Hermano hereda el dinero de papá y hermana solo recibe carta pidiéndole ir a la casa de la bisabuela - Historia del día
Alfredo creía que su difunto padre lo había favorecido, después de recibir una gran cantidad de dinero de su testamento. No sabía que su padre también tenía algo planeado para su hermana Cristina en secreto.
Los hermanos llegaron juntos a la oficina del abogado de su difunto padre para la lectura de su testamento final. Si bien Cristina no tenía expectativas de lo que su padre podría haberle dejado, Alfredo esperaba que una gran parte de sus bienes fueran para él.
Después de todo, se había mantenido siempre al lado de su padre, y fue su mano derecha en el negocio familiar. Cristina había elegido una carrera diferente. Era maestra, trabajaba con niños especiales y además era voluntaria en organizaciones sin fines de lucro.
El abogado procedió a leer el testamento, el cual decía que Alfredo heredaría 100 mil dólares. Cristina no recibiría nada monetario, y eso alegró profundamente a su hermano.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
“Sabía que mi padre me escucharía. Le dije que no te dejara nada porque solo gastarías el dinero en esos niños. Yo podré construir mi propio negocio y hacer crecer ese dinero. Él creía en mí”, dijo con una sonrisa.
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Cristina le devolvió la sonrisa; no le preocupaba la última voluntad de su padre. Después de todo, ella ya le había dicho antes de morir que no tenía por qué sentirse obligado a dejarle nada.
“No te preocupes por mí, papá. Has criado a una luchadora y solo tengo cosas que agradecerte”, le dijo durante sus últimas horas en la tierra.
Apenas recibió los papeles que necesitaba para reclamar el dinero del banco, Alfredo salió de la oficina sin mirar atrás. Cristina se tomó unos minutos para despedirse del abogado, pero él la detuvo y le entregó un sobre sellado.
“En el testamento de tu padre se indica que debes recibir esta carta. Te pide que la guardes y que no se la muestres a tu hermano”, dijo el abogado.
Cristina le dio las gracias, y fue a sentarse en uno de los bancos cercanos al bufete. Abrió el sobre para leer la carta que había escrito su padre. Decía:
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“Para mi hija favorita,
Espero que no te sientas mal después de la lectura del testamento. Tenía que asegurarme de que tu hermano no te quitara nada. Alfredo me pidió que no te dejara nada de herencia y me di cuenta de que lo había criado mal. Todo lo que quería era dinero, y lo recibirá.
Me gustaría que visitaras la casa de tu bisabuela en el bosque. ¿Recuerdas haber estado allí cuando eras niña? Verás una puerta en la esquina de la habitación más pequeña en la planta baja. Ábrela, y allí encontrarás lo que te he dejado. Dejé la llave de la casa dentro del sobre, y las coordenadas están escritas debajo.
Con todo mi amor, papá”.
Cristina siguió las indicaciones y finalmente llegó a la antigua casa de campo de su bisabuela. Encontró la escotilla que su padre había mencionado, y al abrirla, vio un cofre pesado lleno de joyas antiguas de oro y diamantes. También una docena de lingotes de oro de 1 kilo.
No podía parar de llorar. No esperaba que su padre la dejara con una herencia tan grande, especialmente una que había pasado de generación en generación.
Llamó a su esposo para que la ayudara a llevar el cofre a casa. Con paciencia, limpió a fondo las joyas, ya que habían estado guardadas durante mucho tiempo. Algunas veces lucía con orgullo alguna de ellas y le causaba ilusión dejarlas a sus hijos.
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En cuanto a los lingotes de oro, decidió venderlos. No podía creer que las barras valieran 60 mil dólares cada una y que un banco privado las comprara todas. Con el monto obtenido, pagó todas sus deudas y aseguró el futuro de su familia.
El resto del dinero lo donó a la caridad. También montó una escuela para niños con discapacidades, donde se desempeñó como directora, aunque jamás dejó de impartir clases.
Su escuela se convirtió en una referencia en los años siguientes. Llegó a generar suficientes ingresos para cubrir las necesidades de su familia y la educación de sus hijos.
Tiempo después, se enteró de que su hermano se había declarado en quiebra debido a un negocio fallido. Él le preguntó si podía trabajar en su escuela, pero ella se negó.
“En el pasado dijiste que era una pérdida de dinero trabajar con ‘esos niños’, ¿y ahora quieres trabajar en mi escuela? No me parece bien”, le dijo.
“Aquí, valoramos las relaciones y el carácter por encima de cualquier otra cosa. Siempre le diste total prioridad al dinero, y ahora tienes que lidiar con las consecuencias”.
“Nuestro padre me dejó mucho más que dinero. Heredé su buen corazón. Él siempre apoyó y respetó mi pasión por el servicio, lo que me ha permitido tener una vida plena”, dijo Cristina antes de colgar el teléfono.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- El dinero no debe controlar la forma en que vives. Alfredo se quedó al lado de su padre, tan solo porque esperaba recibir una herencia considerable. Cristina construyó una relación genuina con su padre, y se mantuvo fiel a su vocación de servicio.
- La generosidad y el altruismo atrae muchas cosas positivas. Cristina era desprendida y generosa, y eso no cambió cuando recibió mucho dinero. Al final, fue recompensada con una vida plena y muy feliz.
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