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Un edificio en llamas y un camión de bomberos | Foto: Shutterstock
Un edificio en llamas y un camión de bomberos | Foto: Shutterstock

Hombre sin hogar escucha gritos de una escuela en llamas y se apresura a entrar - Historia del día

Un día, Estéfano y su perro caminaban cerca de la escuela local cuando vieron una gran conmoción. El instituto se estaba incendiando. Algunos niños y maestros habían evacuado, pero no había rastros de un niño en particular entre la multitud.

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Estéfano y su perro, Rocky, vivían bajo un puente cerca de una escuela. A veces, caminaba por esa zona y algunos padres le daban el dinero que les sobraba. Por lo general, evitaba esa zona porque la gente lo miraba con desdén.

Todos los niños de la institución eran de familias adineradas, salvo unos pocos becados, pero a todos les habían enseñado a no hablar con extraños como él.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Estéfano se había topado con la gente equivocada durante sus días de escuela secundaria, y todo se había ido cuesta abajo desde allí. Desde hace décadas que no tenía un lugar real al que llamar hogar.

Pero vivía bien y no estaba solo, gracias a Rocky. El único inconveniente de su mascota era que la mayoría de los refugios rechazaban la presencia de un perro y hacía mucho frío durante los inviernos. Pero el hombre pensaba que estaban bien.

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Un día, el hombre estaba sentado en el banco de un parque cuando un niño con uniforme escolar se le acercó. El chico dijo que se llamaba Bruno y pidió jugar con el perro.

Estéfano accedió con gusto y dejó que el niño usara uno de los juguetes de Rocky que alguien le había donado. Empezaron a jugar mientras él miraba.

Desde ese día, el niño siguió visitando al hombre y a su perro después de la escuela. Incluso les llevaba comida. Sin embargo, a Estéfano le preocupaba que los padres de Bruno no quisieran que él socializara con el chico.

Debido a esto le preguntó al niño por qué no estaba en casa o compartiendo con sus amigos. “No tengo amigos, señor. Todo el mundo me hace bullying en la escuela y nadie me invita a compartir”, respondió Bruno.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Tienes 12 o 13 años, ¿verdad?”:

“12, señor”.

“Bueno, ¿por qué tus padres no te inscriben en prácticas de fútbol o algo así? Allí podrías hacer amigos”, sugirió Steve.

“No me gustan esas cosas. Me gusta ver anime y leer libros. Todo el mundo me molesta por eso, especialmente Cristóbal. Es el peor bravucón de todos”, dijo Bruno, abatido.

Estéfano trató de darle algunos consejos sobre los bravucones, pero no había mucho que pudiera decir. Él también había pasado momentos terribles en la escuela, y por eso había terminado con la gente equivocada.

Pero le dijo al chico que siguiera adelante porque todo sería mejor para él después de graduarse. El niño sonrió un poco y siguió jugando con Rocky.

Desafortunadamente, la Sra. Freites los vio en el parque mientras conducía por la calle. Ella era una madre de la Asociación de Padres y Docentes y la mujer más entrometida que podrías conocer.

Al día siguiente, los padres de Bruno recibieron una llamada de la escuela, informándoles que la Sra. Freites lo había visto jugando con un indigente y que podía ser peligroso.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

La mujer también había llamado a la policía y les había hablado de Estéfano. Pero los oficiales solo le habían advertido al hombre que no se acercara a ninguno de los niños de la escuela.

Estéfano estuvo de acuerdo de inmediato. “El niño estaba jugando con mi perro aquí mismo en este parque”, explicó el hombre sin hogar.

“Está bien señor. Pero las mujeres que dirigen esa escuela son una gran molestia y tienen esposos poderosos. Vamos a evitar problemas a partir de ahora, ¿de acuerdo?”, le dijo una amable mujer policía.

El hombre apreció sus palabras. Sabían que él no tenía la culpa en absoluto, pero querían evitar problemas con las madres entrometidas en la institución educativa.

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A partir de ese momento, Estéfano empezó a ir a otro parque que quedaba al otro lado del puente donde vivía, donde Bruno no podría encontrarlo.

No había visto al chico en meses y casi se había olvidado del incidente cuando vio una conmoción en la calle.

Había un grupo de personas reunidas frente a la escuela y el hombre notó que salía mucho humo de las ventanas. Parecía que habían evacuado a todos los niños y podía escuchar las sirenas de los camiones de bomberos al fondo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Por un momento, Estéfano se preocupó por Bruno. No lo veía entre la multitud y se preguntaba si había salido del edificio sin problemas. Decidió acercarse y comprobar. Mientras se acercaba a uno de los edificios, escuchó gritos pidiendo ayuda provenientes del segundo piso y reconoció la voz de Bruno.

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Se cubrió la mano con su abrigo y rompió una de las ventanas del primer piso. Le ordenó a Rocky que se quedara afuera y entró en un salón de clases lleno de humo.

Estéfano tenía que actuar rápido, así que corrió al pasillo y vio las escaleras que conducían al segundo piso. Pero el humo ya había saturado todo el lugar. Los gritos de ayuda seguían escuchándose fuertes.

El hombre solo podía pensar en una solución: quitarse la chaqueta y usarla para cubrirse la cara mientras se dirigía hacia donde se escuchaban los gritos.

“¡Estamos aquí! ¡Ayúdennos!”, Estéfano reconoció la voz de Bruno. Se apartó un poco la chaqueta para ver mejor y miró dentro del último salón de clases en el pasillo.

