Papá entrega a hija cofre que difunta esposa pidió que le regalara en Nochebuena - Historia del día
El mundo de Cindy se derrumbó después de la muerte de su madre; sintió que caía en una espiral descendente. Sin embargo, un regalo que ella le dejó la devolvió a la vida.
Cindy gritó y golpeó a su padre lo más fuerte que pudo antes de correr hacia su habitación. Cerró la puerta detrás de ella, echó el cerrojo y se hundió en su cama. Sus ojos se llenaron de lágrimas y usó su almohada para cubrir su rostro mientras lloraba.
Su madre, que había sido su mejor amiga, había fallecido. Ella había estado luchando contra el cáncer durante los últimos dos años y de repente sucumbió a la enfermedad.
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El padre de Cindy, Pablo, sollozó cuando le dio la noticia. Luchó por contener las lágrimas cuando habló con su única hija y no se sorprendió por su reacción.
El vínculo de Cindy con su difunta esposa, Emilia, siempre fue increíblemente fuerte. Desde que la niña llegara al mundo 15 años atrás, madre e hija había hecho casi todo juntas.
Se parecían mucho y fácilmente podrían haber sido confundidas con hermanas, a no ser por la apariencia infantil de Cindy.
Habían sido una familia feliz hasta hace dos años, cuando a Emilia le diagnosticaron cáncer. Pablo tomó las manos de su esposa mientras el médico les decía lo que debían hacer y lo que no debían hacer.
A pesar del diagnóstico, Emilia se mantuvo llena de vida y no permitió que su condición le impidiera ser feliz. Increíblemente, se dedicó a poner sonrisas en los rostros de las personas.
Empezó su linda labor en casa. Su matrimonio con Pablo ya era feliz, pero lo hizo aún más especial al preparar comidas especiales, regalarle sorpresas y planificar citas románticas.
Y aunque siempre había sido una gran madre para su hija y su relación había sido muy cercana, se esforzó en regalarle hermosos y mágicos recuerdos después de enterarse de su enfermedad.
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La pareja no le dijo a Cindy sobre el diagnóstico. Su hija era una niña feliz y alegre, y no querían cambiar eso al darle esa noticia. Le ocultaron las citas médicas, cuando Emilia tuvo que afeitarse todo el cabello, le comentó que quería cambiar de look.
Emilia y Pablo habrían continuado ocultando todo, pero cuando el cáncer empeoró y se extendió por su cuerpo debieron ser honestos. Le dieron tres meses de vida y sabían que tenían que prepararla para esa eventualidad. Cindy lloró largo y tendido cuando se enteró. Le rogó a su mamá que no la dejara y que fuera fuerte.
Emilia deseaba poder hacerlo. No quería dejar atrás a su familia y esperaba un milagro. Sin embargo, falleció poco tiempo después. Pablo estaba allí con ella cuando dijo sus últimas palabras.
“Cuida a nuestra hija. Ella nunca debe perder la sonrisa”, murmuró Emilia con su último suspiro.
Cindy no estaba en el hospital cuando murió su madre. Se había quedado en casa para prepararse para un examen. No se enteró hasta el día siguiente, cuando su padre llegó a casa con la noticia.
Los meses que siguieron a la muerte de Emilia fueron difíciles para padre e hija. Hicieron todo lo posible por seguir adelante, pero cada acción les recordaba a su hermosa madre y esposa.
Sin embargo, Pablo siempre estuvo ahí para su hija y trató de ser padre y madre en su vida. Ambos tenían un vínculo especial, pero no se podía comparar con el vínculo de Emilia con Cindy.
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Él estaba decidido a cumplir el último deseo de su difunta esposa, pero le resultó difícil hacerlo porque Cindy se había descarrilado gradualmente desde su muerte. Se encerró en sí misma y casi no hablaba con nadie.
Su trabajo escolar comenzó a sufrir; ya no le interesaba nada. Cindy terminó su relación con todos sus compañeros de escuela. Nadie se sentía capaz de acercarse a ella, debido a la seriedad de su rostro.
También dejó de asistir a la escuela de ballet. Cindy nunca se consideró buena en el ballet, pero su madre la había animado a seguir practicando y había logrado mejorar. Sin embargo, ahora no veía la necesidad de continuar.
