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Gente en un supermercado | Foto: Shutterstock
Gente en un supermercado | Foto: Shutterstock

Viuda paga la compra de un hombre pobre y nota que es idéntico a su difunto esposo - Historia del día

Mayra Pérez
24 ene 2022
02:30

Una anciana viuda se ofrece a pagar la comida de un hombre pobre, pero las cosas toman un giro inesperado cuando descubre su gran parecido con su difunto esposo.

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Era una mañana fría e invernal en su pueblo, cuando Dolores Blanco salió de su casa para ir a un supermercado cercano.

Tenía 85 años y había perdido recientemente a su esposo, Eduardo. Él era un arqueólogo que usualmente estaba fuera de casa por trabajo. El día que se enteró de que su esposo había muerto, él se había despedido diciendo que llegaría tarde al trabajo. Poco sabía la mujer que él nunca volvería.

Eduardo había sido un hombre impaciente y de mal genio, pero gracias a la actitud dulce de Dolores, la pareja había logrado mantener su relación armoniosa. Ellos no pudieron tener hijos y Dolores le había sugerido a Eduardo que adoptaran, pero él dijo no sentirse cómodo criando niños que no fueran de su sangre, por lo que decidieron no hacerlo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Cuando Eduardo murió de un ataque al corazón, su esposa quedó devastada. Solo lo tenía a él, y la soledad en que quedó su hogar era aplastante.

“Tal vez debería haber insistido sobre la adopción de niños”, reflexionaba la anciana.

Dolores casi no comió durante varios días tras la muerte de su esposo. Se sentía muy deprimida por perderlo. Pero un día, entendió que no podía seguir así. Haciendo uso de toda su voluntad, decidió levantarse y prepararse alguna rica comida.

Desafortunadamente, una mirada rápida en el refrigerador reveló que se habían terminado los alimentos y que tendría que ir a la tienda. Tomó un taxi y unos minutos más tarde llegó al supermercado. Entró al pasillo donde estaba la leche y escuchó a un hombre conversando con sus hijos.

“Lo siento, Marcos”, dijo el hombre. “Te compraré chocolates la próxima vez”.

“¡No, papi!”, replicó su hijo. “¡Estás mintiendo! Igual que cuando dijiste que mamá volvería, y nunca lo hizo”.

El corazón de Dolores dio un vuelco al reflexionar sobre cómo también ese pequeño había perdido a alguien muy cercano. Echó un vistazo y notó a un hombre rodeado de tres niños.

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“Marcos”, explicó el hombre. “¿Te gustaría que Enrique y Valentina se acostaran a dormir con hambre? Por favor entiende”.

“Pero siempre dices lo mismo, papá”, comentó el niño mientras bajaba la cabeza. “¿Cómo es que no tenemos dinero? ¿Podría pedirle algo de dinero a Pablo? Es mi amigo y no va a decir que no”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

El hombre se arrodilló y abrazó a su hijo. “No necesitas hacer eso, Marcos. Todo estará bien una vez que papá encuentre un buen trabajo. Lo siento”.

Dolores llenó una bolsa de comestibles con la intención de dárselos al hombre, pero al buscarlo alrededor, no logró verlo; parecía haberse marchado ya.

Abatida, devolvió algunos de los comestibles al estante y se dirigió al cajero. En ese momento, vio a toda la familia. Él estaba hablando con el cajero cuando Dolores se le acercó.

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“Lo siento, señor, pero le faltan 5 dólares. Tendrá que sacar algunas cosas”, le dijo el cajero.

El hombre había comenzado a hablar cuando Dolores lo interrumpió. “Está bien. Él está conmigo. Puedes cargarlo a mi tarjeta”, dijo, acercándose al cajero.

El hombre hizo una pausa. “No, señora, está bien. Lo siento, pero no puedo tomar su dinero”.

“Está bien. No tiene que pagarme”, dijo Dolores. Entonces se fijó en la marca de nacimiento sobre el labio superior del joven padre. Era idéntica a la del difunto Eduardo.

“Gracias por el pago, señora. ¿Podría avanzar? Otros clientes están esperando su turno”. Las palabras del cajero interrumpieron los pensamientos de Dolores.

“Señora, ¿se encuentra bien?”, dijo el hombre, y Dolores asintió.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Mientras salían de la tienda, el hombre se presentó como Carlos y Dolores le dio su nombre. Hablaron un rato y luego él le agradeció su ayuda. “No puedo devolverle el dinero en este momento, pero por favor venga a mi casa algún día. Hago muy buen café”.

