Tras la muerte de su padres, mujer llega a su casa abandonada y oye sonidos en el ático - Historia del día
Estefanía regresó a su ciudad natal para vender la casa de sus difuntos padres, pero después de tomar una siesta escuchó un sonido procedente del ático.
"Ha sido un viaje muy largo", dijo Estefanía mientras salía del coche y estiraba los brazos por encima de la cabeza.
Estaba allí para limpiar y supervisar algunas reparaciones. Después de la muerte de su papá, Estefanía se había llevado a su madre con ella. Pero la anciana había fallecido recientemente y tenía que vender la propiedad.
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Sabía que la casa necesitaría muchas mejoras antes de poder ponerla en el mercado, pero estaba preparada. Por suerte, los precios de los inmuebles habían subido en la zona y sabía que obtendría un valor razonable una vez que estuviera lista.
Abrió el maletero de su coche, tomó sus bolsas y se dirigió al porche. Tuvo que hacer un poco de fuerza, pero consiguió finalmente abrir la puerta principal.
El ambiente era terrible. Había un olor rancio en el aire, telarañas y suciedad. Pero al menos todos los muebles habían sido cubiertos con mantas para protegerlos.
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Parecía que la nevera estaba encendida y funcionando perfectamente por alguna razón. "Mamá debe haber dejado la nevera encendida. La factura de la luz debe ser exorbitante", pensó.
Decidió sacar las mantas nuevas que había traído y sustituir las de su antiguo dormitorio. Si iba a quedarse allí durante algún tiempo, necesitaba sábanas nuevas en su cama. Así que se tumbó un momento y se quedó dormida rápidamente.
Se despertó unas horas más tarde sintiéndose aturdida. Algo la había despertado: un grito procedente de algún lugar. ¿Pero de dónde?, se preguntó, y de repente, un fuerte golpe la hizo mirar hacia el techo.
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Obviamente, las casas antiguas crujían de vez en cuando, pero esto era diferente. Algo o alguien estaba allí arriba. Aunque tenía miedo, Estefanía tenía que investigar. Agarró una linterna de su bolso y subió rápidamente para comprobarlo.
"¿Hola?", preguntó al aire, esperando que nada le respondiera mientras entraba en el ático. "¿Hay alguien aquí?".
Había cajas y aún más telarañas alrededor, y apenas podía ver nada. Pero movió la linterna y, de repente, una cara la miró directamente con los ojos muy abiertos.
"¡Ah!", gritó, y un bebé empezó a llorar.
"¡HOLA! ¿QUIÉN ESTÁ AHÍ?", expresó.
"Calla, por favor. Estoy aquí. Estoy aquí", dijo de repente una voz de mujer.
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Estefanía encontró por fin el interruptor de la luz y encendió la bombilla en medio del ático. Sentada en un rincón, vio a una mujer con un bebé llorando en brazos.
"¿Quién eres?", preguntó.
"Soy Sara. Por favor, no quiero hacerte daño. Pero, por favor, no vuelvas a gritar", suplicó la mujer.
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"Pues sí que me has asustado. Hola, Sara. ¿Qué estás haciendo aquí?", preguntó Estefanía, bajando la voz para no volver a molestar al bebé.
Sara se levantó y se acercó a Estefanía. "Es una larga historia, pero básicamente invadí esta casa cuando mi exnovio me echó", explicó Sara.
"Vi este lugar y no había nadie dentro. He estado viviendo aquí durante un tiempo", continuó Sara.
"¿Así que debes haber encendido la nevera?", preguntó Estefanía.
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"Sí, por suerte, la electricidad sigue funcionando bien".
"Bueno, bien. Baja. Yo tampoco quiero hacerte daño", dijo Estefanía.
Estefanía inspeccionó la cocina y encontró un par de bolsitas de té. Eran viejas, pero servirían. Sara se sentó frente a ella después de dejar al bebé en otra habitación para que durmiera plácidamente.
Hablaron durante mucho tiempo. Sara le contó a Estefanía todo lo relacionado con su vida y cómo había ido cuesta abajo, sobre todo después del nacimiento de su bebé. Su novio la había echado de casa porque, al parecer, ya no le gustaban los bebés, y ella no tenía a dónde ir. Estefanía asintió, comprendiendo la situación de la mujer.
"Me iré mañana por la mañana", dijo Sara.
Estefanía negó con la cabeza. "No, no. Puedes quedarte aquí. Pero tengo una oferta para ti. Necesito limpiar esta casa porque la voy a vender. ¿Qué tal si me ayudas? Puedo pagarte un poco y puedes quedarte en una de las habitaciones con el bebé", ofreció.
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"Eso es demasiado generoso", respondió Sara.
"No lo es, en realidad. Hay mucho trabajo que hacer aquí", dijo y se rio.
Durante el mes siguiente, Sara la ayudó a arreglar la casa. También se le daban bien las reparaciones, sobre todo las de fontanería, lo que permitió a Estefanía ahorrar mucho dinero. Después, consiguió un trabajo a distancia que le permitía ganar desde casa mientras ayudaba a Estefanía a tener todo listo.
Sin embargo, cuando la casa estuvo lista, decidió alquilársela a Sara. Se dio cuenta de que no quería vender la vivienda de sus padres y confiaba plenamente en Sara. Volvió a su casa y Sara le pagó puntualmente todos los meses.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Dar una oportunidad a la gente: Estefanía tuvo la amabilidad de ofrecerle a Sara un lugar donde alojarse a cambio de su ayuda. Al final, la benefició.
- Ten siempre un plan de respaldo: A Sara la echaron de su casa y no tenía dónde ir. Siempre hay que estar preparado y tener un plan B para cualquier ocasión.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.