Todos evitaban la casa de una anciana y la llamaban bruja, y un niño se atrevió a mirar adentro - Historia del día
Todos en su vecindario temían a una anciana y la evitaban porque creían que era una bruja. Sin embargo, un día, un niño se asomó dentro de su casa y eso cambió la vida de varias personas para siempre.
Jacinto, de 6 años, y su madre, Catalina, se mudaron al campo. Todos sus vecinos les advirtieron que se mantuvieran alejados de la casa de Niní, de 87 años. Era una mujer mayor que vivía en las afueras de su vecindario y a la que todos le temían.
Los vecinos de Niní sospechaban que era una bruja y tenían varios ejemplos para demostrarle a Catalina que no se habían equivocado al acusar a la anciana de ser un ave de mal agüero.
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La Sra. Beatriz, la vieja chismosa del vecindario, afirmó que su gato fue atropellado por un automóvil el día después de ver a Niní alimentar al felino con leche. Por su parte, la señora Josefa afirmó que hubo un gran incendio en su granja después de que Niní la visitó un día.
Algunos de los rumores de los vecinos incluso sugerían que Niní era una caníbal que se alimentaba de niños.
Entonces, después de escuchar las historias de sus vecinos, Catalina comenzó a creer que la anciana era una bruja y le dijo a Jacinto que se mantuviera alejado de ella.
"Tienes que escuchar a mami, cariño", había dicho. "Nunca debes visitar la casa de la anciana. Es una mala mujer que come niños. Su casa está sucia por dentro y tiene una olla grande en la que cocina a los chicos".
Cuando su madre dijo eso, el pequeño Jacinto quedó aterrorizado. Como resultado, obedeció a su madre y evitó la casa como un buen niño. Pero una noche cambió todo...
Jacinto y los otros niños del vecindario estaban jugando cuando su pelota rodó hacia el bosque que conectaba un suburbio con otro. Como Jacinto no había podido atrapar la pelota, los otros niños le dijeron que fuera a buscarla.
Él corrió hacia el bosque en busca de la pelota, pero cuando no pudo encontrarla, continuó caminando más y más adentro. Hacía frío y la niebla cubría todo, por lo que Jacinto no podía ver con claridad. Al no encontrar la pelota, decidió volver y buscarla al otro día.
Sin embargo, debido a la poca visibilidad, no pudo encontrar el camino de vuelta. Se quedó atrapado en medio del denso bosque y lo poco que podía observar a su alrededor era niebla.
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El pequeño siguió caminando en una dirección hasta que llegó a un camino que conducía a otro suburbio. Pero no pudo reconocer su entorno y se echó a llorar.
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"¡Mami, por favor ayúdame!", sollozó, mirando a su alrededor en busca de ayuda, pero nadie apareció a la vista, por lo que siguió caminando. Iba llorando y secándose las lágrimas cuando llegó a una casa antigua y destartalada.
La casa se veía deteriorada y aterradora, pero Jacinto se estaba congelando por el frío, así que decidió llamar a la puerta. "¿Hola? ¿Pueden ayudarme?", preguntó con voz llorosa.
La puerta se abrió unos momentos después y una frágil mujer apareció. Miró a Jacinto, perpleja, y le preguntó amablemente: "Hola, niño. ¿Cómo te llamas? ¿Qué haces aquí tan tarde?".
Jacinto la miró con los ojos llorosos y dijo: "Soy Jacinto. Estoy perdido. ¿Puedes ayudarme a encontrar mi casa? ¡Mami debe estar preocupada por mí!".
"Hola Jacinto, soy Niní", respondió la mujer. "Puedo llevarte a casa, pero ¿qué tal si entras primero? Está nevando y podrías tener frío".
El chico se asustó cuando escuchó el nombre de la dama y se dio la vuelta para irse. "No, no quiero entrar. Me vas a cocinar en el recipiente grande. ¡Eres una bruja! ¡Mami me dijo que no viniera aquí!".
Cuando la anciana escuchó eso, se echó a reír. "Oh, ¿entonces eres el niño pequeño que se mudó a mi vecindario? No te preocupes, no soy una bruja. Los vecinos dicen eso porque no les caigo bien".
Jacinto rápidamente se alejó de ella. "¡No, vete! Mami dijo que comes niños. ¡No me iré a casa contigo!".
"Bueno, Jacinto", continuó Niní, "tu madre dijo eso porque escuchó a los otros vecinos. No voy a hacerte daño".
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Jason quería irse de la casa de la mujer mayor lo antes posible. Pero luego se dio cuenta de que no tenía otra forma de llegar a casa. Así que se le ocurrió un plan.
"Camina delante de mí y yo te seguiré. Si tratas de hacerme daño, huiré. Veo programas de crímenes y soy inteligente".
Niní le dedicó al niño una sonrisa amable y le envolvió el cuello con la bufanda. "Hace frío y debes mantenerte caliente si vas a atrapar criminales. No te enfermes".
"Mami también me da su bufanda cuando hace frío", dijo Jacinto después de una breve pausa. "Eres como mami. No eres mala".
"Por supuesto que no, Jacinto. ¿Te gustaría tomar un poco de chocolate caliente primero? ¡Podemos hacerlo juntos!", le propuso Niní. Acercó su mano hacia la del niño y la sostuvo. Jacinto le sonrió y la siguió al interior de la vivienda interior.
