Abogado rico se burla de mujer pobre que limpia en restaurante: ve de cerca su rostro y nota que es idéntica a él - Historia del día
Un abogado adinerado arremete contra una pobre mujer que limpia en una fiesta. Luego, se arrepiente de todos los insultos que le lanzó cuando la mira de cerca y se da cuenta de que es igual a él.
El bisabuelo, el abuelo y el padre de Bruno González eran abogados. Cuando creció, Bruno siguió sus pasos. Él se convirtió en el heredero del bufete de su abuelo, “González y asociados”, y además en el soltero más codiciado de la ciudad.
Nancy González, su abuela, había criado a Bruno como si fuera su hijo, desde que este perdió a su madre, Amanda, en un incendio que arrasó con su casa años atrás.
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Ahora que Bruno estaba asentado profesionalmente, Nancy quería que se casara y la hiciera bisabuela, y tenía una pareja perfecta para él: Cristina, la hija del alcalde.
Pero, por desgracia para Nancy, Bruno estaba perdidamente enamorado de su secretaria, Alana Suárez. El abogado no tenía ni idea de que su abuela tenía a Cristina en mente para él.
Bruno y Alana llevaban saliendo casi dos años, y él por fin estaba dispuesto a declarar su amor por ella al mundo. Así que organizó una fiesta en uno de los restaurantes más opulentos de la ciudad e invitó a toda su familia, pero no les dijo el motivo. Solo les aseguró que habría una sorpresa.
Mientras todos sus invitados y familiares se reunían, Bruno se acercó a una pequeña tarima que había en el local con una copa de champán y sonrió a todos, luego tomó el micrófono en sus manos.
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"Ante todo, gracias a todos por sacar tiempo de sus agitadas agendas para asistir a la reunión de hoy", comenzó. "Estoy seguro de que se preguntan por qué estamos todos reunidos aquí”.
"Señoras y señores, permítanme brindar por la chica que más quiero, ya que me da mucho placer anunciar hoy que yo, Bruno González, estoy locamente enamorado de mi novia Alana y quiero pasar el resto de mi vida con ella".
Mientras Bruno decía eso, la cara de Nancy se puso de un color carmesí intenso por la rabia. Entretanto, Bruno se acercó a su novia, se arrodilló y sacó de su bolsillo una caja que contenía un exquisito anillo de diamantes.
"¿Quieres casarte conmigo, Alana?", le preguntó, y ella asintió con los ojos llenos de lágrimas. "Sí, quiero", respondió emocionada mientras Bruno le colocaba la sortija en el dedo.
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En ese momento, toda la sala se llenó de aplausos, pero Cristina, que también estaba allí, salió furiosa de la fiesta. Estaba molesta con Nancy y la maldijo mientras se alejaba.
A Nancy también le hervía la sangre. No podía soportar la idea de que su nieto se casara con su secretaria, que no estaba a su altura.
Dominada por la ira, Nancy tomó una copa de champán de la mesa y se la lanzó a Alana en la cara, luego tiró el vaso, haciéndolo estallar en pedazos.
"¡Se acabó la fiesta! ¡No habrá boda! Esta mujer no se merece a mi nieto", gritó con todas sus fuerzas.
La sala se sumió en un incómodo silencio, mientras Bruno miraba a su abuela lleno de furia. "¿Qué demonios estás haciendo, abuela? ¿Estás loca? Todo el mundo nos está mirando", le dijo.
"¡¿Estoy loca?! Bruno, ¿crees que puedes traer cualquier mujer a nuestra familia y yo lo soportaré?", replicó ella con vehemencia.
"Pero abuela...".
Antes de que Bruno pudiera terminar, su padre, Pedro lo interrumpió. "Disculpen todos, siento lo que ha pasado. Les agradecería que nos dieran un poco de intimidad. Por favor...", dijo señalando hacia la salida y comenzó a acompañar a los invitados afuera.
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Cuando todos se marcharon, Pedro se acercó a Nancy y le dijo que se calmara. "Mamá, ¿qué te pasa? ¿Qué tiene de malo que Alana y Bruno se casen? Ya no son niños. Tienen derecho a decidir por sí mismos".
"¡Claro que los apoyarás!", respondió Nancy. "Después de todo, tú hiciste lo mismo hace unos años. ¡Trajiste a una camarera a casa y la convertiste en mi nuera! Y tu hijo está haciendo ahora lo mismo, ¡trayendo a una secretaria de baja categoría!".
"¡MAMÁ!", Pedro levantó la voz. "¡No debería verme obligado a enseñarte cómo debes hablar! Cuidado con lo que dices!".
Sin embargo, Nancy se negó a calmarse y siguió despotricando. Mientras tanto, Alana llamó a una mujer del servicio de limpieza para asegurarse de que nadie resultara herido por los cristales rotos esparcidos por todo el lugar.
La señora no tardó en llegar y empezó a limpiar los restos de la copa rota. Entonces se dio cuenta de que algunos pedazos habían caído cerca de los pies de Bruno y le pidió que se moviera, pero las palabras de Nancy habían enfurecido tanto a Bruno que descargó su frustración contra la mujer.
