Mujer abandonada por 4 maridos conoce a pastor que la ayuda a encontrar el amor verdadero - Historia del día
Después de cuatro matrimonios fallidos, una mujer dejó de confiar en Dios y perdió la esperanza de encontrar el amor verdadero. Sin embargo, gracias a su pastor, su historia dio un giro.
Judy Torres era una mujer desconsolada tras cuatro matrimonios fallidos. Todos sus matrimonios habían tenido un problema similar: los hombres a los que le dio su amor la engañaron con otras mujeres.
Su primer matrimonio tuvo lugar cuando acababa de firmar un contrato de modelo con una reconocida agencia. Recientemente, había cumplido 20 años.
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Marcos Miranda era el director creativo de la agencia. Los ojos de Judy se iluminaron cuando lo vio. Sonrió después de que intercambiaron saludos y no pudo ocultar su alegría dos semanas después cuando él la invitó a salir.
“Siempre te amaré, Judy”, dijo Marcos. “Amarte es lo que mejor hago”.
“Oh, Marcos, tu amor me hace tan feliz”, respondió Judy.
Después de casarse, Judy no tardó en ver el otro lado de Marcos. Su amor se convirtió en desprecio y su preocupación por ella se convirtió en abuso.
No tuvo más remedio que alejarse de él después de descubrir que tenía una amante que estaba embarazada de él. Su divorcio fue rápido y finalizó en seis meses.
Diez años después de divorciarse, Judy conoció al fotógrafo Manuel Enríquez. Su romance tomó tiempo y fue hermoso. Estaban locamente enamorados el uno del otro, pero ella quería tomarse las cosas con calma debido a su experiencia anterior.
Después de salir durante unos dos años, se comprometieron y se casaron el mismo año. Desafortunadamente, los problemas comenzaron después de que Judy tuvo un aborto espontáneo, un año después de casarse.
El dolor hizo que se alejaran el uno del otro, y su relación se rompió por completo poco después. Acordaron que era mejor para ellos divorciarse, lo que hicieron a la brevedad posible.
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Ese mismo año, Judy se enamoró de su abogado de divorcios, Samuel Moncada. Parecían comprenderse mutuamente y su romance era muy lindo. La pareja no perdió tiempo en casarse.
Sin que ella lo supiera, Samuel la había estado robando, y había usado la mayoría de sus activos y ahorros para financiar su compañía de inversiones. Se enteró de esto cuando la empresa se derrumbó.
Al final se quedó sin casi nada y no pudo perdonar a su esposo, por lo que terminó con su tercer matrimonio. El dolor se había vuelto insoportable.
A pesar de la angustia, nunca dudó de Dios y creyó en su voluntad. Siguió acudiendo cada domingo a la iglesia y mantuvo su fe intacta.
Una noche después de la iglesia, Judy caminaba a casa cuando se encontró con José Caballeira, un artista y dueño de la galería de arte del vecindario. Ella estaba impresionada con su trabajo, y esa noche él la miró de forma especial.
“¿Te importaría tomar algo conmigo esta noche?”, preguntó José.
“¡Me encantaría! Realmente no tengo mucho que hacer en casa”, respondió Judy.
Su viaje al bar en la calle marcó el comienzo de otro romance, uno que no había planeado ni pensado, pero que aceptó con agrado.
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En poco tiempo, José y Judy se casaron en una ceremonia íntima. Su matrimonio resultó ser el más largo de ella. Sin embargo, las cosas comenzaron a desmoronarse después de su cuarto aniversario.
De repente, José se volvió hostil hacia ella. Además, había desarrollado una adicción al alcohol y se quedaba afuera hasta altas horas de la noche. Ella sabía que andaba con otras mujeres.
Judy siempre se quejaba de su cambio de actitud y comportamiento, pero él nunca la escuchó. Ella mantuvo la esperanza y oró a Dios para que su esposo reflexionara. Sin embargo, sus oraciones no parecían ser escuchadas.
Una noche de junio, ella estaba sentada en la cocina cuando José, después de insultarla, dijo palabras que le partieron el corazón. “¡Buena suerte encontrando un quinto marido, loca!”, le gritó.
Al día siguiente, descubrió que su esposo se había ido con otra mujer y comenzó a llorar. Una vez más, estaba en medio de otro matrimonio fallido. Todos sus maridos la habían dejado sin dinero y con el corazón roto. Tenía 45 años, sin pareja ni hijos.
Como era domingo, Judy no permitió que su dolor le impidiera asistir a misa. Sin embargo, el pastor de la iglesia local, Miguel, vio que ella no estaba bien.
Después de la misa, se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba. Judy le narró sus problemas e incluyó su historial de matrimonios fallidos.
“Dios ayuda a todos, pero cada persona recibe esa ayuda en el momento en que realmente la necesita”, dijo el pastor.
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Judy había llegado a un punto en su vida en el que sentía que Dios le había fallado. Se preguntó cómo podía hacerla pasar por todo ese dolor si realmente la amaba.
El pastor Miguel trató de convencerla de que Dios no le había dado la espalda. Sin embargo, ella no lo creyó. Finalmente, él propuso una prueba. Encendió una vela y la puso sobre la mesa.
“Si vienes en una semana y la vela aún está encendida, entonces Dios te está cuidando y te ayudará”, le dijo Miguel a Judy.
“Es imposible”, respondió ella y se fue.
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El domingo siguiente, Judy regresó a la iglesia decidida a demostrarle al pastor Miguel que Dios le había dado la espalda, aunque con un dejo de esperanza en su corazón. Al llegar al altar, la vela estaba apagada y su decepción fue muy abrumadora.
Buscó con la mirada al pastor Miguel, quien acudió a ella rápidamente, muy sorprendido. Intentó explicarle que él había visto la vela encendida toda la semana, pero ella lo rechazó.
“Agradezco su ayuda, pero yo tenía razón. Dios me dio la espalda”, concluyó la angustiada mujer. Estaba llorando y a punto de salir de la iglesia cuando escuchó la voz de otro pastor.
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“Pastor Miguel, ¿sabe que cambié de lugar la vela?, preguntó mientras se acercaba a ellos, “Esa era la vela que ustedes encendieron”, dijo señalando en dirección a una vela encendida en otro altar, “la moví para allá y sigue encendida”, agregó.
La sonrisa en el rostro de Judy iluminó la estancia. Espontáneamente, le dio un fuerte abrazo a Miguel, y le agradeció sinceramente. En ese momento, él la miró a los ojos y le preguntó si le gustaría cenar en un café cercano en algún momento.
Sus ojos se encontraron con los de él y ambos se rieron con complicidad y algo más. “Estaré allí mañana a las 8", le dijo.
“Yo estaré diez minutos antes”, respondió el pastor.
Unos meses después de su cita para cenar, Judy y Miguel se casaron y han permanecido así hasta el día de hoy. Él resultó ser su último y genuinamente amoroso esposo, quien le enseñó el significado del amor verdadero. ¡Un final feliz para una historia triste!
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¿Qué podemos aprender con esta historia?
- Ninguna situación es permanente. Después de cuatro matrimonios fallidos, Judy pensó que nunca encontraría el amor verdadero. Sin embargo, al final lo encontró en circunstancias especiales.
- Nunca pierdas la esperanza. Debido a sus experiencias, Judy creía que Dios le había dado la espalda. Sin embargo, el pastor la ayudó a cambiar de parecer y su vida cambió para mejor.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.