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Un niño en un cementerio | Foto: Shutterstock
Un niño en un cementerio | Foto: Shutterstock

Hombre nota flores nuevas en tumba de esposa cada semana y un día encuentra a niño llorando allí - Historia del día

Cuando Diego empezó a encontrar flores frescas en la tumba de su esposa Alicia cada semana, asumió que eran de uno de sus estudiantes, pues ella había trabajado como maestra toda su vida. Pero un día descubrió la verdad.

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Alicia tenía 87 años cuando murió. Llevaba 58 años casada con su esposo Diego, que era siete años menor que ella.

Dios no los había bendecido con niños. Después de que el hombre notó que los tratamientos de fertilidad estaban afectando a su esposa, le dijo que era suficiente con tenerse el uno al otro.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Alicia siempre había sido una esposa cariñosa y él también apreciaba mucho su relación. De hecho, Diego a menudo había deseado que Dios se los llevara juntos para que ninguno se quedara solo y triste por la muerte del otro.

Sin embargo, el destino tenía otros planes para ellos. Alicia había fallecido debido al cáncer. Había pasado un año desde su muerte y Diego todavía podía sentir el inmenso dolor de haber perdido a su esposa.

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Estaba en un profundo luto y visitaba la tumba de su amada todos los fines de semana tras asistir al servicio dominical en la iglesia cercana.

Un día notó que alguien había colocado flores frescas en la tumba de Alicia. Eran sus flores favoritas. Diego pensó que probablemente eran de uno de sus estudiantes. Sin embargo, cuando regresaba cada semana siempre había un nuevo ramo de flores.

Curioso por saber quién estaba dejando los ramilletes en la tumba de su esposa, comenzó a visitar el cementerio todos los días.

Entonces, un domingo, vio a un niño pequeño sentado allí. Estaba en silencio, inmóvil, sin pronunciar palabra. Diego decidió acercarse a él.

“¿Cuál es tu nombre, jovencito? ¿Y qué haces aquí?”, le preguntó al niño con dulzura. Pero el chico no respondió. Se dio la vuelta y lo miró, luego siguió viendo con atención la tumba de Alicia.

Preguntándose quién era el chico, al hombre se le ocurrieron las cosas más extrañas.

“¿Estás aquí solo? ¿Conocías a Alicia?”, preguntó de nuevo, esperando una respuesta, pero el pequeño continuó en silencio.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

De repente, Diego escuchó la voz de una mujer detrás de él: “Puede que no le responda, señor Mendoza. Déjeme intentar hablar con él”. Diego se dio la vuelta y vio a una mujer, de unos 30 años, acercándose desde la iglesia y sosteniendo las flores favoritas de Alicia en sus manos.

“¿Estás bien, Miguel?”, le preguntó gentilmente al chico. “Tal vez deberías ir a jugar con tus amigos. Te veré pronto. ¿Te gustaría hacer eso?”, el niño asintió y se alejó con la cabeza gacha.

“¿Así que tú eres la que ha estado dejando flores en la tumba de mi esposa?”, le preguntó Diego a la mujer después de que el niño se fue. “¿Conocías a mi esposa?”.

“Sí, señor”, dijo la mujer con una sonrisa. “¿Le importaría si nos sentamos? Hay muchas cosas que me gustaría contarle”.

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Diego no entendía lo que estaba pasando, pero la siguió hasta un parque cercano al cementerio donde Miguel estaba jugando con sus amigos. Entonces la mujer le reveló toda la historia a Diego.

“Sé que esto puede ser una sorpresa para usted”, dijo mientras veía al niño correr por el parque, “pero soy la nieta de su esposa. Mi nombre es Mariela”.

“¡¿Qué?!”. Diego estaba en shock. “Pero Alicia y yo nunca tuvimos hijos. Tampoco adoptamos”.

“Lo sé, señor”, admitió la mujer. “Soy un producto del pasado de su esposa, antes que se casara con usted”.

Diego estaba atónito por la repentina revelación, pero la escuchó con atención mientras narraba toda la historia.

“Mi abuela tenía sólo 16 años cuando quedó embarazada”, comenzó Mariela. “Sus padres se opusieron rotundamente al embarazo y la obligaron a interrumpirlo. Pero la abuela decidió dar a luz”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Desafortunadamente, después de que nació el niño, los médicos le dijeron que nunca podría volver a concebir. Sus padres obviamente no aceptaron al pequeño porque estaban en contra de un embarazo a tan temprana edad”

“Por eso se vio obligada a dar al niño en adopción. Ella había dado a luz a un niño encantador, su nombre es Adán, y es mi padre”, siguió contando la mujer.

“La familia adoptiva de papá lo envió años después a estudiar a la escuela donde enseñaba la abuela Alicia, y el destino los volvió a unir”.

“Ella conoció a su hijo en secreto cuando se dio cuenta de quién era y nunca se lo contó a nadie, ni siquiera a usted, porque tenía miedo de que no lo tomara de manera positiva”.

“Más tarde, mi padre se casó con mi madre, luego nací yo. Miguel es mi hijo con mi esposo. El niño era muy cercano a la abuela, y después de que ella falleció, ya no quiso hablar casi”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Sin embargo, nunca esperé que nuestros caminos se cruzaran de esta manera. Le pedí a mi madre y a mi padre que se reunieran con usted y le dijeran la verdad, pero nunca estuvieron de acuerdo por culpa de la abuela”.

“Pero me alegro de habernos conocido, Mariela”, dijo Diego mientras se secaba las lágrimas. “Si Alicia me hubiera hablado de su hijo antes, lo habría aceptado de todo corazón. Sin embargo, no es demasiado tarde. ¿Puedo conocer a tus padres?”.

“Seguro, Sr. Mendoza”, dijo la mujer. “¡A mis padres les encantaría verlo!”.

Esa noche, cuando Diego visitó la casa de Mariela, Adán y su esposa Gabriela lo recibieron calurosamente. Cenaron juntos y Adán le agradeció al hombre mayor por haber cuidado a su madre todos estos años.

Más tarde, el hombre más joven y su esposa le propusieron a Diego que se mudara con ellos, y él aceptó con gusto.

De esta manera, el hombre mayor se unió a la familia de Adán y se convirtió en un abuelo cariñoso para Mariela. También adoraba a Miguel y, un par de años más tarde, Mariela tuvo una niña a la que llamó Alicia.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Las familias se construyen con amor y cuidado y no necesariamente por un vínculo sanguíneo. Adán y Gabriela le dieron la bienvenida a Diego a su familia de todo corazón. El hombre mayor reconoció su amor al convertirse en un abuelo y bisabuelo cariñoso.
  • Nunca le ocultes nada a tu pareja. Si Alicia le hubiera dicho a Diego la verdad antes, podrían haber vivido como una familia feliz y haberse reunido hace mucho tiempo.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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