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Una niña frente a una puerta con decorado navideño | Foto: Shutterstock
Una niña frente a una puerta con decorado navideño | Foto: Shutterstock

Anciana solitaria en Nochebuena encuentra a niña en su puerta que dice ser su nieta - Historia del día

Diego Rivera Diaz
02 ene 2022
06:15

En vísperas de Navidad, una anciana mujer se sorprendió cuando una niña llamó a su puerta diciendo que era su nieta, aunque nunca había tenido un hijo.

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Wanda Sereno era una mujer adinerada, pero muy solitaria. Nunca se casó ni tuvo hijos, y sus padres habían fallecido muchos años, atrás. Pero un día, una niña llamó a su puerta.

Era la víspera de Navidad, la peor época del año para Wanda. Todos los demás celebraban mientras ella estaba sola. Sonó el timbre y Wanda abrió la puerta. "¿Qué desea?".

"Hola", dijo una linda adolescente de cabello rubio. "Soy Beatriz, tu nieta".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Wanda estaba atónita y algo enojada. "No tengo nietos, ni siquiera tengo hijos. Vaya a estafar a otro lado", respondió. La chica había tocado una herida abierta para Wanda: su falta de hijos.

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Muchos años atrás, Wanda había estado enamorada, pero a sus adinerados padres. no les gustaba David. Querían que saliera con uno chico de "buena familia", es decir, con tanto dinero como ella.

Wanda solo tenía 16 años, pero trató de hacer frente a sus padres. Sin embargo, cuando descubrió que estaba embarazada se asustó mucho. David dijo que la apoyaría, pero ella estaba llena de dudas.

¿Cómo podrían mantenerse a sí mismos, y mucho menos a un niño? Si se escapaba con David, su familia la execraría. Su madre la encontró llorando y Wanda le contó todo.

Para sorpresa de Wanda, sus padres fueron amables y comprensivos. Su papá se puso el abrigo y salió a hablar con David. Cuando regresó, parecía derrotado.

"¿Papi?", preguntó Wanda. "¿Qué pasó?"

"Lo siento, cariño", dijo su padre con tristeza. "El chico dijo... Dijo que tu bebé podría ser cualquiera. No se casará contigo". Wanda lloró amargamente toda la noche. Por la mañana, su madre le propuso un plan.

Wanda iría a quedarse con su tía Gloria hasta que naciera el bebé, y luego lo darían en adopción. "Cariño", dijo su madre. "Eres tan joven, nos aseguraremos de que el bebé tenga una buena familia".

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Pero Wanda se negó a contemplar la adopción. "Es mi bebé, mamá", dijo. "¡Voy a tener a mi bebé!". Y eso habría hecho, de haber tenido la oportunidad.

Tras nueve meses de embarazo, Wanda tuvo complicaciones en el parto. Los doctores temieron por su vida y decidieron hacer una cesárea de emergencia.

Cuando Wanda despertó, su madre y su padre estaban junto a su cama, llorando. El bebé había muerto. Habían pasado 40 años desde ese día, pero el corazón de Wanda seguía roto. Y esta chica había vuelto a abrir aquella herida.

"¡VETE!", gritó. "¡Mi hijo murió, ¿oíste? ¡Murió hace 40 años!"

La boca de la niña se abrió y miró a Wanda. "¿Murió? Tú crees que... ¡NO!", exclamó. "¡Mi papá está muy vivo! Nació el 5 de enero de 1960, en el Hospital de Santa María".

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Wanda se quedó muda. "No puede ser. Me dijeron, ellos dijeron que mi pequeño murió...", balbuceó. La chica negó con la cabeza. "¡No! Vive aquí en la ciudad, y ha estado deseando verte por años, pero el abuelo David...", dijo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

"¿El abuelo David?", preguntó Wanda, poniéndose pálida. "¿David Sarcos?".

"Sí", dijo la niña. "El abuelo David dijo que eras demasiado joven, y que por eso lo habías abandonado".

"¡No!", dijo Wanda suavemente. "¡He estado de luto por mi bebé durante cuarenta años! ¡Les dije a mis padres que nunca lo dejaría!", exclamó con lágrimas en los ojos.

La niña se acercó y tomó la mano de Wanda. "Ven conmigo", dijo. "Es hora de que conozcas a tu hijo".

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"¿Cómo se llama?", preguntó Wanda.

La niña sonrió. "¡Su nombre es Daniel, y lo vas a amar!"

Wanda estaba en la puerta junto a Beatriz, su nieta. "Tengo una nieta", pensó. Beatriz abrió la puerta y entraron. Había un hombre alto colgando adornos en el árbol, dos niños pequeños y un perro que ladraba mientras en la radio sonaban villancicos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

El hombre se volteó y sonrió. "Hola Beatriz, llegaste a tiempo para colgar la estrella". Entonces vio a Wanda y se quedó inmóvil. "Hija, ¿qué hiciste?", exclamó.

"¡Papá, creía que estabas muerto!", explicó Beatriz. "Sus padres le dijeron que moriste al nacer y que el abuelo David no la amaba. Ella estuvo de luto por ti, nunca se casó".

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David dio dos pasos hacia Wanda y se detuvo. "¿Mamá?", preguntó. "¿Es cierto?". Wanda no podía hablar de la emoción, así que asintió con la cabeza mientras las lágrimas corrían por su rostro.

Antes de que ella se diera cuenta, estaba en los brazos de su hijo y él también estaba llorando. Entonces alguien más entró en la habitación. "¿Wanda?", preguntó una voz que recordaba demasiado bien. "Wanda, ¿eres tú?".

Wanda dio la vuelta y vio a David por primera vez en cuatro décadas. Lucía mucho mayor, pero también lucía igual que siempre. "No sabía", dijo entre lágrimas. "Mi padre me dijo que no me querías a mí ni al bebé...".

"Siempre los quise" dijo con ternura. "Tu padre vino a verme, quería que firmara papeles de adopción, pero me negué. Dije que yo podía criar a David por mi cuenta, porque lo amaba. Como siempre te amé a ti".

"Él me dejó tener a nuestro hijo, pero me hizo firmar un acuerdo para nunca acercarme a ti, para dejarte vivir tu vida como quisieras. Pero ahora estás aquí, y finalmente, ¡somos una familia!", dijo, con la voz quebrada.

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Esa fue la Navidad más feliz de la vida de Wanda, y la primera de muchas más que pasó con su hijo, sus nietos y el hombre al que siempre había amado.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Perder un hijo es el mayor dolor que puede experimentar un ser humano. Wanda creía que su bebé había muerto y nunca se recuperó.
  • Nunca es demasiado tarde para encontrar el camino hacia la felicidad. Wanda nunca imaginó que volvería a encontrar a su hijo, o que volvería a estar en los brazos del hombre que amaba después de cuarenta años de dolor y soledad.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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