"¿Muévete?", le gritó. "¿Crees que puedes darme órdenes? ¿Por qué todo el mundo intenta controlar mi vida hoy? Apesta estar en este sitio".
"Yo... lo siento, señor", dijo la mujer en voz baja, con la cabeza inclinada. "Yo solo estaba...".
"Solo estabas, ¿qué? ¿Y por qué demonios no puedes mirar a alguien a los ojos cuando está hablando? ¿Te da vergüenza mostrar tu cara? ¿No tienes modales?".
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"Lo siento, señor", dijo ella disculpándose. "No puedo mostrar mi cara. Me disculpo por ello. Solo quiero hacer mi trabajo. Por favor, déjeme hacerlo. Mi madre está enferma. Necesito dinero para su tratamiento".
"¿Qué?", Bruno se rio burlonamente. "¿Crees que esto es divertido? ¡Ahora quiero ver tu cara! Vamos, rápido", ordenó.
Con lágrimas en los ojos, la mujer levantó la cabeza y movió sus mechones desordenados para mostrar su rostro.
"¡Jesucristo! Esto... ¡Esto no puede ser posible!", Bruno retrocedió sobresaltado, mientras miraba de cerca el rostro de la dama. Tenía una enorme marca de quemadura en la mejilla derecha, ¡y era una copia de él!
"Carlota, ¿eres tú?", preguntó, sin poder creer lo que veía. "¿Estás viva?".
Pedro y el abuelo de Bruno, Jorge, estaban igualmente atónitos, y no sabían cómo reaccionar. La mujer no solo se parecía a Bruno, sino que era idéntica a la difunta hermana de Bruno, Carlota.
"Lo siento...", la mujer empezó a llorar. "Sí, Bruno, soy yo, Carlota. ¡Estoy MUY VIVA! ¡Todo gracias a mi madre adoptiva, que me crio! ¡A diferencia de nuestra dulce abuela que me abandonó en el hospital para morir sola!”.
"Cuando los vi a ti y a papá aquí, quise saludarlos y abrazarlos, pero no pude reunir el valor... No me atrevería a volver a encontrarme con mi familia después de lo que me hizo la abuela. Lo siento", logró decir antes de romper en sollozos.
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"¿Abuela?", Bruno miró a Nancy, atónito. "¿Qué está diciendo Carlota, abuela? ¿Qué has hecho?".
Nancy se puso rígida al ver a Carlota. Nunca esperó que su pasado la persiguiera de esta manera, pero sabía que ahora no podía escapar de él. Se hundió en una de las sillas de la habitación y reveló lo que había hecho varios años atrás...
Resultó que Amanda había muerto en el incendio de la casa mientras intentaba salvar a sus hijos, Carlota y Bruno. Tras lo sucedido, Nancy no quería que Carlota siguiera formando parte de su familia porque había terminado con una enorme quemadura en la cara que la había desfigurado.
Entonces la mujer urdió un terrible plan, aprovechando que su esposo y su hijo estaban fuera de la ciudad cuando todo ocurrió.
Nancy dijo que su nieta había muerto en el incendio. Luego, dispuso que se enterrara el cuerpo de otra persona en lugar del de Carlota y mintió a todo el mundo por años.
Después de que Nancy abandonara a su nieta y desapareciera sin dejar rastro, una amable enfermera del hospital adoptó a Carlota y la crio como su hija.
Jamás le ocultó la verdad a Carlota, pero el trauma de lo que le hizo su abuela nunca la abandonó. La mujer no pudo reunir el valor necesario para volver a ponerse en contacto con su familia.
"¡Tener una nieta desfigurada sería una vergüenza para la familia!", continuó Nancy. "¡No me arrepiento de lo que hice!".
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Pedro no podía creer que Nancy hubiera caído tan bajo. Confrontó a su madre por lo que había hecho.
"Bueno, mamá", comentó con calma mientras se acercaba a ella. "Sé que nunca miras atrás con tus acciones. Por eso, en este momento, me arrepiento de varias cosas, ¡incluso de ser tu hijo! ¡No quiero ver tu cara nunca más! Y sí…", añadió antes de irse. "Debí haber escuchado a Amanda cuando quiso mudarse a otra ciudad. Ella tenía razón y yo estaba equivocado!"
Bruno apoyó a su padre y dijo: "¡No puedo creer que Carlota haya tenido que soportar tanto por tu culpa, abuela!”.
Ese día, Bruno, Pedro, Carlota y Alana se marcharon y se alejaron de sus abuelos. Nunca más volvieron. Jorge se quedó con ella porque no tuvo elección y se sintió obligado, no se atrevía a dejarla.
Pasaron los años, Bruno y Alana se casaron y tuvieron una hija llamada Amanda. Mientras tanto, Pedro y la madre adoptiva de Carlota, Karina, se enamoraron y se fueron a vivir juntos.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Si haces el mal, al final pagarás por ello: La horrible acción de Nancy de alejar a su nieta de su familia la alcanzó, y fue desterrada de sus vidas para siempre.
- Sé amable con todos: Bruno arremetió contra Carlota porque estaba enfadado con Nancy, pero luego se dio cuenta de su error y se arrepintió.
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