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Un cementerio | Foto: Shutterstock
Un cementerio | Foto: Shutterstock

Hijo visita tumba de su madre por 12 años y un día ve allí a mujer que se parece a ella - Historia del día

Mayra Pérez
16 ene 2022
07:20

Un huérfano solitario visita la tumba de su madre todas las semanas durante 12 años, pero un día llega y la encuentra de pie junto a su propia tumba.

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Los domingos de Gary Luzardo siempre terminaban con una visita a la tumba de su madre. No importaba si iba a almorzar con amigos, jugar al golf o al tenis, su día estaba incompleto a menos que visitara a su madre.

Habían pasado doce años desde la muerte de Esther, y Gary sentía que nunca superaría el dolor de perderla o la soledad de ser huérfano. Su padre había muerto cuando él tenía ocho años y su madre lo había criado sola.

Al igual que su padre, Esther había sido hija única, por lo que no había tíos, ni primos. Desde su muerte, Gary se sentía solo en el mundo. Tenía muchos amigos, pero era en la tumba de Esther donde hablaba de sus alegrías y sus penas.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Ese domingo en particular, compró un ramo de lirios para su madre en una floristería de camino al cementerio. Al acercarse a su tumba, tuvo una extraña sensación de déja vu.

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Había una mujer de pie frente a la tumba de su madre, de espaldas a él, y algo en la forma de sus hombros y su postura, incluso en su peinado, le resultó inquietantemente familiar.

Gary se acercó y, al oír sus pasos, la mujer se dio la vuelta. “¡Mamá!”, gritó. El shock hizo que perdiera el conocimiento y cayera desmayado.

Cuando volvió en sí, se encontró mirando el rostro de su amada madre. Ella sostenía su cabeza entre sus brazos y le pasaba un pañuelo húmedo por la cara. “¿Estás bien?”, le preguntó. “¿Puedes escucharme?”.

“¿Mamá?”, susurró Gary. “¿De verdad eres tú?”.

La mujer lucía confundida. “¿Mamá? ¿O sea que tú... tú eres el hijo de Esther Luzardo?”.

Gary la miró con más atención y ahora podía notar sutiles diferencias entre esta mujer y su madre. Era mayor, por supuesto, la edad que habría tenido Esther si viviera, pero aun así, el parecido era asombroso.

“Soy el hijo de Esther, sí... Gary Luzardo”, confirmó mientras intentaba ponerse de pie. “¿Quién eres? ¡Por un momento pensé que estaba viendo un fantasma!”.

La mujer lo ayudó a levantarse y sonrió. “Soy Keyla Duarte. Creo que soy la gemela de tu madre”.

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“¿Gemela?”. Gary no podía creer lo que escuchaba. “Pero mi mamá era hija única…”

Keyla asintió con tristeza. “Yo también pensaba que era hija única”, dijo, “pero cuando mi madre falleció, supe que era adoptada, así que comencé a buscar a mi familia biológica”.

“No fue fácil, la adopción se hizo en los años 60, nadie quería hablar, pero finalmente supe quiénes eran mis padres y, lo mejor de todo, que tenía una hermana gemela”.

“Pero... ¡Nadie separa a los gemelos!”, exclamó Gary.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

“Ya no, pero en ese entonces las cosas eran diferentes”, explicó Keyla. “Puedo decirte que he pasado toda mi vida sintiendo que faltaba algo, y así era. Me rompe el corazón saber que no podré conocer a Esther”.

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“Creo que ella tuvo esa misma sensación”, dijo Gary. “Estaba fascinada con todo lo que tuviera que ver con gemelos, y su mayor arrepentimiento era no tener hermanos. Pero nunca supo que era adoptada, o también te habría ido a buscar”.

“Dime, Gary, ¿cómo era ella?”, preguntó Keyla con curiosidad, por lo que Gary pasó el resto de la tarde hablando de Esther, su encantadora risa, su irresistible sentido del humor, su amabilidad.

Gary y Keyla hicieron planes para encontrarse al día siguiente. Él quería mostrarle los álbumes de fotos y compartir sus recuerdos de Esther.

“¡Es como mirarme a mí misma viviendo una realidad diferente!”, dijo Keyla al ver las fotos. “Realmente éramos idénticas. Tengo que mostrarle esto a mis hijos, si me das permiso”.

“¿Tiene hijos?”, preguntó Gary. “¿Cuántos?”.

“Seis”, dijo Keyla con una sonrisa. “Cuatro mujeres, dos varones, ¡y tengo dos nietos que son gemelos idénticos, como Esther y yo!”.

“¿Tengo primos?”, preguntó Gary emocionado. “¿Tengo una familia?”.

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El fin de semana siguiente, toda la familia se reunió alrededor de la tumba de Esther. Keyla llevó a su esposo, sus hijos y sus nietos para que conocieran a Gary y dejó flores en la tumba de su hermana.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Por primera vez en doce años, Gary no se sentía solo; estaba rodeado por una familia amorosa a la que pertenecía. Cuando Keyla lo abrazó, él supo que sus días oscuros y solitarios habían terminado. Estaba seguro de que desde algún lugar, Esther lo miraba y sonreía.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Cuando las personas que amamos fallecen, puede ser duro transitar el duelo. Gary quedó devastado por la temprana muerte de su madre y le costó mucho volver a sentirse bien.
  • No te rindas, hay motivos de alegría esperándote a la vuelta de la esquina. Gary nunca imaginó que conocería a la gemela de su madre y que encontraría una familia numerosa y amorosa.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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