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El interior de un avión | Foto: Shutterstock
El interior de un avión | Foto: Shutterstock

Mujer deja a recién nacido en el asiento de avión en clase ejecutiva: decide buscarlo 13 años después - Historia del día

Vanessa Guzmán
05 feb 2022
18:20

Una mujer abandona a su bebé recién nacido en el asiento de un avión en clase ejecutiva. Decidió dejarlo porque temía no poder cuidar de él. Pero cuando su vida mejoró años más tarde, quiso buscarlo y acogerlo.

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"¡¿EMBARAZADA?! ¡Debes estar loca, Rebeca!", le gritó su padre, David Hernández, cuando le dijo que estaba esperando un hijo de su novio Pedro.

Rebeca, a diferencia de Pedro, provenía de una familia adinerada y su papá era dueño de una gran empresa textil. Desafortunadamente, su madre murió cuando ella tenía solo dos años, por lo que su padre la crio solo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Getty Images

El Sr. Hernández le proporcionó lo mejor de todo a su hija: ropa, comida y educación. Era un hombre muy controlador que no quería que Rebeca fuera en contra de sus deseos.

Cuando la joven se enteró de que estaba embarazada, trató de ocultárselo a su padre usando ropa demasiado grande. Pero a medida que su barriga crecía, ya no pudo ocultarla.

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Decidió contarle a su papá sobre su embarazo, pero él no lo tomó a bien. "Vas a deshacerte de ese niño, Rebeca. ¿Lo entiendes?".

"No, papá", refutó la chica que solo tenía 16 años en aquel momento. "No interrumpiré el embarazo. Ahora es demasiado tarde y no puedo abortar al bebé".

"Entonces tendrás que averiguar cómo vas a criar a ese niño tú misma", le advirtió el Sr. Hernández. "Nadie en nuestra familia se ha atrevido a casarse con alguien de clase baja. Así que, si quieres tener un bebé de ese hombre, ¡lárgate de mi casa!".

"Bien, papá", dijo Rebeca después de una breve pausa, con los ojos llenos de lágrimas. "Tal vez si mamá todavía estuviera viva, me habría apoyado. Pero está bien. Criaré al niño sola y demostraré que estás equivocado".

Rebeca empacó sus pertenencias y se fue esa noche, cortando todos los lazos con su padre. El Sr. David no se movió en absoluto y cerró la puerta detrás de ella. Le ordenó que regresara solo después de haber abortado al niño o haberlo colocado en un orfanato.

La adolescente no pronunció una palabra y pidió un taxi para ir a la casa de Pedro. Cuando llegó, explicó que su papá la había echado porque se negaba a aceptar a su hijo y que quería empezar una nueva vida con él. Pero para su sorpresa, Pedro se negó a hacerse responsable del niño.

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"Mira, nena", dijo. "No estoy listo para ser padre. ¿Y por qué dejaste la casa de tu padre? Él podría habernos ayudado económicamente cuando nos casemos y decidamos comenzar una nueva vida. Deshazte de ese niño u olvídate de mí, Rebeca".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Rebeca quedó conmocionada cuando escuchó eso. "Pero Pedro, este es nuestro bebé. ¿Cómo puedes...?".

"Mira, Rebeca, ese bebé y tú me traen más problemas en este momento. ¿Sabes qué? ¡Olvídate de mí! ¡Se acabó!".

"¡Pedro!", exclamó Rebeca llorando. "¡Estabas tan feliz cuando te enteraste del embarazo! ¿Qué pasó?".

"Porque no eres nadie en este momento, cariño. Tu papá te echó y no puedo criar a ese niño, así que adiós", dijo y le cerró la puerta en la cara.

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¡La vida de Rebeca dio un vuelco en una noche! ¡No podía creer que tenía un embarazo avanzado y que ni su padre ni su novio estaban preocupados por ella! Salió de la casa de Pedro llorando desconsoladamente, y vagó por las calles, sin saber adónde la llevaría la vida.

