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Una mujer caminando sola por la nieve | Foto: Shutterstock
Una mujer caminando sola por la nieve | Foto: Shutterstock

Mujer millonaria se viste con ropa harapienta para investigar al prometido de su hija - Historia del día

Mayra Pérez
17 ene 2022
09:00

Mónica le dijo a su madre que estaba comprometida. La señora no podía creerlo, principalmente porque él no tenía dinero, así que decidió investigar. Quedó muy sorprendida por la escena que encontró en la casa de su yerno.

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La hija de Viviana, Mónica, salió furiosa de su casa. Ella y su madre tuvieron una gran discusión sobre el anuncio de que iba a casarse con un hombre llamado Zacarías.

Viviana estaba desconcertada, porque no tenía idea de que su hija había terminado con su novio, Antonio. La familia de Antonio no era tan adinerada como la suya, pero eran respetados en la comunidad. Viviana soñaba con que su hija se casara con un hombre con dinero. Sin embargo, parecía que el nuevo prometido de Mónica no lo era.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Zacarías vivía en el pequeño pueblo a una hora de distancia. Además, era pescador y sus padres fueron obreros toda su vida.

“Eso no funcionará. ¡Ella no puede casarse con él!”, pensó Viviana, tratando de calmar los latidos acelerados de su corazón tras la pelea con Mónica.

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“¡No puedo casarme con Antonio, madre! ¡Me engañó con al menos tres mujeres en solo dos meses! ¡¿Quieres que sea miserable?!”, le preguntó su hija, entre lágrimas.

"¡Eso no puede ser cierto!", respondió Viviana, y fue entonces cuando Mónica decidió irse de la casa.

Viviana se sentó en su sala de estar y reflexionó en qué hacer. Tenía que arreglar esto de alguna manera. Si Antonio había sido infiel, tenía sentido que Mónica se sintiera atraída por alguien fuera de su sociedad. Pero ¿y si este Zacarías estaba con ella por el dinero de su familia?

La señora tenía que ver a Zac sin su hija. Tenía que ser un escenario en el que se viera obligado a actuar como él mismo y no como la versión que quería que viera Mónica. Entonces se le ocurrió un plan.

Al día siguiente, tomó un taxi hasta el pueblo. Se vistió con la ropa más horrible que pudo encontrar en sus gavetas. Llevaba una falda manchada que deliberadamente había rasgado por un lado, y un suéter que olía a naftalina. Era perfecto.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Investigaría a Zac y observaría cómo se comportaba si no estaba con Mónica. Afortunadamente, el pueblo era tan pequeño que todos sabían dónde vivía Zacarías. Viviana le preguntó a una señora en un abasto y ella le indicó la dirección.

Llegó a la casa de su yerno, que era peor de lo que podría haber imaginado. Lucía deteriorada y el jardín estaba descuidado. Vio botellas de cerveza y colillas de cigarro tiradas mientras se acercaba a la puerta principal.

“Mónica nunca ha visto esta casa”, pensó Viviana, convencida de ello. No había forma de que su hija se hubiera enamorado de un hombre que vivía así.

Quería marcharse, pero tenía que seguir adelante con su plan, así que levantó el dedo y tocó el timbre. Un hombre con una camisa gris manchada de sudor abrió la puerta. Era Zac. Tenía una botella de cerveza en la mano y la cara sin afeitar.

“¿Buenas?”, dijo el hombre.

“Hola”, respondió Viviana. Ahora que estaba allí, no tenía idea de cómo hablar con él o qué decir para descubrir qué tipo de personalidad tenía.

“Señora, ¿qué quiere?”, preguntó él algo molesto.

“Lo lamento. Me preguntaba si podrías ayudarme. Estoy un poco perdida… ¿Eres Zac?”.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

“Sí, soy yo. ¿Qué quiere?”, preguntó él y luego eructó. Viviana no pudo evitar sentirse asqueada, y él se echó a reír.

De repente, una mujer comenzó a gritar desde el interior de la casa. “¡Zac! ¿Dónde pusiste mi encendedor? ¡Siempre estás perdiendo cosas! ¡IDIOTA!”.

Zac se apartó de Viviana y empezó a gritarle a la mujer. “¿Yo soy el idiota? Tú eres la que pierde todo tan pronto como llega aquí. ¡No sé dónde lo pusiste! ¡No me culpes a mí!”.

