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Una niña sola en un camino | Foto: Shutterstock
Una niña sola en un camino | Foto: Shutterstock

Millonario no sabe que su nieta es indigente hasta que la ve en medio de la calle - Historia del día

Mayra Pérez
07 may 2022
03:10

Sandra huyó de su padre y de su madrastra, cortando toda relación con ellos. Casi siete años después, la vida de todos dio un desconcertante giro y solo el amor de su familia la salvó a ella y a su pequeña hija.

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El millonario Gabriel Machado era dueño de una de las empresas textiles más grandes de su país, y el dinero jamás fue un problema para él.

Sin embargo, tras tres años de matrimonio, su esposa lo había abandonado. Le dijo que se sentía inferior en la comunidad donde se desenvolvía, por no haber crecido con tanto dinero.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Gabriel tenía la custodia de su hija Sandra, de dos años, pero tenía mucha ilusión de volver a enamorarse. Aun así, dudaba que su hija se sintiera cómoda con una madrastra, por lo que esperó hasta que cumplió 15 años para casarse con Hortensia Chacín.

Hortensia le aseguró que conquistaría a Sandra en poco tiempo y que serían una familia feliz. Pero ocurrió todo lo contrario.

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Ese mismo año, tanto Sandra como Hortensia quedaron embarazadas. Gabriel estaba feliz por su esposa, pero se enfureció cuando descubrió que su hija también esperaba un bebé.

“¡¿Cómo pudiste hacer esto, Sandra?! ¿Y por qué no nos dijiste antes?”, le gritó.

“¡Estoy enamorada!”, replicó ella en el mismo tono. “Amo a Ricardo, ¡y vamos a criar a nuestro hijo juntos! Mejor dedica tu tiempo a ver por ese hijo que esperas”.

“Pienso que te estás apresurando a tomar esa decisión”, dijo Hortensia. “Deberías estar segura de que el hombre que te gusta sea capaz de cuidar de ti y de tu hijo”.

“Bueno, a nadie le interesa tu opinión”, replicó Sandra. “¡Y sí, sé que estás feliz de que mi padre y yo estemos peleando así! ¿No es eso lo que quieres? ¿Vivir sola en su mansión y disfrutar de su riqueza? ¡Solo eres una ambiciosa destructora de hogares!”, gritó con resentimiento.

Ante eso, Gabriel perdió la calma. “¡No le hables así a tu madrastra!”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¡No, papá!”, arremetió la adolescente. “Ella es solo tu esposa. ¡Una mujer que conociste y que prefieres sobre mí! Así que te diré que voy a hacer. Me voy de esta casa para siempre. Disfruta tu vida con tu esposa y su hijo, ¡Quién seguramente será tan detestable como ella!”.

Sandra salió de su casa y juró no volver nunca más. Gabriel estaba furioso con esa decisión; amaba demasiado a su hija para dejarla ir, pero no podía hacer nada.

Pasaron varios años. Gabriel intentó comunicarse con Sandra varias veces a través de llamadas, correos electrónicos e incluso cartas, pero nunca obtuvo respuesta. Llegó a contratar a un detective y descubrió que se había casado con Ricardo.

Fue hasta su casa a visitarlos, pero su hija llamó a la policía. Después de eso, nunca más se vieron ni volvieron a hablar. Gabriel la añoraba y Hortensia se sentía impotente. Tuvieron a su hija, Lily, a quien adoraban, pero la ausencia de Sandra les resultaba dolorosa.

Para el sexto cumpleaños de Lily, Hortensia le organizó una gran fiesta en su mansión. Gabriel estaba emocionado y se aseguró de que la fiesta fuera todo lo que su pequeña hija quería.

Terminó su trabajo temprano y se dirigía a casa con un enorme peluche para Lily, ansioso por la gran celebración en su mansión. Sonrió en silencio mientras miraba el juguete sentado a su lado en el asiento del automóvil, imaginando lo feliz que estaría su niña.

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De repente, su conductor pisó los frenos. Con una sacudida, el auto se detuvo y el peluche resbaló del asiento.

“¡Pedro!”, gritó. “¡Mantén tus ojos en el camino! ¿Acaso quieres matarme?”, le gritó a su conductor.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

“Lo siento, Sr. Machado”, dijo Pedro. “Pero hay una niña en medio del camino”.

“¿Una niña? ¿En una carretera, sola? Espera, déjame echar un vistazo”.

