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Mujer mayor revisando contenedores de basura. | Foto: Shutterstock
Mujer mayor revisando contenedores de basura. | Foto: Shutterstock

Mujer ve a una vecina adinerada buscando comida en la basura - Historia del día

Una vecina preocupada decidió hacer algo después de notar que su anciana vecina adinerada buscaba comida en los contenedores de basura de su calle.

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Un día, a Linda le pareció extraño ver que su adinerada vecina Betty estuviera en el supermercado comprando comida para gatos. Sabía que la anciana no tenía un gato en casa, por lo que era extraño verla comprando alimentos de ese tipo.

Lo que la sorprendió aún más fue que, en lugar de comprar sus productos con una tarjeta de crédito como siempre hacía, Betty pagó con monedas.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

Linda decidió no molestar a la señora ese día, pensando que ahora debía tener un gato en casa para el cual necesitaba comprar comida. Después de todo, su hija, que tenía unos treinta años, se había mudado a otro lado recientemente.

Sin embargo, Linda decidió hacer algo después de notar que una serie de cosas extrañas comenzaron a suceder en la casa de Betty.

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Su hija a menudo llevaba hombres a la casa de su madre, y ellos fumaban cigarrillos y dejaban latas de cerveza vacías afuera en el patio delantero.

Para empeorar las cosas, incluso en la oscuridad de la noche, la hija de Betty y sus visitantes escuchaban música a todo volumen, lo que hacía imposible que pudiera dormir en paz.

Un día, Linda vio a la mujer mayor salir sigilosamente de la casa por la puerta lateral. Caminó, buscando comida en los botes de basura de sus vecinos. “Debe ser por el gato”, pensó Linda.

Sin embargo, lo que sucedió a continuación la sorprendió. Cuando Betty encontró una caja de comida para llevar sobrante en uno de los contenedores, procedió a olerla. Cuando confirmó que era seguro comerla, decidió darle un mordisco.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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“¡Dios mío, eso es terrible!”, dijo Linda mientras miraba con horror.

“¿Qué pasa, cariño?”, preguntó su esposo Pedro.

“¡Mira! ¡La abuela Betty está comiendo de la basura! ¿Cómo es posible? Ha tenido una carrera exitosa y ha ahorrado lo suficiente para su jubilación. Algo extraño está pasando. ¿Qué debemos hacer?”, respondió Linda, preocupada por su vecina.

“¿Por qué no vas a ver cómo está? No has hablado con ella en mucho tiempo”, sugirió Pedro.

Entonces, Linda decidió hornear un pastel para llevárselo a Betty. Cuando estuvo listo, lo colocó en una caja y se acercó a la casa vecina.

Cuando llamó a la puerta, fue Betty quien abrió. “Hola, abuela Betty. ¿Cómo has estado?”, preguntó Linda, haciendo todo lo posible por sonreír como si no supiera que algo estaba pasando.

“Estoy... estoy bien, cariño. ¿Cómo estás tú?”, preguntó débilmente.

“Estoy bien, abuela Betty. Pensé que no había estado pendiente de ti en mucho tiempo, así que te horneé un pastel. ¿Estás sola en casa?”, preguntó la mujer, mirando detrás de su vecina.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Ante esa pregunta, la anciana se echó a llorar en silencio. “Hablemos afuera”, le dijo a Linda.

“Mi hija Ana, está durmiendo arriba. Se ha llevado todas mis tarjetas de cajero automático y casi no me da para comer. En el supermercado, ninguna comida decente cuesta tres dólares”, contó.

“Eso fue lo que me dio, así que compré comida para gatos para llenar mi estómago. Ha sido muy duro”, sollozó.

“¿Qué? ¡Es horrible! ¿Por qué no viniste a pedir ayuda?”, le preguntó la mujer a Betty, sosteniendo su mano en el proceso.

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“Ella ha estado trayendo a esos hombres. Dijo que, si intentaba decirle a alguien, me mataría. Pero... simplemente no puedo soportarlo más. Tengo mucha hambre y me siento demasiado débil”, explicó la anciana.

Entonces Linda llevó rápidamente a Betty a su casa antes de que su hija se despertara. La mujer más joven llamó a la policía e hizo arrestar a la desalmada mujer.

Cuando llegó la policía, sorprendieron a Ana durmiendo en la habitación de su madre con botellas de alcohol vacías a su alrededor. También había guardado las tarjetas de cajero automático de la anciana en su bolso, que la policía confiscó.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Ana llamó a su madre cuando la policía se la llevaba, alegando que ella le había dado voluntariamente las tarjetas de cajero automático. “¡Ella es mi madre! ¡Tráiganla ahora mismo!”, gritó mientras la esposaban. “Ella me dio todo su dinero. ¡Es todo mío!”.

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Sin embargo, nada podía salvar a la desalmada mujer de ser arrestada en ese momento. Betty ya había dado su testimonio, en el que afirmó que su hija la había obligado a vivir con solo tres dólares al día.

Declaró que eso no le alcanzaba para casi nada y se había visto obligada a buscar sobras en los contenedores de basura de sus vecinos.

Cuando la policía finalmente se llevó a Ana, Betty no pudo evitar llorar de nuevo. “Me duele porque nunca pensé que la relación con mi hija se deterioraría tanto. Pero con los años ella solo aparecía cuando necesitaba dinero”, comenzó a explicar.

“Pensé que estaría bien si seguía dándole porque, bueno, la amo y es mi hija. Sin embargo, esta vez ella decidió tomar todos mis ahorros porque ahora estoy vieja y mucho más débil que antes. Me duele que me traicione así”, suspiró Betty.

“Lamento que Ana te haya hecho eso, abuela Betty. Quiero que sepas que siempre tendrás una familia con nosotros. Ven cuando quieras”, le dijo Linda, dándole un abrazo.

La mujer se comprometió a que su anciana vecina tuviera todo lo que necesitaba para comenzar de nuevo. Hizo limpiar toda la casa y se aseguró de que no quedara rastro de Ana. También se aseguró de que Betty nunca se sintiera sola.

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Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Todos los fines de semana, Linda, su esposo y sus hijos se reunían con su amable vecina, cocinaban y comían juntos. Los niños llegaron a amar a Betty como si fuera su abuela, y Linda y Betty se hicieron muy buenas amigas.

Aunque la anciana perdió el contacto con su hija, sus amables y generosos vecinos se convirtieron en su nueva familia. Ellos la apoyaron hasta el final de su vida.

Betty también se aseguró de dejar ir todos los malos sentimientos que tenía hacia Ana y la perdonó a pesar de que nunca más se volvieron a ver.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La familia no siempre tiene que tener relación consanguínea. Betty sintió más amor por parte de Linda y su familia que de su propia hija Ana. Al final, vivió feliz el resto de su vida con sus queridos vecinos que la cuidaron y le hicieron compañía.
  • El perdón te ayuda a avanzar hacia cosas mejores. Betty sufrió a manos de su propia hija, pero en lugar de sentir rencor aprendió a perdonarla y a desearle lo mejor a pesar de que ya no estaban en contacto.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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