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Una mujer vendiendo flores en la calle | Foto: Shutterstock
Una mujer vendiendo flores en la calle | Foto: Shutterstock

Todos se burlan de pobre señora que vende flores hasta que una chica se detiene - Historia del día

Mayra Pérez
31 mar 2022
19:20

Geraldine era una mujer reservada que vendía flores en la calle. Con frecuencia soportaba insultos de personas a las que no les gustaban sus flores o su edad. Pero un día, un acto de bondad de una desconocida le cambió la vida para siempre.

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Geraldine era una mujer de 60 años que amaba la jardinería. Comenzó a vender sus flores en la calle todos los días para tratar de ganar más dinero.

Cuando detenía a las personas en el camino para ofrecerles sus flores, algunos se burlaban por la sencillez de sus arreglos. Peor aún, Geraldine a menudo era ridiculizada por quienes pensaban que era demasiado mayor para iniciar un negocio.

“¿Por qué una vieja como tú pretende que la gente le compre flores?”, escuchó decir un par de veces. Y aunque comentarios como esos la hacían sentir derrotada, Geraldine nunca dejó de intentarlo.

Karina era una joven mujer que veía a diario a Geraldine y la consideraba una dama encantadora. Trabajaba en un café cercano, y disfrutaba compartir la hora del almuerzo con ella.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

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“Creo que sus flores son únicas y tienen un hermoso toque hogareño”, solía decir Karina.

“Te aprecio, cariño, siempre eres tan amable conmigo”, sonrió Geraldine.

Pero a los compañeros de Karina les parecía ridículo que pasara tanto tiempo con Geraldine. “¿Estás tan desesperada por tener amigos que vas con la mujer que vende flores aburridas?”, le preguntaban en tono de burla.

La joven ignoraba sus comentarios y seguía pasando tiempo con Geraldine cada vez que podía. Una noche, Karina estaba a cargo de cerrar el café, y el gerente decidió cerrar temprano porque se avecinaba una gran tormenta.

Karina había terminado de limpiar y empezaba a recoger las sillas, cuando vio a Geraldine sentada afuera en la lluvia. No podía entender por qué permanecía afuera, a merced del agua y el viento.

Salió corriendo con un paraguas para tratar de protegerse de la lluvia. “¡Señora Méndez! ¿Qué está haciendo bajo la lluvia?”, le dijo en voz alta. “¿No puede ir a casa o pedirle a alguien que la recoja?”.

“Querida, por favor, vuelve adentro, ¡no quiero que te mojes con la lluvia!”, respondió preocupada.

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“Por favor, entre al café por un rato y caliéntese”, suplicó Karina.

“Karina, no puedo irme, no lo entiendes. Necesito ganar dinero hoy”, gritó Geraldine.

Karina continuó insistiendo hasta que ella accedió de mala gana. La llevó a la cocina y le dio una manta, y rápidamente preparó sopa de pollo para que volviera a sentirse caliente.

“Señora Méndez, por favor, dígame por qué está tan desesperada que necesita seguir vendiendo bajo la lluvia”, preguntó Karina.

Antes de que pudiera responder, Geraldine se echó a llorar y tardó un rato en calmarse. Cuando estuvo más tranquila, Karina le preguntó: “¿No tiene a nadie que la cuide?”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

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“Si mi hijo estuviera sano, me estaría cuidando”, lloró Geraldine. “Tiene que operarse dentro de una semana, y no he podido reunir el dinero suficiente. He estado sentada aquí todos los días con la esperanza de que la gente me comprara más flores para poder ganar ese monto... Si no se hace la cirugía, no sobrevivirá”.

Karina no podía creer que esta pobre mujer estuviera pasando por esta pesadilla. Ella quería ayudar, pero no tenía idea de qué hacer.

Mientras estaban sentadas hablando, el gerente regresó para confirmar que el café estuviese cerrado. “Karina, ¿qué está pasando aquí?”, preguntó. “¿Por qué las luces siguen encendidas y por qué está esta mujer en mi cocina?”.

Karina trató de explicar lo que estaba pasando, pero el gerente no quiso escucharla. “¡Sácala de aquí ahora mismo, y te multaré por esta transgresión!”, dijo alterado.

“Entiendo, señor; ya salimos”, dijo.

Karina pasó toda la noche pensando en Geraldine y sus problemas. Necesitaba ayudar a su amiga, pero no tenía idea de cómo hacerlo. Dio vueltas toda la noche, y de pronto supo que tenía la respuesta que necesitaba. Apenas se hizo de día, se preparó para ir a su trabajo.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Mientras caminaba hacia el café, vio a Geraldine y le entregó un sobre lleno de dinero. “Karina, ¿qué está pasando? ¿Por qué me ofreces esto?”, preguntó.

“Señora Méndez, necesito que tome este dinero que le ofrezco. Úselo para pagar la cirugía de su hijo”, dijo Karina.

“No cariño, no puedo. De ninguna manera”, susurró Geraldine.

“Este es el dinero que estaba ahorrando para llevar a mi madre de vacaciones. Pero ella estaba enferma y desafortunadamente, falleció antes de que pudiera darle ese obsequio”, dijo Karina.

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“¿Y por qué no gastaste el dinero en ti misma?”, preguntó Geraldine.

“No me atreví a tocarlo. Pero cuando me contó su historia ayer, supe lo que tenía que hacer. Utilícelo para la cirugía de su hijo”, dijo Karina.

Geraldine se apresuró a pagar el hospital y su hijo fue operado esa noche. Se recuperó después de unas pocas semanas en el hospital.

“¡Querido hijo, los doctores dijeron que estarías bien!”, le dijo Geraldine.

“Todo es gracias a ti mamá, me salvaste la vida”, dijo.

“No fui yo. Esta amable jovencita, Karina, me dio el dinero para pagar tu cirugía”, admitió la madre.

“Me encantaría conocerla y agradecerle en persona”, dijo el joven convaleciente.

Tan pronto como Miguel salió del hospital, fue al café en el que trabajaba Karina para agradecerle. “Solo quiero decir que te agradezco por hacer esto por mi madre y salvarme la vida”, dijo.

“¡No fue nada! Tu madre es una mujer maravillosa y trabajó incansablemente para asegurarse de que recuperaras la salud. Me alegro de haber podido ayudarte”, dijo.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Shutterstock

La pareja habló durante horas mientras tomaban café y pastel de zanahoria. Desarrollaron un vínculo tan estrecho que muy pronto comenzaron a salir. Surgieron sentimientos muy profundos entre ambos y se casaron tres años después. Las flores de Geraldine decoraron la boda.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Los actos llenos de bondad solo traen cosas buenas a tu vida. La amabilidad de Karina hacia Geraldine la llevó a conocer al amor de su vida.
  • Las buenas amistades son regalos del universo. Karina y Geraldine establecieron una hermosa amistad, a pesar de su diferencia de edad. Posteriormente, ambas recibieron beneficios por su relación: Geraldine obtuvo dinero para la cirugía y Karina conoció al amor de su vida.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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