De repente, sintió un dolor agudo en el vientre y entró en labor de parto. El dolor era insoportable y ella suplicaba a los transeúntes que la ayudaran. Afortunadamente, una mujer la notó y, con la ayuda de su conductor, subió a Rebeca en su automóvil y la llevó rápidamente al hospital.

Rebeca dio a luz a un niño esa noche y, cuando se despertó, la mujer que la había ayudado, Ángela Bermúdez, estaba sentada junto a su cama.

"Gracias, gracias por ayudarme", le dijo Rebeca en voz baja. "Mi hijo... está a salvo, ¿verdad?".

"Está perfectamente bien", le aseguró Ángela. "¿Eres nueva en la ciudad? Noté que llevabas tu equipaje".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Rebeca no pudo contener las lágrimas. Estalló en llanto y le contó a la buena mujer la historia de cómo había terminado allí. "No quiero vivir aquí por más tiempo", sollozó Rebeca. "Solo quiero irme de esta ciudad. Pero no estoy segura de poder darle una buena vida a mi hijo".

Ángela se sintió terrible por Rebeca. No solo porque era una madre sin hogar que decidía si criar o no a su hijo, sino también porque le recordaba a su propia hija.

“No digas eso, querida”, manifestó Bermúdez, mientras las consolaba. “Yo tenía una hija de tu edad. Cuando supimos que estaba embarazada, nos enfadamos y la echamos de la casa”.

"Mi esposo y yo somos ricos. Teníamos la capacidad para mantener a nuestra hija, pero nos opusimos a su embarazo. Desearía haberla ayudado. Se quitó la vida porque no podía soportarlo todo. Ahora no quiero que nadie más pase por eso. Es una experiencia terrible".

"Lamento escuchar eso", dijo Rebeca, secándose las lágrimas.

"Yo también siento pena por ella", agregó Ángela. "Sin embargo, ahora es demasiado tarde. No te preocupes, te ayudaré. Puedo comprarte un boleto de avión. Asegúrate de que tu hijo viva una buena vida en un nuevo lugar".

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"Oh, no", exclamó Rebeca. "Ya ha hecho mucho por mí. Me temo que no podré devolverle este favor".

"Por favor", pidió la Ángela. "Si te ayudo, sería como si ayudara a mi hija. Y me ayudará a superar mi culpa".

Rebeca no podía decirle que no a la mujer que la ayudó. Aceptó el boleto y unos días después, estaba volando en clase ejecutiva, lista para comenzar su vida de nuevo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Sin embargo, mientras estaba sentada en el avión con su bebé en brazos, estaba constantemente preocupada por su capacidad para brindarle una buena vida.

"¿Qué pasa si no puedo cuidar a mi hijo? ¿Qué pasa si termina viviendo conmigo en la calle?". Estos pensamientos se habían apoderado de la mente de Rebeca hasta el punto en que no se dio cuenta de que el vuelo había terminado y el piloto anunció su llegada al aeropuerto.

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Rebeca estaba aterrorizada al darse cuenta de que estaría sola en una ciudad extraña con un recién nacido y sin medios para mantenerlo. Su mente comenzó a dar vueltas, su corazón latía con fuerza, ansioso por pensar en lo que le esperaba a ella y a su bebé.

Fue en ese momento que tomó una dolorosa decisión. Decidió que dejaría a su bebé en el avión, con la esperanza de que alguien se lo llevara y le diera una buena vida.

Esperó a que las personas en los asientos a su lado se fueran, y cuando vio que nadie miraba, dejó a su hijo en el asiento, junto con una nota que había escrito antes, y salió del avión rápidamente. Necesitó todas sus fuerzas para no mirar hacia atrás y recuperar a su hijo. Creía que era lo mejor.

Cuando una de las azafatas, Lili, se acercó al asiento después de que los pasajeros se habían ido, se sorprendió al descubrir al bebé. No pudo evitar sentirse mal por el niño al leer la nota que Rebeca había dejado.