Gabriel salió de su auto y se acercó a la niña pequeña. En la densa niebla que los rodeaba, no podía ver claramente su cara. La pequeña temblaba de frío, y cuando puedo ver su rostro, palideció.

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“¡Dios mío! ¡¿Carla?! ¿Qué haces aquí, cariño?”. El hombre se sorprendió cuando reconoció a su propia nieta. La niña tenía profundas ojeras debajo de sus ojos y su expresión era muy triste.

Había visto sus fotos en las redes sociales de Sandra innumerables veces, ¡En ellas parecía niña tan feliz! Carla se tapó las orejas con la gorra que llevaba, la misma que él le había regalado a Sandra una vez, y lo miró fijamente.

“Cariño, ¿dónde está tu mamá? Por favor, ven conmigo”. La tomó en sus brazos y corrió hacia su auto. “Pedro, llévame a la estación de policía. ¡Esta es la hija de Sandra! Algo le debe haber pasado a ella... estoy preocupado”.

Cuando Pedro encendió el auto, Gabriel cubrió a Carla con su abrigo. “Carla, ¿Dónde está mami? ¿Qué haces sola?”.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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“¿Quién eres?”, preguntó, con los ojos llorosos. “¡Por favor, déjame en paz! ¡Tengo que irme!”.

Gabriel no sabía cómo responderle. ¿Cómo podía explicarle a una niña de 6 años toda la situación familiar? Le dijo que era un amigo de la familia, y que podía ayudarla.

Cuando Gabriel habló con los policías en la comisaría, se enteró de que semanas atrás había ocurrido un accidente en el que Ricardo había fallecido y que su hija estaba hospitalizada. Después de eso, llevaron a Carla en un orfanato, pero había escapado y la habían estado buscando.

Gabriel se identificó como el abuelo de Carla, y luego fue al hospital donde estaba Sandra, inconsciente después de una dolorosa cirugía y cubierta de vendajes. Los médicos le dijeron que había una pequeña posibilidad de que sobreviviera y que era mejor prepararse para lo peor.

Gabriel llegó a casa esa noche muy tarde. La fiesta de Lily ya había terminado y Hortensia estaba del peor humor posible. Lo había estado llamado muchas veces sin respuesta. Sin embargo, apenas vio a Carla en sus brazos, supo que algo grave había ocurrido.

“¿Qué pasó, Gabriel? ¿Qué le pasó a tu hija?”.

Cuando Gabriel le contó toda la historia entre sollozos, el corazón de Hortensia se rompió. Intentó tranquilizar a su esposo, con palabras de optimismo y confianza en la recuperación de Sandra.

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Gabriel hizo todo lo que estaba a su alcance para que su hija pudiera sobrevivir. Pagó a los mejores médicos, y la visitaba en el hospital todos los días. Pero Sandra no recuperaba la conciencia, y por ratos sentía perder la esperanza.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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Un día, se sentó junto a su cama, tomó su mano y comenzó a leerle “El Principito”, su libro favorito. Las lágrimas corrían por su rostro, y miles de recuerdos lo invadieron. De repente, sintió que algo se movía: ¡sus dedos!

“¡Doctor! ¡Enfermera!”, gritó. Tras revisarla, confirmaron que estaba en plena recuperación. “¡Señor Machado!”, exclamó el médico. “¡Esto es un verdadero milagro! Su cuerpo está reaccionando... ¡¡Ella va a estar bien!!”. Y así fue.

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Una semana después, Sandra estaba en silla de ruedas, despierta y sonriente. Las cosas eran diferentes ahora, mucho mejor. Si bien había perdido a Ricardo, se había reconciliado con su padre.

Cuando Carla llegó con Lily y Hortensia para recogerla, no pudo contener las lágrimas. “Carla... mi bebé”, gritó, abrazándola, y luego abrazó a Lily, besándola suavemente en las mejillas.

Ahora veía a Hortensia con otros ojos, y sentía por ella un profundo agradecimiento por haberle abierto el corazón a su niña, a quien cuidó como suya durante su larga convalecencia.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La vida siempre te da una segunda oportunidad; depende de ti aprovecharla. A Sandra se le dio una segunda oportunidad de estar con su padre, aceptar a su madrastra y conocer a su hermanita, y fue lo suficientemente sabia como para aceptarla y recuperar a las personas que la amaban.
  • La familia es un valioso tesoro y siempre hay que valorarla. Sandra se dio cuenta de cuanto necesitaba y quería a su familia cuando le tocó vivir uno de los momentos más difíciles de su vida y ellos estuvieron allí para ella.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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