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Una carpa | Foto: Shutterstock
Una carpa | Foto: Shutterstock

Mujer se entera de la desaparición de hijo que se fue de campamento con su padrastro, con quien no se lleva bien - Historia del día

Vanessa Guzmán
24 may 2022
08:35

Una madre se horroriza cuando su hijo desaparece en el bosque durante un viaje de pesca con su segundo marido, de quien el niño se ha quejado. Luego tiene una terrible sospecha.

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La familia puede ser la cosa más maravillosa del mundo, o la peor pesadilla. Para Lucas Díaz, de trece años, su vida se había convertido en un infierno cuando su madre, Alicia, se casó con Juan López.

Juan amaba a Alicia, Lucas podía verlo, pero odiaba al marido de su madre. No entendía por qué. Pero se esforzó mucho por complacer a su padrastro y fue obediente y educado.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Sin embargo, se podía ver el odio en los ojos de Juan. Tal vez fuera porque Alicia amaba mucho a Lucas. Por eso, el niño pensó que tal vez Juan quería ser el único amor de su madre.

Juan siempre tuvo cuidado de ser ostensiblemente amable con Lucas cuando Alicia estaba presente. Pero si su madre no estaba, las cosas eran diferentes. Su padrastro lo empujaba, y una vez incluso lo hizo caer por la escalera, de modo que el adolescente se rompió el brazo.

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Juan había mirado a Lucas. "¡Una palabra a tu madre y estás MUERTO!", lo amenazó al llevarlo a la sala de emergencias. Cuando el médico le preguntó a Lucas qué había pasado, dijo que se había resbalado con una canica.

Esa noche, Juan entró en la habitación de Lucas después de que Alicia se quedó dormida. "Mantén la boca cerrada, chico", dijo en voz baja el padrastro. "O tú y tu mamá irán directo a la calle. ¿Quieres que tu mamá pase hambre? Porque te prometo que, si abres la boca, eso es lo que sucederá".

Así que Lucas guardó silencio, y la malicia oculta de Juan creció, se extendió y envenenó cada momento de su vigilia. Si Lucas tenía un juguete favorito, se rompía. Sus amigos tenían miedo de ir a la casa y Juan se quejó con Alicia de que su hijo era perezoso.

"¡Ay, Juan!", suspiró Alicia. "Desearía que tú y Lucas fueran más cercanos".

Los ojos de Juan se iluminaron. "¡Tengo una idea!", dijo. "¡Solía ​​ir de campamento y de pesca al lago con mi papá y era genial! Tal vez debería llevar a Lucas..."

"¡Esa es una idea maravillosa!", manifestó Alicia encantada. "Solo ten cuidado porque hay pozos de minas de los viejos buscadores de oro en esos bosques".

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"Cuidaré bien de Lucas", precisó Juan. "Lo prometo".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Lucas odiaba la idea de pasar un fin de semana entero a solas con Juan, especialmente aislado en el bosque. Tenía miedo de que algo malo pudiera pasar. "Mamá", dijo Lucas el día antes del viaje. "No quiero ir con Juan. A veces... Juan no es muy amable conmigo. Es desagradable".

"¡Oh, Lucas!", se rio Alicia. "Sé que preferirías estar en casa con tus libros, ¡pero te DIVERTIRÁS! Eso es lo que tú y Juan necesitan. Un poco de tiempo a solas para conocerse mejor".

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"¡Lo conozco, mamá!", Lucas protestó. "¡TÚ no lo conoces!".

"¡Es suficiente, Lucas!, dijo Alicia enfadada. "¡Te vas y eso es todo!".

El viaje fue tan malo como Lucas había imaginado que sería. Juan era desagradable y sarcástico y hacía bromas odiosas. Llamó a Lucas inútil y perdedor porque no sabía cómo montar una tienda de campaña o cebar un anzuelo. Lucas se quedó callado y mantuvo la cabeza gacha. Fue lo mejor que pudo hacer.

El segundo día, Juan lo envió al bosque a recoger leña y fue entonces cuando ocurrió el accidente.

