Pobre anciano vive en auto abandonado y colecciona muñecas rotas: un día se le acerca una niña - Historia del día
Una niña llamada Tina decidió acercarse a un pobre anciano hasta que las muñecas rotas en la parte trasera de su auto la asustaron. Corrió a casa para avisarle a su madre, solo para descubrir que ella en realidad conocía a aquel señor.
Tina era una niña de 10 años que a menudo paseaba por su vecindario con sus amigas. Una mañana, decidieron cruzar en una calle por la que nunca antes habían pasado. Sin embargo, estaban cerca de la casa de Tina.
Estando en esa calle, vieron a un anciano indigente bajarse de un auto abandonado. De repente, una de las chiquillas susurró: "Mi mamá me advirtió sobre él. Dijo que es un hombre malo que ha estado viviendo en ese auto abandonado. Nadie lo quiere y todos se mantienen alejados porque saben que es malo".
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Mientras el hombre caminaba hacia ellas, todas las niñas decidieron huir, excepto Tina. Esperó hasta que el hombre se acercó para ver qué haría. Cuando la alcanzó, le dio una manzana. "Gracias", dijo tímidamente.
"Espera aquí", dijo el anciano mientras caminaba hacia su auto. Tina caminó más cerca de donde él estaba hasta que vio caer la cortina de una de las ventanas del vehículo. La parte trasera del auto estaba llena de muñecas viejas y rotas.
Asustada, se escapó. El hombre trató de correr tras ella, pero ella corrió a su casa y cerró la puerta. "¿Qué pasa, Tina?", preguntó su madre tan pronto como entró a casa.
"El vagabundo de la otra calle corría detrás de mí", dijo, todavía tratando de recuperar el aliento.
Su madre, Patricia, estaba furiosa. Salió de la casa y le gritó al hombre del otro lado de la calle. "Deja de asustar a mi hija. ¡Aléjate!", expresó.
Al día siguiente, Tina salió a caminar con sus amigas. Antes de irse, notó una hermosa muñeca en su puerta. Estaba pintada y vestía una hermosa ropa cosida a mano.
"¿De dónde sacaste eso?", preguntó Patricia, algo sorprendida.
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"La acabo de encontrar en la puerta de nuestra casa", le dijo a su mamá, quien corrió escaleras arriba para buscar algo. Volvió con una muñeca similar.
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"Vamos", dijo su madre, tomando su mano antes de caminar con ella afuera. Tina se sorprendió cuando su madre las condujo en dirección al auto abandonado en el que vivía el vagabundo. "Eres tú quien hizo esto, ¿verdad?", preguntó Patricia, mostrándole las muñecas.
El vagabundo asintió. "Sí, yo las hice", admitió.
Patricia sonrió disculpándose. "Por favor, cena con nosotros en casa", invitó al hombre. Casi se niega, pero Patricia insistió.
"Lamento no haberte reconocido de inmediato", se disculpó Patricia después de poner la comida en la mesa. "Eras tú quien llevaba muñecas al orfanato donde crecí", le dijo al hombre.
"Todavía llevo muñecas allí. Consigo muñecas viejas y rotas para reparar y pintar. Las dono a orfanatos. A veces, las jugueterías me dan muñecas dañadas que están a punto de tirar", compartió el hombre, que se presentó como Pedro. Luego tomó la muñeca que Patricia tenía sobre la mesa.
"Recuerdo esta muñeca. Es una de las mejores que he hecho. Tú eras la niña que me invitó a un sándwich junto a la cerca del orfanato, ¿verdad? Y luego te di esa muñeca", recordó.
"Esta es la única muñeca que he tenido y, por supuesto, es mi juguete favorito. No podía soltarla, así que siempre la he tenido conmigo", dijo Patricia, con los ojos llenos de lágrimas. "Ha sido mi compañera desde entonces".
Cuando llegó el papá de Tina, Adán, su esposa, le contó la historia del vagabundo. Inmediatamente, quedó impresionado con la amabilidad y la devoción de Pedro por llevar la felicidad a los niños de los orfanatos. Luego le ofreció la oportunidad de iniciar un pequeño negocio.
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"¿Le gustaría tener un taller de reparación de juguetes? Estaría feliz de ayudarlo a instalarlo y darle el capital para iniciarlo", propuso Adán.
Pedro estaba encantado. Era la primera vez que alguien se ofrecía a ayudarlo a comenzar de nuevo. Aunque estaba avergonzado, aceptó la oferta y prometió que continuaría con su buen trabajo donando a los orfanatos.
Adán alquiló un pequeño taller para Pedro en las cercanías y le dio dinero para herramientas y equipo. Vivió en el taller hasta que logró ganar suficiente para alquilar una modesta habitación.
Padres de toda la ciudad visitaban su taller para arreglar los juguetes de sus hijos. También vendía muñecas que reparaba y a las niñas les encantaban. Al final, él mismo pudo alquilar el taller y vivir una vida más cómoda.
Pedro estaba muy agradecido con Patricia, Adán y Tina. Permanecieron cerca el uno del otro a través de los años, y la familia lo invitaba a casa en ocasiones especiales.
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Tina también enseñó a sus amigos a no juzgar rápidamente, ya que Pedro resultó ser un hombre amable y generoso. Al final, todos visitaban la tienda de Pedro y él les hablaba sobre los juguetes y su pasión por el diseño y la reparación.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No te apresures en juzgar a las personas: Las niñas del pueblo rápidamente juzgaron al vagabundo, por lo que escucharon sobre él. Pero resultó ser un hombre amable y generoso al que le gustaba llevar felicidad a los chiquillos en los orfanatos.
- Tu amabilidad siempre volverá a ti en formas que nunca esperarías: Después de que Patricia se dio cuenta de que Pedro fue quien le dio la muñeca que atesoraba, quiso agradecerle y su esposo la ayudó a que eso sucediera.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.