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Un hombre en silla de ruedas | Foto: Shutterstock
Un hombre en silla de ruedas | Foto: Shutterstock

Mujer cuida a su esposo con discapacidad por años: un día lo ve jugando golf accidentalmente - Historia del día

Mayra Pérez
18 feb 2022
18:20

Bárbara trabajó duro para mantener a su esposo, quien quedó discapacitado después de un accidente en el trabajo. Un día lo vio caminando y jugando al golf con un amigo. Cuando lo confrontó, él reveló la impactante verdad.

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Bárbara respiró aliviada tras sentarse en el autobús. Después de pasar un tiempo en la casa de su amiga cerca de la playa, regresaba a su casa.

Fue un fin de semana encantador, pero quería regresar temprano ese domingo para pasar un tiempo con su esposo, Christopher. Su casa estaba a solo unas horas de distancia y tenía tiempo para dormir en el autobús.

Imagen con fines ilustrativos | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Fuente: Pexels

Lo que no esperaba con ansias era la dura semana laboral que tendría. Bárbara tenía un trabajo corporativo regular; también tenía una tienda donde vendía piezas de punto personalizadas, además de un trabajo de medio tiempo cada dos días en una cafetería.

Debía trabajar tan duramente porque su esposo estaba en silla de ruedas. Casi dos años atrás, Christopher había sufrido un grave accidente en el trabajo cuando le cayó una caja en la cabeza.

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Desafortunadamente, él no debía estar en esa área en ese momento, por lo que la compañía no pagó ningún arreglo. Manejaron los costos de la estadía en el hospital y compraron una silla de ruedas, pero legalmente no tenían obligación de pagar nada más.

Él cobraba una pensión por discapacidad del gobierno, pero no resultaba suficiente para mantener su estilo de vida. Eran de clase media alta antes del accidente, y Bárbara no quería que sus vidas se vieran tan afectadas.

También debía pagar la fisioterapia de su esposo, la cual era muy costosa. Pero la verdad es que todo lo hacía llena de amor y consideración hacía su pareja. Eran tiempos difíciles para él.

Solo se le veía animado cuando su amigo Bruno lo invitaba a salir. Él lo llevaba a los juegos de béisbol y tenía una sala de juegos en su casa. Sin embargo, él era un hombre de negocios y no tenía tanto tiempo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Por eso, cuando lo buscó ese fin de semana. Bárbara aprovechó para visitar a su amiga en la playa. Pocas veces tenía esa oportunidad y en definitiva había sido un buen descanso. Lamentablemente, era hora de volver a la realidad y al trabajo.

Al regresar de su viaje, Bárbara pasó frente a la casa de Bruno. Vio a dos hombres parados en el patio delantero. Caminaban hacia un automóvil y tomaron una bolsa de palos de golf.

“¿Quizás son Bruno y otro amigo?”, pensó Bárbara. Pero vio la inconfundible camisa hawaiana que a su esposo le encantaba usar, aunque era muy fea. Estaban caminando y riéndose. Inesperadamente, posó y fingió golpear una pelota de golf. Luego caminaron hacia la parte trasera de la casa, donde tenía un campo de minigolf.

Bárbara no podía creerlo. ¡Había estado trabajando tan duro durante tanto tiempo y su esposo claramente podía caminar!

“¿Qué está sucediendo? ¿Por qué no me lo dijo?”. Esas interrogantes atormentaron a Bárbara hasta que el autobús llegó a su parada y se bajó. Había dejado su auto en un estacionamiento cercano, así que lo abordó y condujo a su casa.

“¿Será que esto es algo nuevo que sucedió en la casa de Bruno este fin de semana? ¿Y si quiere sorprenderme? Sí, tiene que ser eso”, decidió finalmente y así se calmó. Su esposo llegaría a casa más tarde ese domingo y la sorprendería caminando.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Christopher apareció en la puerta en su silla de ruedas con Bruno empujándolo. “Hola cariño. ¿Cómo estuvo tu viaje?”, preguntó cuando entró a la sala de estar.

“Hola. Fue divertido. ¿Qué hay de ustedes? ¿Qué hicieron?”, preguntó ella a su vez con una gran sonrisa, esperando la gran sorpresa.

