Millonario se burla de pobre mujer con sobrepeso en avión hasta que oye la voz del capitán hablándole a ella - Historia del día
Un hombre rico se molesta al tener que sentarse junto a una mujer con sobrepeso en la sección de primera clase de un vuelo comercial. Al ver a la dama, comenzó a quejarse con la azafata.
Jaime Contreras supo que iba a ser un mal vuelo en el momento en que vio a la mujer que iba a estar sentada a su lado. “¡Ella era ENORME! ¿Cómo diablos iba a viajar cómodamente con esta morsa sentada a su lado?”, recordó.
La mujer se sentó y mientras se abrochaba el cinturón de seguridad, su codo golpeó a Jaime. "¡Ten cuidado!", expresó Jaime groseramente. Ella se giró hacia él y vio su rostro enojado.
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"Oh, lo siento mucho. ¡Por favor, disculpe!", manifestó la mujer.
"¿Qué la disculpe?", preguntó Jaime con tono burlón. "¿O disculpo a las 3000 donas que comió para llegar a ese tamaño?".
La mujer se quedó impactada por el comentario del pasajero. Jaime se dio cuenta de que la joven mujer tenía un dulce en la mano y su rostro reflejaba debilidad. El escenario lo ayudó a burlarse una vez más de ella.
"¡Señora, cuando viaja necesita reservar DOS asientos!", dijo Jaime.
Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas, pero Jaime no pensaba detenerse. Especialmente, cuando notó que su ropa era barata y pasada de moda y sus zapatos estaban muy gastados.
Él dijo: "Supongo que todo su presupuesto se destina a nachos y perritos calientes, ¿verdad? Entonces, ¿no puede pagar dos asientos? ¡La próxima vez que pase el sombrero, estoy seguro de que todos sus compañeros de viaje serán muy generosos!".
La mujer volvió la cara hacia la ventana y, en el reflejo, Jaime pudo ver las lágrimas que corrían por sus mejillas. "Escucha", dijo. "¡Tengo un amigo que tiene una clínica en México, estoy seguro de que te haría una liposucción mucho más barata!".
Los sollozos sacudían a la joven y Jaime se sintió recompensado por la incomodidad que sentía al estar apretujado junto a su suave bulto. Entonces, cuando la azafata llegó con el carrito de bebidas, pidió un Martini.
Todos merecen ser tratados con respeto y dignidad, expresó a la guapa sobrecargo con su mejor voz de James Bond. Luego agregó: "No sé qué beberá Moby Dick aquí..."
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La asistente de vuelo apretó los labios con fuerza y le lanzó una mirada de desaprobación. Luego se dirigió a la mujer que estaba a su lado. "Señora, ¿quiere algo de beber?".
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La mujer asintió y se secó los ojos. "Sí, por favor, una Coca-Cola sin azúcar".
Jaime se burló. "¿No crees que es un poco tarde para una Coca-Cola de dieta?". Tanto la azafata como la mujer lo ignoraron, pero él se sintió satisfecho cuando se dio cuenta de que las había molestado a ambas.
Se recostó y mordisqueó una aceituna. Bebió un sorbo de su Martini mientras la mujer a su lado bebía su Coca-Cola de dieta. De pronto sintió un escalofrío cuando se dio cuenta de que ella tendría que ir al baño en cualquier momento y pasaría junto a él.
No mucho después de haber tomado su último sorbo, la azafata llegó con la cena. Puso una bonita bandeja frente a él y otra frente a su compañero de viaje.
"¿Estás segura de que será suficiente?", le preguntó Jaime a la asistente de vuelo. "¡Creo que se necesitaría un pueblo para alimentar a esta dama!".
La azafata lo ignoró y pasó a atender a los demás pasajeros en primera clase. Pero antes de avanzar precisó: "Eso fue grosero de su parte, ¿no?". Jaime le preguntó a la mujer sentada a su lado: "Pienso que pondré una queja sobre ella".
Pero la dama también lo ignoró, por lo que Jaime comenzó a disfrutar de la excelente cena. Estaba bebiendo sus últimos tragos de vino, cuando la azafata regresó, y esta vez, ella era toda sonrisas.
"Disculpe", dijo, "el capitán es un gran admirador suyo y le encantaría invitarla a la cabina", comentó.
Jaime se sobresaltó y luego vio que la azafata estaba hablando con la mujer obesa a su lado, que estaba sonriendo, sonrojada y asintiendo. Esto significaba que Jaime tenía que levantarse y dejarla pasar.
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La azafata se llevó a la mujer y Jaime volvió a sentarse. Pensó en enviar bastantes correos electrónicos desagradables a la gerencia de la aerolínea para quejarse del servicio y las condiciones en primera clase.
Estaba componiendo mentalmente algunas líneas de su escrito cuando la voz del capitán salió por los altavoces: "Damas y caballeros. ¡Tenemos una celebridad entre nosotros! Si son fanáticos de 'I Love Opera' como yo, reconocerán la voz".
Una voz encantadora llenó la cabina, al interpretar algunos compases de un aria famosa y todos los pasajeros comenzaron a aplaudir y comentar emocionados entre ellos.
"¡Así es!", dijo el capitán. "¡Es la encantadora Alicia Jonás, y volará con nosotros para dar un concierto benéfico por el hambre en el mundo!".
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Todo el avión estalló en aplausos y Jaime se encogió. Entonces se acercó la azafata. "Escucha, destructor", dijo con una voz fría y dura. "No me importa cuántos millones tengas, si vuelves a molestar a esa mujer, te pondré en clase económica".
Jaime abrió la boca para protestar y captó la rabia en los ojos del sobrecargo. "Lo siento", murmuró.
"¡No es conmigo con quien tienes que disculparte!", destacó la azafata.
Un rato después, Alicia estaba de vuelta, sonriendo y firmando autógrafos para los demás pasajeros. Jaime se puso de pie de un salto para permitirle tomar asiento.
"Escucha", dijo con su sonrisa más encantadora. "Lo siento si fui un poco grosero, ¡no tenía idea de quién eras!".
La cantante de ópera lo miró y Jaime se percató de que ella tenía unos ojos muy hermosos. "No importa quién soy. ¡No deberías tratar a la gente así, NUNCA! Y, además, no lo sientes. ¿Te disculparías si no fuera famosa? Mi peso no está bien, pero puedes cambiar tu actitud. Deja de juzgar a la gente".
Jaime cerró la boca y se hundió en su asiento y no dijo una palabra más hasta que aterrizaron en su destino.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No juzgues a las personas por su apariencia: Jaime juzgó a Alicia porque era una mujer grande, pero terminó mostrándose como un hombre muy pequeño.
- Todos merecen ser tratados con respeto y dignidad: El dinero y el poder no le dan a la gente el derecho de humillar a otros.
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