Lucas cayó en el pozo de una vieja mina y se quedó allí, seis pies abajo, aferrado a una madera vieja y desmoronada. Gritó y gritó porque le dolía la pierna y porque tenía miedo.

Finalmente, llegó su padrastro, Juan. "¿Qué son esos gritos?", preguntó, y luego vio a Lucas y se agachó. Sonrió y se frotó la cara.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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"Bueno", dijo. "Es posible que nunca vuelvan a encontrar a un niño que cayó por un pozo, incluso si cien personas buscan en este bosque, especialmente si no puede gritar, y por la mañana no podrás hacer ni un sonido..." Entonces Juan sonrió.

"¡Solo estoy bromeando, Lucas! Voy a buscar la cuerda". Lucas lo vio alejarse, pero las horas pasaron y Juan no regresaba. Empezó a ponerse muy oscuro y frío, y Lucas estaba muy asustado.

Trató de moverse un poco y descubrió que podía levantarse poco a poco si se aferraba a las viejas vigas que cubrían el pozo. Le tomó la mayor parte de la noche, pero salió.

La pierna de Lucas estaba herida, pero se las arregló y entre tropezones con los árboles, caminó hacia donde pensó que podría estar su campamento. No encontró el lugar, pero sí encontró una cabaña de troncos muy vieja con una bomba de agua afuera.

La bomba aún funcionaba y Lucas bebió un poco de agua y se lavó la pierna. Luego probó la puerta de la cabaña y descubrió que estaba abierta. La cabaña estaba sucia y llena de telarañas e insectos, pero era un lugar para descansar y Lucas se acostó en el suelo y se durmió.

Se despertó horas después cuando escuchó la voz de su madre llamándolo por su nombre una y otra vez. Lucas luchó por ponerse de pie y abrió la puerta de la cabaña. "¡MAMÁ!", gritó tan fuerte como pudo. "¡MAMÁ! ¡Estoy aquí!".

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Unos minutos más tarde, escuchó el sonido de pies que corrían y vio a su mamá y a Juan llegar corriendo. "¡Oh, Lucas!", expresó Alicia, llorando. "¡Estoy tan contenta de que estés bien! Juan me dijo que habías desaparecido en el bosque".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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"Me caí por el pozo de una mina", explicó Lucas y le mostró su pierna. "Pero logré salir".

"¡Tan pronto como Juan me llamó, vino lo más rápido que pude!", indicó Alicia con la respiración agitada. "¡El pobre Juan estaba muy preocupado!". Pero Juan no parecía nervioso, parecía furioso.

"Juan sabía dónde estaba, mamá", dijo Lucas con valentía, incluso cuando su padrastro lo miró por encima del hombro de su madre. "Me dejó allí. Quería que muriera".

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Alicia se giró para mirar a Juan. "¿Es esto cierto?", preguntó, horrorizada.

"¡Te dije que mantuvieras la boca cerrada!", le gritó Juan a Lucas. "¡Ahora tú y tu madre se quedarán en la calle!”.

"¡No, no será así!", expresó Lucas, sonriendo. "Verás, esa cabaña pertenecía a un viejo buscador de oro y encontré su alijo. ¡Vamos a estar bien!".

"¡Ese oro es MÍO!", gritó Juan y empujó a Alicia y Lucas. Acto seguido, corrió hacia el interior de la cabaña. Tan pronto como estuvo dentro, Lucas cerró la puerta de golpe y trabó una rama gruesa contra ella.

Alicia y Lucas corrieron hacia el campamento donde ella había dejado su auto, y cuando Juan logró abrir la puerta, ya se habían ido. Alicia demandó a Juan y le pidió el divorcio. Encontró un buen trabajo en una nueva ciudad y ella y Lucas volvieron a ser una familia feliz.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Unsplash

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Escucha a tus hijos. Ser maltratado por un adulto no es algo sobre lo que los niños mienten: Lucas trató de decírselo a su mamá, pero Alicia no lo escuchó. No cometas el mismo error.
  • No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo: Juan ocultó sus malas intenciones y el maltrato hacia Lucas. Incluso los celos que sentía por el hijo de Alicia, pero la verdad salió a la luz.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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