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Camionero ayuda a mujer inconsciente tendida en la carretera y días después se reencuentran - Historia del día

Un camionero salva la vida de una joven en una noche de invierno. Días después, sus caminos se vuelven a cruzar cuando ella joven hace algo inesperado por él.

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Era una noche oscura de invierno cuando Arturo regresaba a casa después de un turno difícil. Trabajaba como camionero haciendo varios turnos a la semana porque su familia tenía una gran necesidad de dinero.

El pobre, como siempre, tenía muchas cosas en la cabeza ese día y conducía despacio, pensando en soluciones a sus problemas.

Un camión transitando de noche por una carretera nevada. | Foto: Shutterstock

Un camión transitando de noche por una carretera nevada. | Foto: Shutterstock

Tenía una hija enferma llamada Carla que necesitaba una cirugía urgente, pero no estaba seguro de poder recaudar suficiente dinero para ello.

A ella le habían diagnosticado un quiste poco después de nacer. Los médicos les dijeron a sus padres que necesitaba una operación lo antes posible; de lo contrario, podría representar una amenaza para la vida de la niña.

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Arturo y su esposa María no tenían suficiente dinero para pagar la cirugía y le preguntaron al médico cuánto tiempo tenían para salvar a su pequeña.

El doctor, con expresión apesadumbrada, declaró que un par de años era todo lo que tenían, para ser exactos, solo 3 años. Entonces, el quiste duplicaría su tamaño y las consecuencias serían fatales.

Los padres decidieron que harían todo lo posible para salvar a su hija y empezaron a ahorrar dinero de inmediato. Arturo dejó de ir a bares con sus amigos y María abandonó las pequeñas compras que solía hacer.

Un año después, tenían casi el 70% de los fondos para la operación, pero el 30% restante seguía siendo una suma significativa.

Mientras el padre conducía su camión esa noche, una de las ruedas del vehículo se obstruyó un poco por la nieve en la carretera. Esto hizo que el camión se sacudiera y sus pensamientos tristes se detuvieran.

Una pequeña niña mirando hacia el suelo. | Foto: Pexels

Una pequeña niña mirando hacia el suelo. | Foto: Pexels

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“¡Ay Dios mío! Hoy está nevando mucho. Supongo que llegaré tarde a casa”, pensó el hombre, reduciendo la velocidad para conducir más lentamente.

Afuera estaba oscuro como boca de lobo, sin visibilidad. No había un alma a la vista, y todo lo que Arturo podía ver era nieve y una farola en algún lugar en la distancia, hasta que condujo un poco más y notó una silueta en medio de la carretera.

Pisó el freno y se detuvo por completo. Mientras se frotaba los ojos y miraba más de cerca, notó una figura humana, una mujer inconsciente en medio del camino.

Arturo saltó de su camión y se apresuró en ayudarla. “¿Hola? ¿Está bien? ¿Puede oírme?”, preguntó, tratando de despertarla. La mujer abrió los ojos, murmuró algo y volvió a perder el conocimiento.

Arturo la levantó y la llevó al camión. Encendió la pequeña calefacción que tenía y la tapó con su chaqueta. Luego le frotó las manos para calentarlas e intentó despertarla unas cuantas veces más, pero no lo lograba.

Preocupado por su estado, el hombre rápidamente cambió de ruta y se dirigió directamente al hospital. Después de un tiempo, la mujer recuperó el conocimiento, su piel pálida finalmente tomó algo de color y sus ojos se abrieron lentamente, aunque no del todo.

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“¿Dónde estoy? ¿Y adónde me lleva?”, preguntó con voz temblorosa.

Una mujer con los ojos cerrados. | Foto: Unsplash

Una mujer con los ojos cerrados. | Foto: Unsplash

“¡Ah! Ya despertó. No se preocupe, pronto estaremos en el hospital”, respondió, manteniendo la vista en la carretera e intentando llegar al nosocomio lo antes posible. La mujer murmuró algo en respuesta y se volvió a dormir.

Aproximadamente 10 minutos después, finalmente llegaron al centro de salud. Arturo la levantó y entró corriendo. “¡Es una emergencia! ¡Necesito a un médico!”, gritó a todo pulmón.

El médico, al examinarla, anunció que necesitaba ser ingresada de urgencia. “Sus extremidades están congeladas, y debido a que estuvo afuera en el frío, tenemos que admitirla de inmediato. ¿Eres pariente de ella?”, le preguntó el galeno a Arturo.

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“Solo soy un camionero”, explicó el hombre. “Me la encontré en la carretera de camino a casa”.

“Entonces, ¿le informó a la policía sobre ella?”.

“Todavía no. Conduje al hospital lo antes posible”.

“Eso es bueno. Gracias por su ayuda. Informaremos a la policía, pero necesitamos que se quede aquí en caso de que haya preguntas”.

Arturo asintió con la cabeza, sabiendo que la policía también lo interrogaría, sospechando que podría ser responsable del estado de la mujer.

Una persona inconsciente acostada en una cama de hospital. | Foto: Unsplash

Una persona inconsciente acostada en una cama de hospital. | Foto: Unsplash

Cuando llegó el oficial de policía del distrito, comenzó a interrogar al camionero, girando y torciendo sus preguntas para determinar si Arturo era el culpable de la condición de la mujer.