“Claro”, respondió Dolores, devolviéndole la sonrisa. El hombre le dio su dirección antes de alejarse.

La mente de Dolores estaba alterada. ¿Por qué se parecía tanto a Eduardo? ¡No tenía hermanos! Luego pasó a considerar la posibilidad de que su amado esposo pudiera haber tenido un hijo fuera de su matrimonio, pero su corazón decía que eso no era posible.

“¡Nunca me habría engañado!”, pensó la mujer.

Sin embargo, su mente volvía rápidamente a la forma en que Carlos le había sonreído. ¡Se parecía tanto a Eduardo! Así que al día siguiente decidió visitarlo y despejar sus sospechas.

“¡Hola! Llegas en el momento perfecto. ¡Estaba a punto de hacer un café!”, dijo Carlos.

“¿Están los niños en casa?”, preguntó la anciana.

"No, están en la escuela. Por favor, entra”.

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Cuando Dolores entró, vio que la casa estaba desordenada. La ropa de los niños estaba esparcida por la habitación y los platos sucios acumulados sobre la mesa.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Por favor, no te fijes en el desorden”, dijo Carlos, avergonzado. “Ser padre soltero no es realmente fácil. Por favor, toma asiento. Traeré una taza de café”.

Armándose de valor, Dolores decidió compartir sus dudas con él: “Estoy aquí para hablar sobre algo que podría sorprenderte”.

“¿Todo está bien?”, preguntó Carlos, preocupado.

“Si, todo bien. El asunto es que te pareces mucho a mi difunto esposo. Y tienes la misma marca de nacimiento en el labio superior que él. ¿Reconoces a este hombre?”, preguntó Dolores, mientras mostraba la fotografía de Eduardo.

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Los ojos de Carlos se abrieron desmesuradamente. “Es mi padre. Supe de él recientemente”.

¡Dolores no podía esperar a conocer su historia!

“Me crie en un orfanato después de que mis padres me abandonaran. Estuve buscando a mis padres biológicos, pero el director del orfanato nunca me proporcionó ninguna información. Hace poco, logré leer el archivo, donde estaba su foto. Es desgarrador saber que ya no esté vivo”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“¿Y qué hay de tu madre?”, preguntó Dolores, con los ojos llorosos.

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“Desafortunadamente, faltaba la información de mi madre”, dijo Carlos. “Sabía que mi padre estaba vivo, pero por la enfermedad de mi esposa no tuve tiempo de buscarlo, y ahora es demasiado tarde". Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando terminó.

El corazón de Dolores se rompió. Eduardo la había engañado y nunca le había dicho que tenía un hijo. Se secó los ojos con un pañuelo y preguntó: “Carlos, ¿puedo pedirte un favor?”.

“Claro, señora”, respondió.

“No tenía idea de que Eduardo tuviera un hijo, y me he sentido muy sola desde que se fue. ¿Te parece bien si vengo de vez en cuando para pasar tiempo con tus hijos?”.

“Eso me encantaría”, dijo. “Ellos estarán más que felices de conocerla. Las cosas no han sido fáciles para ninguno de nosotros desde la muerte de mi esposa. Lamento que haya tenido que saber todo de esta manera”.

A Dolores le costó aceptar que su marido la hubiese engañado, pero los hijos de Carlos la hicieron seguir adelante. Había decidido ayudarlos el día que los vio en el supermercado, y eso marcó un cambio en la vida de todos.

Meses después, Dolores invitó a Carlos y a sus hijos a vivir con ella, y se sintió más que feliz de convertirse en abuela de esos niños y apoyarlos emocional y económicamente.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pixabay

Por su parte, Carlos logró escribir una novela sobre un hombre que nunca conoció a sus padres, y cuando parecía haber perdido toda esperanza, una gran mujer llegó a su vida. Su libro fue un éxito y le permitió brindarle una buena educación a sus hijos.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La vida está llena de giros inesperados. Dolores no tenía idea de que terminaría descubriendo un gran secreto sobre su esposo cuando fue de compras al supermercado.
  • A veces, llega a tu vida la persona que necesitabas en ese momento. Dolores conoció a Carlos justo en el momento en que ambos estaban más necesitados de compañía y genuino amor de familia.

Comparte esta historia con tus amigos. Podría alegrarles el día e inspirarlos.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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