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Un hombre pidiendo dinero en la calle | Foto: Shutterstock
Un hombre pidiendo dinero en la calle | Foto: Shutterstock

Años después de que su padre la echara, hija lo ve mendigando y viviendo en la calle - Historia del día

Vanessa Guzmán
03 dic 2021
16:00

Un hombre echa a su hija de la casa. Años después lo ve mendigando, indefenso y viviendo en la calle.

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Era una noche fría e invernal y Lara estaba sentada frente a la tumba de su madre. Lloraba amargamente y se lamentaba por su trágica vida. Hace solo unos años, su madre, Roselyn, falleció debido a un ataque al corazón, dejándola a ella y a su padre Elías solos.

Lara, que solo tenía diez años en ese momento, se sintió desconsolada al ver a su madre en un ataúd para luego ser enterrada bajo la tierra. Por su parte, Elías no tardó en superar la muerte de su esposa y pronto trajo una nueva mujer llamada Sheila a su casa y a la vida de Lara.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Getty Images

A medida que pasaba el tiempo, Lara notó que Sheila se convertía en un elemento permanente en sus vidas y también en su casa. Fingió ser una mujer dulce y amable al principio, pero todo cambió cuando se casó con su padre.

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Elías, que había sido considerado por su hija como un padre amoroso, ahora solo se preocupaba por él y su nueva esposa.

Cuando Lara cumplió 16 años, Sheila anunció que estaba embarazada. Elías estaba inmensamente feliz por la noticia y Lara también lo estaba.

Pero reflexionó sobre los eventos de los 6 años anteriores, donde todo lo que había escuchado de Sheila es que era una carga para su padre. Eso preocupó a la adolescente, sobre todo por lo que pasaría una vez que naciera el bebé.

“Estoy segura de que papá dejará de preocuparse por mí por completo. Estará enfocado únicamente en el bebé y Sheila. Ahh... Mamá, ¡desearía que estuvieras aquí! Estoy aterrorizada por lo que sucederá”, reflexionó Lara con tristeza.

La peor pesadilla de Lara se hizo realidad. Cuando regresó a casa después de visitar a su madre esa noche, escuchó a su padre hablando con Sheila. "¡No puedes hacer eso! Lara también es mi hija. ¡No puedo simplemente decirle que se mude de la casa!".

"Pero cariño", insistió Sheila, "trata de entender. Sabes que necesitaremos más espacio una vez que llegue el bebé. Además, ¡Ya tiene 16 años! Necesita aprender a ser independiente. ¡No podemos seguir manteniéndola por el resto de su vida!".

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"Tienes razón en eso, cariño", dijo Elías. "Pero todavía es una niña para mí, y estoy preocupado por ella. No estoy seguro de poder hacer eso".

"Oh, no te preocupes por eso, cariño", dijo Sheila, encantada de haber persuadido a Elías para que sacara a Lara de la casa. "Hablé con una de mis amigas y conocen un lugar agradable. La renta no será demasiado alta y podremos mudar a Lara allí".

"Está bien, cariño. Hablemos de eso con ella algún día. Pero espero que Lara no se lo tome a mal".

"Claro", dijo Sheila, silenciosamente complacida con el éxito de su plan.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Pero Lara escuchó todo y no pudo contener las lágrimas cuando irrumpió en su habitación. "¿Por qué papá? ¿No ves lo que está tratando de hacer tu esposa?", le gritó a su padre.

"Lara, ¿qué pasa?", preguntó Elías, estupefacto. "¿Por qué estás llorando?".

"¡Estoy llorando por culpa de Sheila, papá! ¡Esta mujer es patética! Esta mujer está tratando de separarnos. La odio. ¡Espero que desaparezca!".

"¡Lara!", gritó su padre. "¡Cuida tu boca! ¡Ella es tu mamá!".

"¡De ninguna manera, papá!", Lara replicó. "Ella es una destructora de hogares, intentando separarnos. Ella nunca podrá ser mi madre. ¡LA ODIO! ¡LA ODIO MÁS QUE NADA!".

"Mira, es por eso que te dije que necesitábamos sacarla de la casa", intervino Sheila, con los ojos llorosos y fingiendo ser inocente. "Nunca aprenderá a aceptar a los demás si se queda con nosotros. No tenía idea de que te había lastimado tanto, cariño", dijo y luego puso la mano sobre su hombro.

Pero Lara apartó la mano y empezó a gritarle. "¡No te atrevas a tocarme! ¡Sé lo que estás haciendo! Puedes engañar a papá, pero no a mí, ¿entiendes?".

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"¡Está bien, suficiente, Lara!", dijo Elías. "Si quieres actuar así, lárgate de esta casa. ¡No quiero verte aquí!".

"¡¿Papá?! ¿Estás loco? ¡¿Me estás echando de casa por esta mujer?!".

"¡Sí, Lara! ¡Te estoy pidiendo que te vayas! Sheila tenía razón. Debí haberte sacado antes. ¡Solo sal de mi vista!".

El corazón de Lara se hundió cuando su padre le ordenó que se fuera. Empacó su ropa, con los ojos llorosos, tomó algo de dinero que había ahorrado y salió de la casa.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Esa noche alquiló un motel barato y durmió allí en lugar de ir a la casa de una amiga porque estaba avergonzada por toda la situación. Pero después de que se acabó el dinero, durmió en parques, algunas veces en los callejones y luego debajo del puente de la ciudad donde nadie la molestaba.

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También dejó de ir a la escuela y comenzó a mendigar en los cruces de peatones y fuera de las tiendas, con la esperanza de que algún alma amable le ofreciera dinero para que pudiera comer al menos una comida.

