliento cuando vieron a la novia con su padre. Nadie podía creer que Ángelo había vuelto.
Cuando padre e hija comenzaron a caminar mientras sonaba la marcha nupcial, todos los invitados sacaron sus teléfonos para grabar el momento.
Bárbara no podía dejar de sonreír. Era verdaderamente el día más feliz de su vida. Su novio, Franco, estaba impactado. Reconoció a su suegro de las fotos en casa de Bárbara, y no supo qué pensar.
Pero sonrió de oreja a oreja, porque sabía lo increíblemente feliz que Bárbara debía sentirse en ese momento. Entendía lo mucho que Ángelo significaba para ella.
Cuando Ángelo entregó a Bárbara en el altar, le dijo a Franco: "Espero que ames tanto a mi hija como para luchar por ella, e incluso para volver de la muerte por ella, si es necesario".
Franco no pudo evitar derramar lágrimas en ese momento. La ceremonia aún no había comenzado y no había un ojo seco en la casa.
Boda al aire libre. | Foto: Unsplash
¿Qué podemos aprender de esta historia?
No le mientas a tu familia. Si bien esta reunión fue mágica y emotiva, la madre de Ángelo no debió haber obligado a su familia a mentir sobre el destino de su hijo. Su esposa e hijos merecían la verdad.
A veces, ocurren milagros y los sueños se hacen realidad. No mucha gente tiene tanta la suerte de Bárbara, pero los milagros ocurren de vez en cuando.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.