“¡No puedo creer que todavía estoy con alguien como tú! ¡Te dejaré esta noche!”, gritó la mujer y Viviana escuchó el sonido distintivo de cristales rotos.

“¡EL DÍA QUE TE VAYAS SERÁ EL MEJOR DE MI VIDA, LOCA!”, le gritó Zac y volvió a ver a Viviana. “Mire, señora. Llegue al punto. Estoy ocupado".

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“¿Esa es tu novia?”, preguntó Viviana. Fue lo único que le vino a la mente después de esa horrible escena.

“No es asunto tuyo. Ahora, vete”, gritó y le cerró la puerta en la cara. Viviana saltó cuando la puerta se cerró y no podía creer que su hija estuviera saliendo con ese hombre.

A Mónica no solo le iban a romper el corazón de nuevo, sino que este hombre era claramente abusivo y peligroso. Viviana tenía que detenerlo. Pero primero tenía que volver a su casa, lo que significaba encontrar un taxi en ese pequeño pueblo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Empezó a caminar por las calles y notó las otras casas alrededor de la cuadra. Eran viejas y diminutas, como la de Zac, pero estaban en buen estado. Al menos, no todos eran malos en esa zona.

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De repente, una mujer salió de una de las casas, vio a Viviana y la saludó. Ella le sonrió, sin saber qué más hacer. La mujer comenzó a caminar hacia ella. Tenía más o menos su edad y una sonrisa muy amable.

“¡Hola! ¿Necesitas ayuda? ¿Estás perdida?”, le preguntó.

“No. No te preocupes. Solo necesito encontrar un taxi e irme a casa”, respondió Viviana y trató de alejarse. Pero la mujer no la dejó.

“Espera. Soy Georgina. Hace mucho frío aquí y, a veces, es difícil encontrar un taxi en la carretera principal. Entra y llamaré a uno”, sugirió.

“Soy Viviana. Un placer conocerte. Esa es una oferta muy amable, pero no sé…”

“Por favor, insisto”, respondió Georgina.

Las señoras conversaron un rato y Georgina llamó a la empresa de taxis del pueblo. Aparentemente, todos los conductores estaban ocupados y ninguno de ellos quería conducir hasta la ciudad.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¿Qué haré? Tengo que llegar a la ciudad esta noche”, murmuró Viviana preocupada.

“Un taxi de aquí hasta la ciudad es muy caro. ¿Estás segura? Tal vez puedas quedarte aquí y mañana puedas tomar el autobús”, señaló Georgina.

“No es problema. Alguien me va a pagar el taxi”, mintió Viviana. “Es importante para mí llegar a casa esta noche”.

En ese momento, alguien abrió la puerta principal y entró. “¡Hola, mamá!”.

Era un hombre guapo de unos 20 años que se parecía mucho a Georgina, con una sonrisa amable. La señora lo abrazó y le presentó a Viviana. Estaba visitando a su madre y le llevó pescado fresco que había pescado ese día.

“Cariño, ¿conoces a alguien que vaya a la ciudad esta noche?”, le preguntó Georgina a su hijo después de guardar el pescado en el congelador.

El hombre se pensó un rato y respondió: “No, creo que no sé de nadie. ¿Por qué?”.

“Viviana tiene que llegar allí esta noche, pero ninguno de los taxis quiere llevarla”, respondió Georgina.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Bueno, ¿por qué no la llevo yo? Estaba pensando en ir este fin de semana y comprar algunas cosas. Pero supongo que esta noche también funciona”, se ofreció el hijo de Georgia.

“No quiero molestarte. Luces cansado”, dijo Viviana, avergonzada.

“No te preocupes por eso. Vamos”, insistió el hombre y la guio hasta su auto. Era una camioneta vieja, pero él le aseguró que funcionaba perfectamente y que los llevaría a su destino.

Hablaron durante todo el viaje a la ciudad, y Viviana quedó gratamente sorprendida por su amabilidad. Pocas personas habrían hecho algo así, y ella no había hablado de pagarle. Sin duda era un hombre generoso, trabajador.

“Bueno, no todos en ese pueblo son tan horribles como el nuevo novio de Mónica. ¿Por qué no pudo conocer a un chico como este?”, pensó Viviana mientras entraban a la ciudad.