Los dos caminaron hasta la cocina, donde prepararon chocolate caliente juntos, y Niní le dio al niño unas galletas para que comiera.
Mientras Jacinto estaba en la casa de Niní, se sorprendió al ver que no se parecía en nada a lo que su madre le había descrito.
Estaba bien iluminada y había un gran estante lleno de medallas y trofeos en la sala de estar. Había algo de suciedad en algunos espacios, pero no estaba tan mal. Y lo más importante, ¡no había un recipiente grande para cocinar niños!
"¡Guau!", expresó Jacinto mientras miraba el estante que contenía sus trofeos. "¿Son tuyos?".
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"Sí, Jacinto", dijo Niní. "Ahora termina las galletas y el chocolate caliente rápido para llevarte de regreso con tu madre.
"¡Okey!", sonrió el niño mientras disfrutaba su merienda. Mientras tanto, Niní le trajo un suéter abrigado y le dijo que se lo pusiera. "Ponte esto antes de que nos vayamos, Jacinto. Hace frío afuera".
El niño le agradeció por el suéter y los dos se fueron a la casa de Catalina. Les tomó 20 minutos llegar a la casa. Sin embargo, la madre del chico no estaba feliz de ver a Niní en la puerta.
"¡Oh, Dios mío! ¿Ahí estabas, Jacinto? ¿Por qué fuiste a su casa? Yo estaba muy preocupada, cariño. Incluso informé a la policía, y estaban buscándote por todas partes. Los niños dijeron que fuiste al bosque".
"Lo hice, mami", dijo Jacinto. "Pero estaba perdido. Luego conocí a Niní. Ella es como tú, mami. ¡Me dio una bufanda, además de galletas y chocolate caliente!".
"Lo siento, señora", se disculpó Niní. "Podría haber llevado al niño a casa antes, pero hacía frío, así que lo invité a pasar para que se calentara un poco".
"Está bien", dijo Catalina con severidad. "Te agradezco que lo hayas traído a casa. ¡No te molestaremos de nuevo!". Luego cerró la puerta en la cara de la mujer mayor.
"Está bien, señora", murmuró Niní para sí misma antes de alejarse.
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Sin embargo, al día siguiente llamaron a su puerta. Cuando contestó, descubrió a Jacinto y Catalina parados afuera de su casa. "Lo siento, no te agradecí adecuadamente, Niní. Estaba un poco asustada, y luego los vecinos..."
"No te preocupes. ¡Por favor, entra!", dijo Niní. Le mostró el interior de su casa y ofreció té a sus invitados.
"Oh, no necesitabas hacer todo esto", dijo Catalina, avergonzada. "Solo vine a disculparme contigo. No debí haber sido tan mala”.
"No te preocupes. Estoy acostumbrada a que la gente sea descortés conmigo. Creen que soy una bruja, pero solo soy una anciana esperando que Dios me lleve con él".
"Lo siento, Niní", dijo Catalina. "Hablé con Jacinto anoche y me dijo que fuiste muy amable con él. Mencionó tus medallas y pensé: ‘por qué alguien tan talentosa es menospreciada por los demás’. Sé que no es asunto mío, pero tenía un poco de curiosidad por saber más sobre ti".
"Bueno, digamos que es una larga historia. Todo comenzó cuando...", dijo Niní al comenzar a narrar su experiencia de vida.
Resultó que solía ser una bailarina famosa con una familia encantadora de dos hijos y un esposo cariñoso. Sin embargo, cuando todos murieron en un accidente aéreo, Niní quedó devastada.
Dejó todo y se volvió alcohólica. Ella derrochó todo su dinero en ese momento, y cuando se quedó sin ahorros y no pudo permitirse vivir en la ciudad, se mudó al campo. Allí comenzó a trabajar para poder obtener su sustento y atender precariamente sus necesidades.
Sin embargo, debido a que era callada y no hablaba mucho con nadie, la gente pronto empezó a dar por supuesto lo que no sabía y a inventarle una historia fabulosa: así fue como Niní se convirtió en la "bruja" del pueblo.
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"Estoy de acuerdo en que no interactué con los vecinos, pero así soy yo. No los culpo por hablar mal de mí", puntualizó Niní.
El corazón de Catalina se hundió cuando se enteró de la historia de su vecina. Se sintió muy mal por la pobre mujer y comenzó a pasar tiempo con ella para aliviar su soledad. Tomó algún tiempo, pero finalmente funcionó.
Niní comenzó a disfrutar pasar tiempo con Jacinto, quien al poco tiempo empezó a llamarla cariñosamente como abuela. Los vecinos que le habían tenido miedo comenzaron a relacionarse con ella.
Todo cambió como resultado de un giro del destino, y Niní ahora es una parte muy importante de todo lo que sucede en el vecindario.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No creas en todo lo que dicen sobre alguien: Catalina se dio cuenta de que Niní no era una bruja cuando su hijo siguió agradeciendo a la anciana por su ayuda.
- No haga conclusiones apresuradas: Debido a que Niní era introvertida, sus vecinos asumieron que era una bruja y la culparon por todo lo malo que sucedía a su alrededor.
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