Padres envían a hija a hospital psiquiátrico por negarse a abortar: 44 años después, ella conoce a su hija
Con apenas 19 años, se enfrentó a sus padres por su deseo ferviente de tener a su bebé. En castigo, la encerraron por meses en una institución psiquiátrica.
Corría el año 1963, cuando Julie Mannix, una chica de 19 años de Filadelfia, se enamoró perdidamente de Frank Von Zerneck, un chico judío de 23 años del Bronx.
Juntos vivieron un verano idílico en Nueva York, pero muy pronto Julie descubrió que Frank estaba casado.
Julie Mannix y su hija Kathleen Marie Wisler [Izquierda]; Julie Mannix de joven. [Derecha] | Foto: Facebook.com/SecretStorms
Cuando acudió al ginecólogo para un chequeo de rutina, el especialista determinó que estaba embarazada. Y debido a su amistad con la familia de la joven, fue directamente con sus padres para darles la noticia.
El embarazo produjo una gran indignación en los padres de Julie, para quienes tener un hijo fuera del matrimonio era completamente inaceptable. Y a pesar de ser católicos practicantes, consideraron que la única opción era un aborto.
En aquella época, el aborto era considerado ilegal, pero si la madre estaba en peligro físico o mental se hacía una excepción. Así que decidieron internarla en un centro psiquiátrico de Filadelfia, luego de convencerla de que estaba deprimida, para que se lo practicaran legalmente.
AMO A MI BEBÉ
Lo que no imaginaron los padres de Julie era que ella se negaría enfáticamente a dejar que le practicaran ese procedimiento. No quiso firmar los documentos y se mantuvo firme en su decisión.
Y es que para ella lo más importante en ese momento de su vida era que su bebé, concebido por amor con un hombre al que adoraba, viviera.
Molestos por su actitud, los padres decidieron castigarla. En lugar de enviarla a un hogar para madres solteras, como se acostumbraba en esos tiempos, la dejaron encerrada en un centro psiquiátrico hasta que se presentó el parto.
“Querida hija, es obvio que estás tan alterada que no eres capaz de pensar con claridad. Tu padre y yo tenemos mucho miedo de que intentes hacerte daño (...) se ha dispuesto que te quedes donde estás hasta que termine esta terrible prueba”, fue parte de la carta que le escribió su madre, según cita Redbook mag.
Durante seis terribles meses, estuvo rodeada de personas que en realidad tenían problemas mentales. El sitio era sucio, pequeño y con pocas ventanas, y para no perder la razón, Julie pasaba el tiempo fantaseando sobre su bebé.
“Una niña, con cabello largo y rubio como el mío y ojos marrones como los de Frank. Me imaginé su risa…”, recordó Julie.
EN ADOPCIÓN
Sus fantasías la llevaron a descubrir que no podría darle a esa niña todo lo que merecía en la vida: dos padres amorosos y un hogar estable. Así que decidió darla en adopción.
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El 19 de abril de 1964 nació su pequeña, a la que llamó Aimee Veronica. Sin embargo, solo le permitieron ver a su hija a metro y medio de distancia. Luego, firmó los papeles de adopción y se la llevaron; posiblemente no la vería nunca más.
CADA CUMPLEAÑOS
Julie se mudó a Nueva York para seguir su carrera de actriz, y en enero de 1965 se casó con Frank, quien había logrado divorciarse. Tuvieron dos hijos más: Danielle, nacida en 1965, y Frank Jr., nacido en 1968.
Pero jamás dejaron de pensar en Aimee. La buscaron por años, inclusive Julie se comunicó con centros de caridad católicos, donde le explicaron que los registros de adopción habían sido sellados.
Cada año, el 19 de abril, la pareja celebraba el cumpleaños de su hija. Rezaba porque estuviese feliz, saludable y con una buena familia.
HERMOSO ENCUENTRO
La bebé Aimee había sido adoptada por una familia buena y amorosa, quienes decidieron llamarla Kathleen Marie Wisler. Desafortunadamente, perdió a su madre al cumplir 6 años, y a su padre las cosas no siempre le salieron bien.
Pero logró salir adelante, se graduó de la universidad y formó una familia. Al nacer sus hijas, decidió buscar a su madre biológica, y pudo conseguir que le enviaran su expediente con todos los datos de su nacimiento.
Allí estaba el nombre de su madre, y pronto estaba mirando la foto de una hermosa mujer rubia de ojos azules en la pantalla de su computadora. Cuando murió su padre adoptivo, decidió ponerse en contacto con ella a través de una carta.
Lo siguiente fue una emotiva llamada telefónica, donde pudo conversar con su madre y su padre biológicos y supo cuánto la amaban. Meses después tuvieron un emotivo encuentro en Nueva York.
Kathleen nunca imaginó que volvería a sentirse como una hija, y aunque por momentos resulta confuso, definitivamente sabe que ha valido la pena. Está arropada por el amor de sus padres y eso la llena de felicidad.
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