Sin embargo, un día, cuando estaba sentada afuera de una panadería, pidiendo limosna, la madre de su mejor amiga, la Sra. Suárez, la vio. "Cariño, ¿qué estás haciendo aquí?", preguntó, preocupada por la ropa andrajosa y la apariencia frágil de Lara.

"Oh, Sra. Suárez", contestó Lara con voz llorosa cuando la vio. "¿Por dónde empiezo?".

"Está bien, cariño. Cálmate y ven conmigo". La amable dama llevó a Lara a su hogar, la hizo bañarse, le dio algo de ropa limpia y la alimentó. Luego, Lara le contó toda la historia, incluyendo cómo su padre la había echado de la casa.

La Sra. Suárez se sintió muy mal por Lara y le permitió quedarse en su casa todo el tiempo que quisiera. También le dijo a su hija Sara que no le contara a nadie sobre la condición de Lara porque la pobre niña ya estaba traumatizada por lo que había sucedido en su vida.

Gracias a la buena mujer, la vida de Lara mejoró a partir de ese día. Unos días después, la Sra. Suárez y su esposo inscribieron a Lara en una escuela secundaria diferente y pagaron sus cuotas. Cuando la joven se graduó, solicitó algunas becas y la seleccionaron para acudir a una prestigiosa universidad.

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Como padres y tutores orgullosos, los Suárez brindaron asistencia financiera a Sara y Lara, y ninguna de las niñas los defraudó. Al final de su último año, Sara tenía un excelente trabajo con un buen paquete salarial.

Por su parte, Lara no solo tenía un buen trabajo, sino que también se graduó con honores de la destacada casa de estudios superiores que la becó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Lara estaba feliz con el rumbo que estaba tomando su vida, pero echó de menos a su padre en varias ocasiones. Dejó a un lado su enfado y lo llamó un día mientras estaba en la universidad, pero él no respondió.

Incluso le envió varios correos electrónicos, pero ninguno fue respondido. Pensando que a su padre no le importaba en absoluto, Lara decidió que nunca volvería a llamarlo. Pero el destino tenía planes diferentes.

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Una noche, cuando regresaba del trabajo, le arrojó varios billetes de un dólar a un vagabundo sentado en una calle con una chaqueta negra semidesgarrada, pidiendo limosna.

"Gracias, señorita", dijo con voz temblorosa al ver el dinero. Lara se detuvo en seco cuando escuchó la voz. ¡Espera, no puede ser! Esa voz…

"Disculpe, ¿podría repetir lo que acaba de decir?", preguntó, regresando hasta donde estaba el mendigo.

Esta vez el hombre la miró. Los ojos de Lara se llenaron de lágrimas cuando notó que el señor con ropa andrajosa era su padre. "Papá, ¿qué te pasó?".

"¡Lara! ¿De verdad eres tú, cariño?". Rompió a llorar. "¡Lamento lo que hice, cariño! No debí haberte pedido que te fueras. ¡Tenías razón sobre Sheila!".

"Hablaremos de eso más tarde, papá. Por favor, levántate de aquí y ven conmigo".

Lara llevó a su padre a un café cercano, lo alimentó y le dio su chaqueta. Los ojos de Elías se llenaron de lágrimas ante la generosidad de su hija. Se disculpó con ella por lo que había hecho y le contó toda la historia.

Resulta que Sheila había engañado a Elías para que transfiriera todo su dinero y riqueza a su nombre y lo echó de la casa. Y no solo eso, sino que también trajo a la casa a otro hombre que resultó ser el padre de la niña que esperaba al desplazar a Lara de su hogar.

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Había estado engañando a Elías durante mucho tiempo, pero cuando descubrió que estaba embarazada del hijo de su amante, decidió deshacerse de su marido después de robarle todo su dinero. Lara fue un gran obstáculo en su camino, por lo que se deshizo de ella primero.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"Traté de encontrarte, cariño, pero sabes lo distantes que nos habíamos vuelto cuando Sheila llegó a nuestras vidas. Ni siquiera sabía quiénes eran tus amigos. ¡Lo siento!", admitió Elías avergonzado.

"¡Pero te envié tantos correos electrónicos, papá! ¿Por qué no respondiste?".

"Ella se hizo cargo de todo, cariño. ¡Mis correos electrónicos, mis cuentas bancarias, todo! Ni siquiera sabía que me enviabas correos electrónicos. ¿Sabes la pequeña tienda que teníamos, verdad? Ella también vendió eso, y yo me quedé literalmente sin trabajo y sin hogar”.

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“¡No sabía qué hacer! Conseguí empleos de medio tiempo, pero cuando mi salud comenzó a deteriorarse, paré y simplemente acepté mi destino".

"Está bien, papá. Estoy aquí; no tienes que preocuparte".

Esa noche, Lara se llevó a su papá a casa. Comenzaron a vivir juntos, y Lara lo mantenía. Más tarde, con la ayuda de uno de sus amigos abogados, contrató a un investigador privado, localizó el paradero de Sheila y la demandó.

Elías recuperó su casa con la ayuda de su hija y la transfirió a su nombre. También visitó a los Suárez y les agradeció por cuidar a su hija. Ellos se alegraron de que el padre de Lara se hubiera dado cuenta de su error y se reconciliara con su hija.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • El karma es inevitable: Elías echó a Lara de la casa y luego se quedó sin hogar.
  • Aprenda a ser amable; no cuesta nada: La Sra. Suárez ayudó a Lara sin esperar nada a cambio. Todos deberíamos intentar ser como ella.

Comparte esta historia con tus amigos, puedes ayudar a inspirarlos e incluso a solucionar un problema personal que los afecte.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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