Niña compra muñeca a una pobre señora en la calle y su mamá casi la echa por eso - Historia del día
Una madre casi echa a su hija de la casa cuando llega con una muñeca de trapo. Perpleja por la reacción de su mamá, la niña decide averiguar por qué rechaza el juguete y sin saber revela un secreto oculto por años.
Florencia, de once años, siempre fue una niña dulce y cariñosa con un gran corazón. Podía dar hasta lo último a los necesitados, y todos lo sabían, ya fueran sus vecinos o sus compañeros de clase y amigos.
Por ejemplo, una tarde cuando regresaba a casa vio a un mendigo en las calles. Su madre le había dado algunas monedas para comprar sus chocolates favoritos. Pero cuando vio al indigente, generosamente le ofreció todo su dinero.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Al ver la bondad y el buen corazón de su hija, la madre de Florencia, Bárbara, se sintió muy orgullosa de la educación que le había brindado a su niña.
Bárbara tenía solo 16 años cuando quedó embarazada, pero su novio se negó a aceptar la responsabilidad, por lo que crio sola a su hija.
Sin embargo, cuando Florencia comenzó a crecer, sintió curiosidad por saber por qué no tenía una familia como sus amigos. Entonces Bárbara le contó que su padre las había abandonado.
La pequeña Florencia se sintió decepcionada al saber que su madre era huérfana y que a ella su papá la había dejado. Pero estaba feliz de tener a su madre con ella, quien la amaba y le daba todo lo que quería.
Así que la niña hizo todo lo posible para no defraudar a su madre. Pero un día, Florencia decidió desobedecerla, lo que cambió todo...
Cuando Florencia llegó a casa de la escuela ese día, corrió directamente hacia Bárbara, sosteniendo una muñeca en sus manos. "¡Mami! ¡Mami!", dijo con mucha alegría. "¡Mira lo que tengo!".
"¿Qué trajiste, cariño?", preguntó Bárbara, levantando la vista de su teléfono y girándose para mirar a Florencia.
"¡Es mi muñeca Julia, mami!", dijo Florencia y le mostró a su “amiguita de trapo” vestida con un hermoso vestido naranja claro y luciendo su cabello castaño trenzado.
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"Había una pobre viejecita que la vendía, mami. Necesitaba dinero, así que se la compré", agregó orgullosa Florencia, contenta de haber ayudado a alguien que lo necesitaba.
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Pero la reacción de Bárbara no fue la que esperaba. Cuando vio la muñeca, perdió la calma. "¡Deshazte de esa muñeca de inmediato, Florencia! ¡Y ni siquiera pienses en acercarte a esa mujer de nuevo! ¿Está claro?".
"Pero, mami…" Florencia apenas había comenzado a hablar cuando Bárbara la interrumpió.
"¡Si no te deshaces de ella, te echaré a ti y a esa muñeca de la casa! ¿Desde cuándo te volviste contestona?".
"Lo siento, mami", murmuró Florencia. "Solo estaba ayudándola. No quise lastimarte".
"¡No quiero escuchar nada más!", gritó la madre de la niña. "¡TIRA ESA MUÑECA AHORA MISMO! ¿ENTENDIDO?".
Los ojos de Florencia se llenaron de lágrimas en ese momento porque nunca había visto a su mamá tan enfadada. Ella adoraba la muñeca y no quería tirarla, así que le pidió a su madre una vez más que le permitiera quedársela.
"Por favor, mami", suplicó. "Seré una buena chica. Nunca te molestaré. ¿Puedo quedármela?".
Pero las súplicas de Florencia cayeron en oídos sordos. "¡No, cariño! Bota esa muñeca, y eso es todo", expresó Bárbara rotundamente.
Florencia no tuvo más remedio que deshacerse de la muñeca. Le prometió a su madre que se la devolvería a la anciana al día siguiente de camino a casa desde la escuela.
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Sin embargo, estaba realmente herida por la forma en que su mamá le había gritado. Abrazó fuertemente a la muñeca y volvió a su habitación, llorando.
"Lo siento, Julia", le susurró con tristeza a la muñeca en su habitación. "No sé por qué no le agradaste a mamá. Nunca se enoja. Me ha comprado tantas muñecas antes. Lamento tener que devolverte", dijo.
Su mirada se dirigió al vestido de la muñeca que tenía las iniciales "D.W." Florencia tenía solo 11 años, pero era bastante inteligente, y su mente inmediatamente pensó en la posibilidad de que la "W" pudiera ser Williams, su apellido.