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Pero cuando notó que no hubo resultados del interrogatorio, dejó que el hombre se fuera a casa. Arturo le contó todo a su esposa y ella le dijo que no se preocupara porque todo estaría bien.

Pero al día siguiente, cuando el hombre recibió una llamada del hospital, temió que algo estuviera mal. Cuando llegó al hospital, supo que sus sospechas estaban equivocadas.

La mujer, Alicia, quiso expresarle su gratitud y le contó toda la historia sobre cómo había terminado en la carretera. Resulta que era una mujer de negocios que le había mentido a su marido sobre la quiebra de su empresa.

Su esposo le había sido infiel y ella quería deshacerse de él. El hombre nunca accedería a firmar los papeles del divorcio si supiera que ella todavía tenía dinero, así que la mujer lo organizó todo para sacarlo de su vida.

Sin embargo, cuando descubrió que estaba mintiendo, trató de deshacerse de ella arrojándola fuera de su automóvil en la carretera mientras se dirigían a casa.

“Él es consciente de mi intolerancia al frío. Si no me hubieras visto, es posible que no hubiera sobrevivido y él hubiera heredado mi riqueza y todo lo demás. No tenía idea de que se convertiría en una persona tan horrible. Gracias por salvarme la vida”, dijo la mujer.

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Una patrulla de policía estacionada. | Foto: Unsplash

Una patrulla de policía estacionada. | Foto: Unsplash

“¡Me alegro de haber podido ayudarla!”, dijo Arturo. “Espero que se recupere pronto y regrese a casa sana y salva”.

“Muchas gracias, Arturo”, respondió Alicia. “Eres un alma realmente generosa”.

“Espera, ¿cómo sabe mi nombre?”, preguntó el hombre sorprendido.

“Ah, cuando desperté, uno de los médicos me habló un poco sobre ti”, contó la mujer. “Me dijo que me habías traído al hospital anoche y me informó que vienes aquí con frecuencia con tu hija. ¿Está todo bien?”.

Los ojos de Arturo se llenaron de lágrimas. “Lamentablemente, eso es cierto. Mi hija está enferma y necesita que la operen. Sin embargo, yo solo trabajo como camionero.

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“Mientras mi esposa y yo estamos tratando de ahorrar dinero, me preocupa lo que sucederá si no podemos hacerlo. No quiero perder a mi hija”.

“No te preocupes. Todo estará bien”, le aseguró Alicia.

El hombre se secó las lágrimas y salió silenciosamente de la habitación. Pensó que, si Dios podía ayudarlo a salvar a una extraña, ¿por qué lo estaba poniendo a prueba cuando se trataba de su hija?.

Sin embargo, una semana después, esas quejas se desvanecieron cuando Arturo recibió una llamada del hospital. “Hola, ¿hablo con el Sr. Arturo Guerrero?”.

Un hombre hablando con una mujer en una habitación. | Foto: Pexels

Un hombre hablando con una mujer en una habitación. | Foto: Pexels

“Sí. ¿En qué le puedo servir?”.

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“Bueno, señor, lo llamamos para informarle que acaba de recibir fondos para la cirugía de su hija. ¿Podría venir al hospital hoy para confirmar todos los detalles y fijar una fecha para la operación?”.

El hombre saltó de alegría. “¿Qué? ¿Lo dice en serio?”.

“Sí, señor. Entonces, ¿podemos confirmar una hora para la reunión?”.

Arturo y María no pudieron contener su emoción y se fueron al hospital. Cuando llegaron, se sorprendieron al encontrar a Alicia allí. “¿Fue usted?”, los ojos del hombre se llenaron de lágrimas. “¿Fue usted quien pagó la operación de mi hija?”.

“Eso es lo menos que puedo hacer”, contestó la mujer. “Si no hubiera sido por tu ayuda, habría muerto. Siento mucho haber tardado, apenas me dieron de alta hace dos días”.

María no pudo contener las lágrimas y abrazó a Alicia. “No sé cómo agradecerte. Realmente has sido una bendición en nuestras vidas. ¡Muchas gracias!”.

“Está bien, Sra. Guerrero. No tiene que agradecerme. Vayamos y completemos rápidamente el proceso para la cirugía de su hija”.

Un equipo de médicos en una sala de operaciones. | Foto: Unsplash

Un equipo de médicos en una sala de operaciones. | Foto: Unsplash

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Después de la operación, Alicia les hacía visitas regulares y ayudaba a María a cuidar a Carla. La mujer no tardó en hacerse amiga de la familia.

Su esposo, en cambio, había sido detenido por la policía. De esta manera, aquella noche invernal marcó el final de la miseria de Arturo y la de Alicia.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

La bondad genera bondad. Arturo le salvó la vida a Alicia y ella le devolvió su generosidad pagando la cirugía de su hija.

Aprende a ser amable, no cuesta nada. Arturo podría haber ignorado a Alicia y simplemente dirigirse a casa, pero no lo hizo. La ayudó sin esperar nada a cambio.

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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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