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Le doné mi riñón a una amiga que me rompió el corazón - Historia del día

Diego Rivera Diaz
26 oct 2021
07:00

Mi mejor amiga de la infancia y yo nos juramos lealtad para siempre. Ella se robó a mi novio y me rompió el corazón, pero ese no fue el final de nuestra historia.

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¿Cuántas personas siguen siendo amigos de sus mejores amigos de la infancia? Creo que la mayoría se va distanciando con los años. Pero son las amistades que nunca olvidamos.

Conocí a Delia en el jardín de infancia cuando ambas teníamos cuatro años. Como las dos éramos hijas únicas, nuestras madres alentaron nuestra amistad con citas de juegos. A los doce años, éramos inseparables.

Mejores amigas. | Foto: Shutterstock

Mejores amigas. | Foto: Shutterstock

Yo no era muy femenina que digamos, y Delia era todo lo contrario. Le encantaba la moda y vestirse de rosa. Pero nos llevábamos muy bien. Nos hicimos muy unidas, y nos defendimos mutuamente de los horrores de la secundaria.

Cuando llegó el momento de entrar en la universidad, a nadie le extrañó que ambas aplicáramos a la misma institución. Y sería esa universidad el lugar que pondría a prueba nuestra amistad.

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Delia siempre fue el centro de todas las miradas. Cuando entró en la universidad, lucía mejor que nunca. Sus pretendientes hacían fila para tener oportunidad de verla. Pero para mí, solo existía Jaime.

Conocí a Jaime el primer día, y rápidamente nos convertimos en un trío inseparable: Jaime, Delia y yo. De alguna manera, el hecho de que Jaime y yo estuviéramos enamorados no interfería en la amistad.

Jaime y yo íbamos a todas partes junto con Delia y su acompañante de turno. Pero un día todo cambió. Había viajado a Veracruz por el fin de semana para el cumpleaños número 50 de mi madre, y cuando regresé, mi vida se hizo trizas.

Delia y Jaime me recogieron en el aeropuerto, pero en lugar de nuestros chistes de siempre, solo hubo silencio. Cuando llegamos a la universidad, Jaime y Delia me contaron todo.

Triángulo amoroso. | Foto: Shutterstock

Triángulo amoroso. | Foto: Shutterstock

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Se habían enamorado perdidamente uno del otro. No se dieron cuenta sino hasta que yo me ausenté. "La cosa es que ambos te queremos mucho, y no queremos hacerte daño", dijo Delia con la voz baja.

"¿Qué estás diciendo, Delia?", pregunté, confundida, enojada y aterrada.

"Queremos encontrar una manera de que podamos seguir siendo amigos", dijo Jaime, "pero Delia es la única mujer en el mundo para mí".

"¿Es decir, quienes quedarte con mi novio y seguir siendo mi amiga, Delia? Podrías tener a cualquier hombre en toda la universidad, ¿y tenías que elegir al único que he amado?"

Delia me miró a la cara, con lágrimas en los ojos. "No era nuestra intención. Honestamente, no lo era", dijo.

"¿Honestamente? Si fueras mi amiga, te habrías alejado de él. Si fueras mi amiga, ¡hubieras sido leal!", exclamé. Les di la espalda y me marché. Al día siguiente solicité una transferencia a una universidad al otro lado del país.

Mujer triste firmando papeles. | Foto: Shutterstock

Mujer triste firmando papeles. | Foto: Shutterstock

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Pasarían doce años antes de que volviera a oír algo de Delia. Para entonces, yo era una exitosa editora en una importante editorial, y estaba casada con un reconocido novelista. Teníamos un niño de tres años.

Mi mamá me dijo que había visto a la mamá de Delia, y que Delia estaba muy enferma y recibiendo diálisis. Estaba en lista de espera para un trasplante, pero había tantas personas por delante que su mejor oportunidad era una donación privada.

Lamentablemente, nadie se había ofrecido. Al menos, nadie con el grupo sanguíneo correcto. En ese momento, mi madre desvió la mirada y dijo suavemente "Delia es tipo AB... igual que tú, Katy".

"¿Sí? No sabía", respondí con indiferencia: "Tal vez debería donarle uno de mis riñones. Después de todo, ¡ya le doné a mi novio!", agregué.

Esa noche no pude dormir. Una y otra vez me imaginaba a Delia, muriendo en el hospital. Y no la atractiva Delia que se robó a mi novio. En mis sueños, veía a la pequeña Delia, a mi mejor amiga de la infancia.

Al día siguiente, me senté a hablar con mi marido sobre la situación, y le expliqué cómo me sentía. Después de hablar un rato, decidí hacer una serie de llamadas telefónicas. Reservé un vuelo para ir a verla en el hospital.

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Mujer en avión. | Foto: Shutterstock

Mujer en avión. | Foto: Shutterstock

La mamá de Delia estaba en el aeropuerto para recogerme. Me abrazó como si nunca fuese a dejarme ir. "Gracias", susurró mientras me abrazaba. "Gracias".

Dos días después, me prepararon para la cirugía. Delia estaba en un quirófano contiguo. Sentí la anestesia comenzar a hacer efecto y cerré los ojos. Desperté horas después, en una habitación limpia y tranquila.

Había alguien acostado en la cama de al lado. Reconocí a Delia de reojo. "¿Katy?", susurró. "¿Eres tú? Mi madre no me dijo que eras tú...".

"Sí, Delia. Soy yo", respondí.

"Pero... ¿por qué? Nunca pensé... pensé que me odiabas"; dijo Delia. Su voz se quebró, y lágrimas comenzaron a correr por su rostro. "Merezco que me odies".

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Mujer llorando en cama de hospital. | Foto: Shutterstock

Mujer llorando en cama de hospital. | Foto: Shutterstock

"Nunca podría odiarte, Delia", dije suavemente. ""¿No recuerdas nuestro juramento?"

"¡El juramento!", dijo Delia. "Seremos amigas por siempre, y para siempre, y te daré mi corazón..."

"Por suerte, solo necesitabas un riñón. Y siempre has tenido mi corazón. Incluso si me lo rompiste", le dije.

"Jaime...", comenzó a decir Delia.

"No fue Jaime. Fue perderte lo que me rompió el corazón. Me di cuenta de eso cuando conocí a mi esposo. Lo amaba mucho más de lo que nunca amé a Jaime. Pero a ti nunca pude reemplazarte".

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"No tienes que reemplazarme", dijo Delia, y extendió su mano para tomar la mía, como cuando éramos niñas. Extendí mi mano para encontrarme con la suya, y una lágrima de felicidad rodó por mi mejilla.

Dos mujeres abrazándose. | Foto: Shutterstock

Dos mujeres abrazándose. | Foto: Shutterstock

¿Qué podemos aprender de esta historia?

1. No existe un hombre por el cual valga la pena perder a una buena amiga.

2. Los verdaderos amigos siempre están ahí para nosotros, pase lo que pase.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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