“Hicimos lo mismo de siempre. El juego del viernes fue divertido; también pasamos mucho tiempo conversando”, dijo Bruno escuetamente y de inmediato se despidió.

Ella le sirvió a Christopher una buena cena de espaguetis y albóndigas y se sentó a la mesa de la cocina con él. “Entonces, ¿eso es todo lo que hicieron?”.

“Sí”, respondió con la boca llena de comida. “Es lo que siempre hacemos”.

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“Bueno, Bruno tiene un campo de golf en casa. Podrías haber jugado”, agregó Bárbara, tratando de sacar el tema sutilmente.

“Todavía no tengo la habilidad de jugar en una silla de ruedas, así que no. Pero nos divertimos mucho, cariño. Siempre te preocupas por mí y te amo por eso”, respondió Christopher, bebiendo un poco de refresco y actuando en forma habitual.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

De repente, Bárbara golpeó la mesa con el puño. “¿Es en serio? ¿No tienes la habilidad de jugar en una silla de ruedas?”, gritó indignada.

Christopher la miró con los ojos muy abiertos y una cara inocente. “¿Qué te ocurre? Cariño, es difícil jugar al golf en una silla de ruedas. No puedes controlar bien tu swing…”

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Bárbara lo interrumpió. “¡TE VI! ¡Te vi caminando, sacando palos de golf del auto de Bruno y balanceándote feliz como un niño en Navidad! ¡QUIERO LA VERDAD AHORA MISMO!”.

La boca de Christopher se abrió y se cerró como un pez en un acuario, pero no tenía nada que decir. Bárbara esperó a que lo negara, pero él solo preguntó: “¿Cómo lo supiste?”.

“Mi autobús pasó por la casa de Bruno, y te vi recogiendo los palos en ese momento. ¿Quieres decirme por qué me has estado mintiendo? ¿Y desde hace cuánto tiempo?”, preguntó en el tono más severo que pudo, sin perder el control.

Su esposo finalmente suspiró y reveló la verdad. “Sí, he estado mintiendo. Ha pasado alrededor de un año y medio. Simplemente, no quería volver a trabajar”.

“¿Año y medio?”, exclamó Bárbara, al borde de la histeria.

“Por favor cálmate. No es tan grave. Tu trabajo nos estaba ayudando, y solo quería un descanso después de todos esos años. También disfruté mucho de lo atenta que fuiste conmigo. Ha sido el mejor año y medio de mi vida”, explicó Christopher.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Me has estado mintiendo durante un año y medio”, repitió Bárbara. “Mi trabajo nos estaba ayudando… ¿Sabes lo duro que he estado trabajando para mantener nuestro estilo de vida? ¿Adónde vas cuando te llevo a fisioterapia?”.

Él se estremeció ante sus gritos. “Por favor, no me grites. También le miento al terapeuta”.

“¿Cuánto hace que Bruno sabe sobre esto?”, quiso saber su esposa.

“Desde que comencé a caminar de nuevo”, reveló Christopher.

Bárbara respiró hondo y pensó en sus opciones en ese momento. Todo el mundo sabe que tomar decisiones cuando se está enojado no es una buena idea, por lo que quería tener la cabeza despejada. Pero sabía que debía alejarse.

Se levantó de la mesa, agarró el bolso que había traído y se fue a la casa de su madre. Lloró mucho esa noche y durante varios días mientras Christopher llamaba y enviaba mensajes de texto constantemente.

Todos en su familia estaban conmocionados por el engaño y no sabían cómo una pareja podía recuperarse de eso. Y en efecto, no pudieron.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Bárbara solicitó el divorcio después de un mes en la casa de su madre y nunca volvió a ver a Christopher. Vació sus cuentas bancarias compartidas, renunció a todos sus trabajos y durante algunos meses viajó y la pasó bien. Fue la mejor decisión de su vida.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Una relación no puede sobrevivir a una mentira tan grande. No había forma de que el matrimonio de Bárbara y Christopher pudiera salir adelante después de que él la engañara de esa manera.
  • Dejar la vida trabajando para tener unos lujos que no podrás disfrutar es absurdo. Los cónyuges deben apoyarse mutuamente en los momentos difíciles, pero Bárbara se estaba matando por no perder su estatus.
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