Seis meses después de la muerte de Emilia, llegó la temporada navideña. Iba a ser la primera sin ella, y Cindy no se sentía preparada para vivirla. Pablo estaba preocupado por el comportamiento de su hija y reflexionó sobre qué hacer para hacerla sentir mejor. Algunos días previos a la Navidad, descubrió algo.
Mientras Cindy estaba sentada cerca de la chimenea, Pablo se acercó a ella sosteniendo un pequeño cofre en sus manos. Cuando lo vio, apartó la mirada.
Ella no quería ningún regalo para Navidad. Todo lo que necesitaba era a su mamá, pero eso era imposible, así que prefería estar sola. Le gritó a su padre cuando se acercó a ella con un pequeño cofre.
“¡No necesito ningún regalo, ya te lo dije!”, gritó.
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“Tu mamá me pidió que te lo diera esta Navidad”, respondió su papá. “Ella me dijo que tú sabrías cómo abrirlo”.
En ese momento, Cindy recordó el día en que su madre le había regalado un collar de oro con una pequeña llave. Sonrió mientras recogía el cofre de manos de su padre y corrió a su habitación para abrirlo.
Adentro, encontró un par de zapatillas de punta para ballet que siempre había soñado tener. Una nota acompañaba al precioso obsequio.
“Solamente quiero verte bailar sonriendo desde el cielo y sentirme orgullosa de ti”, decía la nota.
Cindy esbozó una gran sonrisa. Sintió la presencia de su madre y regresó a la sala de estar para encontrarse con su papá, quien tenía una expresión algo triste en el rostro. Ella le preguntó qué le pasaba.
“Compré un regalo para ti, pero me dijiste que no necesitas ningún regalo”, respondió.
Cindy sabía que había herido a su padre con su comportamiento desde la muerte de su madre y con su negativa a recibir su regalo. Así que decidió aceptarlo con gusto.
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Pablo estaba encantado y se apresuró a traerle una caja. Ella la abrió y sacó un hermoso vestido de ballet con el que siempre había soñado.
“Solo quiero verte bailar sonriendo y estar orgulloso de ti”, dijo Pablo.
“Lo harán, mis adorables padres. ¡Lo prometo!”, respondió Cindy, mientras miraba al cielo.
Apreciaba los regalos de sus padres y estaba decidida a hacerlos felices. En los días que siguieron, volvió a ser la persona que alguna vez había sido.
Siempre sentiría dolor por la muerte de su madre, pero comprendió que estaba lastimando a los demás aislándose de todos. En lugar de eso, viviría cada día feliz y agradecida por haber tenido a una madre tan especial en su vida.
Cuando se reanudaron las clases, se disculpó con sus amigos y volvió a estar en buenos términos con ellos. Además, se reincorporó a la escuela de ballet y bailó como nunca antes.
Cindy fue el centro de atracción durante un espectáculo especial, por sus increíbles movimientos de baile. Ella sonreía mientras su padre lleno de emoción la animaba entre el público.
Cuando salió del salón esa noche, miró al cielo y vio la luna creciente. Sonrió sabiendo que había hecho que su mamá se sintiera orgullosa.
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¿Qué podemos aprender con esta historia?
- No lastimes a otros con tu dolor. La pérdida de un ser querido es difícil de sobrellevar y puede llevar una eternidad lidiar con ese dolor. Sin embargo, uno no debe herir a los demás con sus acciones. Después de perder a su madre, Cindy cortó todas las relaciones y, aunque estaba de luto, los lastimó en el proceso.
- No te aísles de tus seres queridos. Cindy se alejó de su familia y amigos y eso solo aumentó su dolor. Durante los momentos tristes, es bueno compartir los sentimientos con los seres queridos para que sea más fácil de sobrellevarlos.
- Mantén vivo el recuerdo de quienes partieron antes, honrando su memoria. La mamá de Cindy siempre quiso que ella bailara y practicaba con ella. La niña dejó de bailar después de su muerte, y cuando lo retomó se sintió mucho mejor de enorgullecer a Emilia.
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