Afortunadamente, parte del humo salía por las ventanas, por lo que el hombre podía ver el interior. Estaban ahí. Luego notó el motivo por el que aún no habían podido evacuar el edificio.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Una viga del techo se había caído dentro del aula y un niño había quedado atrapado debajo. Algunos de los escritorios cerca de la puerta también se habían incendiado, pero Estéfano irrumpió en la habitación y se acercó a Bruno, quien lo reconoció.

“¡Señor! ¡Está aquí! ¡Este es Cristóbal! ¡No podía dejarlo! Traté de sacarlo, ¡pero esta cosa pesa demasiado!”, dijo el niño señalando la viga.

“Bruno, usa tu camisa para cubrirte la boca y la nariz. ¡Tú también, chico! No puedes respirar este aire por mucho tiempo. ¡Vamos a salir ahora!”, dijo el hombre, viendo como los niños seguían sus instrucciones y se cubrían la cara con sus camisas.

Estéfano también hizo lo mismo, pues se había quitado la chaqueta para ayudar al niño. Bruno tenía razón. La viga era bastante pesada.

Pero después de tirar entre todos, Cristóbal pudo liberarse. “¡Gracias Señor! Pero creo que mi pierna está rota. ¿Cómo podemos salir?”.

“Yo te llevaré. ¡Vamos!”.

En ese momento, Estéfano escuchó a Rocky ladrar. El perro entró corriendo a la habitación y dos bomberos habían usado su equipo para despejar un camino a través del fuego. “¿Están todos bien? ¡Salgamos de aquí rápido!”, instó uno de ellos.

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Al salir del edificio, los niños fueron llevados directamente a una ambulancia y los bomberos insistieron en que Estéfano también se hiciera revisar. “No, que los médicos se concentren en los chicos”, dijo el indigente, respirando con dificultad.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Entonces una mujer corrió hacia él. “¡Señor! ¡Salvó a nuestros niños! ¡Gracias! ¡Muchas gracias!”, exclamó y abrazó al hombre.

“Bueno, no fui solo yo. Mi perro y estos increíbles bomberos hicieron la mayor parte del trabajo”, respondió Estéfano riendo torpemente cuando otras personas se les acercaron.

“No, este hombre se adentró en el humo para salvar a estos niños. Era peligroso y no recomendamos volver a hacerlo. Pero hoy usted se convirtió en un héroe y, por supuesto, ¡su perro nos condujo directamente hacia donde se encontraba!”, explicó otro bombero.

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“Pero tiene que hacerse un chequeo. ¡Vamos! Hablemos con los paramédicos”.

Estéfano lo siguió a regañadientes y vio que Bruno y Cristóbal respiraban con un tanque de oxígeno. Los paramédicos le ordenaron que hiciera lo mismo y trajeron otro tanque después de revisar sus signos vitales.

Los tres se sentaron juntos mientras la conmoción aún continuaba. Pero los bomberos tenían todo bajo control para entonces.

“Entonces, chico. ¿Qué pasó ahí atrás? ¿Por qué te quedaste atrapado en ese salón cuando todos los demás fueron evacuados?”, preguntó el hombre, aunque ya tenía una corazonada sobre lo que había sucedido.

Cristóbal bajó la mirada y Bruno lo miró fijamente. “Él estaba... estábamos solos en el salón de clases y no nos preocupamos cuando sonó la alarma”, comenzó Bruno, humedeciéndose los labios con nerviosismo mientras hablaba.

“La escuela tiene simulacros de incendio todo el tiempo. Pensamos que era falsa alarma”, agregó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Cuando notamos que sí había un incendio, nos dio mucho miedo atravesar las llamas. Y luego... la viga cayó y Cristóbal quedó atrapado. No podía dejarlo”.

“Ya veo...”, dijo Estéfano.

“Eso no fue lo que pasó”, dijo Cristóbal, todavía sin apartar la mirada del suelo. “Estaba molestando a Bruno cuando sonaron las alarmas y no lo dejaba salir, y luego la viga cayó sobre mí. Hizo varios intentos por liberarme. No puedo creer que hayas hecho eso por mí. Lo siento”.

“Está bien”, contestó Bruno y le sonrió al otro chico cuando este finalmente decidió levantar la mirada.

Estéfano les sonrió a ambos niños. “Eso es lo que pasa con los chicos. De repente, podrían unirse por algo y olvidar todas las razones por las que se odiaban antes”, pensó el hombre.

Una vez que terminaron de usar los tanques de oxígeno, las madres de los niños se acercaron al hombre sin hogar para agradecerle una vez más.

También le ofrecieron ayuda y dinero, entre otras cosas. Estéfano no necesitaba nada, excepto tal vez algo de comida para él y Rocky. Pero la madre de Bruno fue más allá de eso.

La Sra. Duarte organizó un GoFundMe para el hombre y pudieron comprarle un pequeño apartamento al otro lado del puente donde vivía. Hicieron arreglos para que él también trabajara como empleado de almacén en un supermercado local.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Estéfano trató de rechazar su generosidad, pero la madre de Bruno no aceptó un “no” como respuesta. También lo invitaba a menudo a su casa, especialmente en las vacaciones.

Bruno finalmente podía jugar con Rocky a menudo y le contaba historias de la escuela. Cristóbal se había convertido en un muy buen amigo para él. Ahora los otros niños tenían demasiado miedo de continuar molestando a Bruno.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No todos los bravucones son intrínsecamente malvados y pueden cambiar. Cristóbal aprendió de sus errores después de lo que Bruno hizo por él, y se hicieron amigos cercanos.
  • Un extraño puede convertirse en héroe en un segundo. El hombre que todos odiaban inicialmente terminó salvando heroicamente a dos niños.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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