“¿Adónde vas exactamente? Puedo llevarte a donde sea”, preguntó el hombre.

“Es una urbanización cerrada”, dijo Viviana, dándole las indicaciones para llegar a su zona. Pero ella le dijo que se detuviera en el portón de la entrada.

“¡Toma! Algo de dinero por el viaje. Es lo que le habría pagado el taxi”, dijo, sosteniendo algo de efectivo en su mano y abriendo la puerta con la otra mano.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"No, no, por favor. Igual yo tenía que venir a la ciudad”, dijo el hombre rechazando su oferta.

Viviana insistió. “Por favor, tómalo”.

“No, señora. No es necesario. Usé este paseo como una excusa para ver a mi novia, que vive en la zona. ¡Debería agradecerte!”, se rio y Viviana se unió a él.

“Bien entonces. Agradezco tu amabilidad”, dijo finalmente antes de bajarse de la camioneta y despedirse del joven.

“Vaya, ni siquiera le pregunté su nombre. Qué maleducada”, pensó Viviana después de llegar a su casa.

Su reunión con el horrible novio de Mónica realmente la había afectado, pero al menos conoció a algunas personas que la llevaron a casa a salvo. Ella sabía que el dinero no lo era todo, y muchas personas sin dinero eran excelentes. Pero su hija estaba cometiendo un error colosal.

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“¿Por qué no pudo haber elegido a alguien como el hijo de Georgina? Es muy agradable”, pensó Viviana mientras se quitaba la ropa vieja y se ponía el pijama.

De repente, le llegó un mensaje a su celular. Era Mónica. Dijo que llevaría a su novio a cenar al día siguiente por la noche y esperaba que Viviana fuera amable con él.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Voy a tener que romperte el corazón mañana, hija. Pero definitivamente no puedes casarte con ese hombre”, dijo después de leer el mensaje.

La noche siguiente, Viviana estaba preocupada. El auto de su hija acababa de detenerse en el estacionamiento. No tenía idea de cómo explicar lo que había hecho el día anterior y cómo había ido a investigar a ese hombre. Pero Mónica tendría que entender. Ese hombre horrible era grosero y tenía novia.

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Entonces sonó el timbre y Viviana respiró hondo. Estaba a punto de comenzar una gran pelea con Mónica. Pero cuando abrió la puerta, quedó boquiabierta.

“¿Mamá?”, preguntó Mónica, frunciendo el ceño.

El hombre que estaba a su lado no era el Zac que había conocido el día anterior. ¡Era el hijo de Georgina!

“¿Señora?”, preguntó el joven y miró a Mónica con una expresión confusa. “¿Esta es tu madre? Anoche la traje desde el pueblo”.

“¿Qué? Mamá, ¿qué estabas haciendo allí?”, le preguntó Mónica.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¡Pasen! ¡Pasen! ¿Este es tu novio, Zacarías?”, preguntó Viviana mientras los guiaba adentro rápidamente. Estaba en shock pero muy feliz.

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“Sí mamá. Este es Zac. ¿Lo conociste ayer?”, preguntó su hija de nuevo, negándose a dejarla cambiar de tema. Ambos se quitaron los abrigos. Viviana se sentía aliviada.

“Sí, querida. Es una larga historia. Siéntense…”, les dijo y explicó todo lo que sucedió el día anterior, incluido cómo Zac terminó llevándola de regreso a la ciudad.

Había dos personas llamadas Zacarías en el pueblo de Santa Cruz, y la señora de la tienda solo conocía a una de ellas: el grosero. Afortunadamente, Mónica encontró toda la historia muy divertida.

Toda la noche, Viviana fue muy amable con el joven. Cenaron y disfrutaron de un tiempo maravilloso. Antes de que la pareja se fuera, le dijo a Mónica que aprobaba a su prometido y que pagaría su boda si así lo deseaban. Nunca más juzgó a Zacarías por su estatus económico, pues trataba a su hija como una princesa.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No juzgues a los demás por su dinero. Algunas personas horribles tienen toneladas de dinero, y algunos de los mejores podrían tener dificultades para llegar a fin de mes.
  • No asumas que sabes lo que es mejor para tus hijos. Algunos padres piensan que saben lo que hará felices a sus hijos, pero ellos tienen el derecho a tomar sus propias decisiones.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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