“Soy una madre pobre que no pudo cuidar a su hijo. No pierdas tu tiempo buscándome si encuentras esta nota. Nunca hubiera podido proporcionarle una buena vida. Espero que lo aceptes y lo aprecies como tuyo. Estaría encantada si lo llamaras Mateo”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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13 años más tarde, después de luchar durante más de una década, Rebeca finalmente encontró un trabajo estable y le iba bien económicamente. Sin embargo, no hubo un solo día en el que no se arrepintiera de haber dejado a su hijo en aquel avión.

Había vivido como una persona sin hogar durante casi 7 años después de mudarse de su ciudad. Durante mucho tiempo intentó obtener un ingreso estable y alquilar una casa. Eventualmente las cosas mejoraron para ella, y pensó que sería capaz de darle a su hijo todo lo que quisiera.

Por supuesto, estaba avergonzada de lo que había hecho en el pasado y temía que su hijo nunca la aceptaría. Pero decidió arriesgarse a buscarlo y conocer a su hijo por primera y posiblemente la última también. Desafortunadamente, ella tenía razón en temer que las cosas saldrían mal.

"¿Mi mamá? ¡Debes estar bromeando!", dijo Mateo cuando lo conoció. "¿Dónde has estado todos estos años? ¡No te necesito! Estoy feliz con mis padres adoptivos".

Los ojos de Rebeca se llenaron de lágrimas cuando el chico dijo eso. La policía la había ayudado a encontrar a su hijo después de que ella les contó su historia.

Inicialmente, temía que nunca lo encontraría porque podría haber sido adoptado por cualquier persona en el mundo y haberle dado un nombre diferente. Tuvo la suerte de comenzar su búsqueda en la misma ciudad donde lo había abandonado. Lo consiguió por el nombre que había pedido que le pusieran.

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Se puso en contacto con la madre adoptiva y le explicó por qué lo había abandonado y eligió el nombre de Mateo Hernández para él. Resultó que el niño fue adoptado por Lili, la azafata y su esposo.

La aeromoza dudó en presentarle a Mateo a su mamá biológica, después de cómo lo había dejado. Pero finalmente accedió a darle la oportunidad de explicarse cuando se enteró de lo que le había sucedido.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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"Lo siento, Mateo", dijo Rebeca. "Sé que estás molesto y no quieres aceptarme, pero ¿puedes darme una oportunidad?".

"¡De ninguna manera!", gritó el chico. "Eres una mujer mala que me dejó solo. ¡Si mis padres no me hubieran adoptado, hoy estaría en un orfanato!".

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"Pero Mateo", dijo Rebeca. "No quería hacer eso. ¿No me dejarás explicarte por qué te dejé?".

Mateo se mostró reacio a hacerlo, pero accedió después de que sus padres lo persuadieron. Rebeca no le contó sobre el embarazo temprano o cómo la echaron, porque él solo tenía 13 años. Pero le dijo que era pobre y que su padre la había dejado.

Lili continuó explicando que era difícil para Rebeca brindarle una buena vida, por lo que lo abandonó. Sin embargo, Mateo todavía no quería aceptarla como su madre. "Puedo perdonarte, tal vez", dijo. "Pero no puedo llamarte mamá. Solo tengo una madre".

"Está bien", dijo Rebeca. "¿Puedo ir a verte al menos los fines de semana?".

"Está bien, no me molesta eso", dijo el chico.

Han pasado diez años desde aquel fatídico día. Mateo ahora tiene 23 años y trabaja como científico de datos en una importante empresa. Con el tiempo, perdonó a Rebeca por lo que había hecho y la aceptó como su madre.

Rebeca conoció recientemente a un hombre llamado Andrés en el trabajo y los dos han estado saliendo durante un mes. Quiere casarse con él, pero primero tiene la intención de hablar con Mateo al respecto.

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Rebeca visitó a Ángela hace un par de años y la mujer mayor se alegró de que las cosas hayan salido bien para ella y para su hijo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • El tiempo lo cura todo: Con el tiempo, Mateo se dio cuenta de que Rebeca no tenía toda la culpa de lo que sucedió y le perdonó que lo abandonara.
  • No tiene sentido vivir en el pasado: Mateo lo entendió y decidió darle una oportunidad a su madre biológica.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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