Mujer con discapacidad ve a suegro llevar a sus hijos al bosque y regresar sin ellos - Historia del día
Una mujer despierta de un coma para descubrir que su esposo había muerto. Luego ve a su suegro llevar a sus dos hijos pequeños al bosque.
Cuando Esther Tovar se despertó, no podía recordar dónde estaba. Todo le dolía y se sentía mareada. Se llevó la mano a la cabeza y alguien sentado a su lado se levantó.
"Esther", dijo una voz suave. "Esther, gracias a Dios que estás despierta". Ella reconoció a su suegro, el señor Luis. ¿Pero dónde estaba su marido? ¿Dónde estaba Daniel? Entonces Esther vio el dolor en los ojos de Luis y supo que su amado estaba muerto.
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Semanas después, Esther finalmente fue dada de alta del hospital y se le permitió regresar a su casa. El accidente automovilístico que resultó fatal para su joven esposo la dejó con heridas graves.
Los médicos le dijeron que con mucha terapia podría recuperar un 40% de movilidad en las piernas. "¡Pero tengo hijos!", gritó Esther. "¿Qué voy a hacer?".
Luis estaba a su lado y dijo: "Esther, voy a estar allí para ayudarte a ti y a mis nietos en lo que necesiten. ¡Puedes contar conmigo!".
La vida de Esther ahora era muy diferente. A pesar de que ella y Daniel habían tenido algunos problemas al principio de su matrimonio, ella lo amaba mucho y lo extrañaba. A sus dos hijos, Sara, de 5 años, y Daniel Jr., que solo tenía 3 años, también les hacía mucha falta su papá.
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Esther no sabía qué habría hecho sin el apoyo del señor Luis. Todavía estaba postrada en cama y un fisioterapeuta iba a su casa tres veces por semana para trabajar con ella. El padre de su difunto marido hizo todo por ella y los niños.
El peor enemigo de Esther en su lenta recuperación fue el dolor. Los médicos le habían recetado analgésicos fuertes, pero ella era reacia a usarlos y, a menudo, estaba completamente despierta la mayor parte de la noche, luchando contra las fuertes molestias.
Una mañana, justo cuando comenzaba a salir el Sol, Esther escuchó la puerta trasera abrirse y se sorprendió al ver a Luis cruzar el patio de camino hacia el bosque.
Llevaba de la mano a Sara y Daniel Jr. y Esther estaba a punto de llamarlos. Luego pensó que tal vez su suegro se llevaría a los niños a ver el amanecer o recoger algunas frutas y flores.
Ella se recostó. ¡Luis fue tan bueno con los niños y con ella! Era difícil creer que él fuera el mismo hombre que había demostrado cuánto le desagradaba al principio de su matrimonio.
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Luego logró dormirse, pero de pronto despertó con una pesadilla. Los rayos del Sol brillante se colaban en su habitación cuando Luis entró corriendo.
"¡Esther!", gritó, angustiado. "¡Los niños, los niños se han ido!".
Esther se sentó tan erguida como pudo en su cama. "¿Se han ido? ¿Qué quieres decir con que se fueron?".
"¡Me acabo de despertar y fui a prepararles el desayuno, pero no estaban en sus habitaciones!", contestó Luis. "¡Alguien se los llevó!".
"¿Alguien?", preguntó Esther, queriendo creer que todo era una especie de broma. "¡Tú te los llevaste! ¡Te vi sacarlos por el patio trasero y llevarlos al bosque esta mañana temprano!".
Cuando escuchó sus palabras, una expresión terrible se plantó en el rostro de Luis. "¡Estúpida lisiada! ¡Lo has echado todo a perder!", gritó y salió corriendo de la habitación. Esther oyó que su coche arrancaba y se alejaba a toda velocidad.
Tomó su teléfono celular y llamó a la policía. Cuando escucharon su historia, se quedaron atónitos. ¿Por qué Luis secuestraría a sus propios nietos? ¿Y dónde podrían estar?
Afortunadamente para Esther, uno de los policías era un viejo amigo de la escuela secundaria, Cristian Méndez. El oficial siempre había estado enamorado de Esther, y sabía que era una mujer sincera.
El jefe de policía ordenó registrar el bosque, pero no había señales de los niños. Semanas después de que Esther denunciara la desaparición de sus hijos, el hombre a cargo del departamento policial, ordenó el cierre del caso.
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Cristian estaba desconcertado. Como mínimo, se debía lanzar una Alerta Amber por Sara y Daniel Jr., pero el jefe había clasificado la desaparición como una "disputa por la custodia".
Por tal motivo, Méndez decidió investigar un poco por su cuenta y, tres días después, fue a ver a Esther. "Creo que encontré a tus hijos, pero están en otro estado y no tengo jurisdicción", le dijo a la madre de dos.
"Soy su mamá", dijo Esther. "Tengo la custodia exclusiva ya que Daniel está muerto".
"Nunca entendí por qué su funeral fue fuera de la ciudad", dijo Cristian. "¿Fue esa tu decisión, Esther?".
"No", dijo ella. "Después del accidente, estuve en coma durante semanas. Luis se encargó de todo. Él decidió enterrar a Daniel en la ciudad vecina, en el mausoleo de la familia. ¿No fuiste al funeral?".
Cristian negó con la cabeza. "Luis solo nos lo contó más tarde", explicó. "Pero estoy empezando a tener mis sospechas".
Al día siguiente, Cristian y Esther se dirigieron a Santa Fe, donde habían enterrado a Daniel. "Hice un seguimiento de algunas de las transacciones de los cajeros automáticos de Luis, y creo que está aquí. También hay una casa registrada a su nombre".
"Hijos míos, quiero ver a mis hijos", gritó Esther. Y pronto lo hizo. Ella y su amigo policía observaron a través de la ventana de la cocina de la casa que pertenecía a Luis mientras él servía sopa a Sara y Daniel.
Para completar, Esther tuvo una sorpresa aún mayor: una mujer alta y rubia entró en la cocina, ¡y justo a su lado estaba Daniel, su esposo supuestamente muerto! Mientras Esther miraba disgustada como su esposo besaba y acariciaba a la mujer frente a sus hijos, Cristian llamó a la Policía.
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Media hora después, Daniel, Luis y la mujer salían de la casa esposados y Esther abrazaba a sus hijos. Resultó que su marido había visto su accidente automovilístico como una oportunidad para ejecutar un plan de seguro.
Su amante, la mujer rubia, era una médica que había redactado un certificado de defunción para la compañía de seguros y Daniel planeaba comenzar una nueva vida con ella. Pero no habían contado con que las heridas de Esther fueran tan graves.
Después de unos meses, Luis se había cansado de cuidar a Esther, así que él y Daniel habían planeado el secuestro. Ahora, el rapto era otro cargo más en su expediente y terminaron con una sentencia de 10 años en prisión.
En cuanto a Esther, su recuperación fue completa, para asombro de los médicos. El poder del amor la ayudó a sanar. Dos años después del accidente se casó con Cristian, quien adoptó a Sara y a Daniel.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Un verdadero amigo nunca te abandona: Aunque el jefe de policía ordenó el cierre del caso, Cristian se negó a abandonar la búsqueda de los hijos de Esther.
- Tarde o temprano, la verdad sale a la luz: Luis y Daniel hicieron un plan criminal y engañaron a Esther, pero olvidaron que la verdad y la justicia siempre ganan.
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