“¿Mami sabe quién es la viejita que hace estas muñecas? ¿Es por eso que me dijo que no la volviera a ver?", se preguntó y decidió hablar con la anciana para averiguar la verdad. Y antes de irse a la escuela al día siguiente, agarró una foto de su madre y la llevó con ella.
Regresó al lugar donde solía estar la anciana, vendiendo las muñecas de trapo que había cosido. Corrió hacia ella y le preguntó amablemente: "¡Hola! ¿Puedo hacerte una pregunta?".
"Claro, jovencita", dijo la pobre mujer con una leve sonrisa.
"¿Acaso conoce a mi madre?", preguntó rápidamente Florencia mientras le mostraba la foto que sacó de casa. "Mami se molestó por la muñeca que te compré y me dijo que te la devolviera y no volviera a verte".
Cuando la anciana vio la foto de Bárbara, se echó a llorar. Florencia se sorprendió por su reacción y le ofreció a la anciana su pañuelo. "Por favor, no llores. Lo siento. ¿Estás triste porque mami me pidió que no me acercara más a ti?"
"No, querida", dijo la mujer mientras se limpiaba las lágrimas. "Es porque tu madre es mi hija".
"¿Qué?", expresó con sorpresa Florencia. "Mami dijo que es huérfana y que no tenía padres".
"Bueno, tu madre no estaba del todo equivocada cuando dijo eso. Me lo merezco. Es mi culpa...", dijo la anciana y comenzó a narrar toda su historia.
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Resultó que el nombre de la anciana era Deborah. Y cuando Bárbara quedó embarazada, su padrastro le dio un ultimátum: si se quedaba con el bebé se iba de la casa. La madre de Florencia le rogó a su madre que la dejara tener a la niña y quedarse en la casa.
Sin embargo, Deborah no pudo ayudarla porque su casa pertenecía al padrastro de Bárbara. La joven en aquel entonces decidió quedarse con su hija y abandonó la casa.
Fue así como cortó con todos los lazos con sus padres. Más tarde, el padrastro de Bárbara echó a Deborah porque se había enamorado de una joven.
La pobre mujer se quedó sin hogar. Comenzó a hacer y vender muñecas de trapo para ganarse la vida. Eran iguales a las que solía darle a Bárbara. Con el tiempo pudo construir una choza donde pasó casi toda su vida.
"Esperaba que algún día mi hija me perdonara y viniera a verme", explicó Deborah a Florencia. "Sin embargo, eso nunca sucedió. Así que comencé a dejar mis iniciales en la muñeca con la esperanza de que me ayudara a encontrarla".
¡Florencia no podía creer que la anciana era su abuela! Sintió pena por ella y quería ayudarla, así que ideó un plan. Invitó a Deborah a acompañarla a su casa. La mujer mayor vaciló un poco, avergonzada por lo que había hecho, pero no podía evitar el deseo de ver a Bárbara después de tantos años.
Acompañó a Florencia a su casa, pero Bárbara perdió la calma cuando la vio. "¡Mamá! ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Por favor vete! ¡No tengo nada que ver contigo!".
"Cariño", dijo Deborah, con los ojos llorosos. “Siento mucho lo que hice. Yo nunca..."
"¡De ninguna manera, mamá!". Bárbara la interrumpió. "¡Lo que me hiciste vivirá conmigo por el resto de mi vida! Lo siento, pero por favor vete".
Agarró la mano de Florencia y tiró de ella adentro, a punto de cerrarle la puerta a Deborah en la cara. Pero en ese momento, Deborah intervino.
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"Ya pagué por lo que hice, cariño. Te eché de la casa y luego mi esposo me desalojó. Solo vine a verte. Me alegro de que tú y tu hija estén felices".
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Bárbara estaba enojada con Deborah, pero su historia tocó su corazón. No podía dejar que se fuera, viendo su terrible condición, así que la llevó adentro. Ella le ofreció un poco de té y ropa abrigada para protegerse del frío.
También la perdonó porque no quería repetir el error de su madre al echarla de la casa cuando la necesitaba. Y desde ese día, Deborah se mudó con Bárbara y la pequeña Florencia. La abuela de la niña siguió vendiendo sus muñecas en un sitio web en línea que su hija la ayudó a configurar.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Aprende a perdonar y olvidar: La forma en que Bárbara perdonó a Deborah por lo que le hizo en el pasado es un hermoso ejemplo de esto.
- No puedes evitar el karma: Deborah permitió que su marido echara a su hija cuando más la necesitaba y, algunos años después, su esposo la echó a ella de la casa.
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