Mujer enojada le grita a señor mayor en la oficina de correo hasta que él se quita su viejo abrigo - Historia del día
Una mujer estaba teniendo un día tan malo que no pudo evitar gritarle a un anciano que estaba en la oficina de correos. Se sentía muy molesta con él hasta que vio algo que le recordó a su padre.
Brenda estaba teniendo un mal día. Antes de irse al trabajo, se había peleado con su esposo, y eso la puso de muy mal humor.
Mientras conducía hacía el trabajo, discutió con otro conductor a través de las ventanillas. Como si eso no fuera suficiente, cuando llegó a la oficina de correos, le esperaba otra sorpresa: el jefe de su departamento la esperaba con un reclamo.
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“Eso ni siquiera fue mi culpa”, murmuró para sí misma mientras comenzaba a atender a los clientes. Todos parecían actuar con extrema lentitud y eso le produjo un enorme dolor de cabeza. Se tomó algunos medicamentos, pero no la estaban ayudando.
Brenda no podía esperar a que terminara el día. Sin embargo, cuando la oficina de correos estaba a punto de cerrar, vio a un hombre mayor entrar por la puerta con un paquete en las manos.
Miró su reloj y faltaban cinco minutos para la hora de cierre. Estaba más que lista para irse a casa, así que decidió no atender al anciano. “Ya cerramos. Vuelva el lunes”, le dijo.
El anciano le dijo que necesitaba enviar un paquete con urgencia. “Por favor, señora. Necesito enviar esto. Caminé más de 6 kilómetros bajo la lluvia para llegar aquí”, pidió con voz quebrada de emoción.
Brenda suspiró. Accedió a organizar el envío por él y le entregó los formularios para que los llenara. Mientras el hombre escribía, ella notó que le temblaban las manos y que su escritura era ilegible.
“Señor, no entiendo lo que está escribiendo. ¡No soy experta en descifrar jeroglíficos!”, le dijo. “Escriba con más claridad. ¡Esta es la enésima vez que le pido que reescriba esto!”, gritó.
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Brenda miró el reloj mientras el anciano hacía todo lo posible por escribir con claridad. Le preocupaba llegar tarde a recoger a su hija de la escuela, así que decidió salir de la oficina para llamar a su esposo.
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“¿Puedes recoger a Ava de la escuela hoy? Llego tarde porque un cliente llegó en el último minuto”, le dijo a su esposo.
Tal y como le había dicho el anciano, estaba lloviendo y Brenda estaba temblando de frío. Mientras esperaba la respuesta de su esposo, el anciano se acercó a ella mientras se desabotonaba el desgastado abrigo. Se lo quitó y se lo ofreció.
“Hace frío. Vuelve a la oficina de correos o usa mi abrigo para calentarte mientras estás fuera”, dijo amablemente.
Brenda miró al hombre y vio que debajo del abrigo, solo tenía puesta una camisa traslúcida con cuello en V. Luego notó que tenía un marcapasos, un dispositivo que regula los latidos del corazón de una persona, visible debajo de la piel en el área del pecho. Su difunto padre tenía uno similar.
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Ver el marcapasos ablandó el corazón de Brenda; ella era su consentida y lo extrañaba mucho. Se dio cuenta de que había sido grosera con alguien de la edad de su padre, y era como si le hubiera faltado el respeto a él
Entonces el anciano comenzó a hablar de nuevo. “Entiendo que esté enojada conmigo. Lamento haber llegado tan tarde a la oficina de correos. No pude tomar un taxi debido a la lluvia, así que tuve que caminar. Estas rodillas ya no son fuertes, por eso me demoré tanto”, se disculpó. “Enviaré el paquete el lunes. Por favor, ve a casa con tu familia”.
Brenda miró al anciano con simpatía. Se dio cuenta de que había descargado toda su ira en él, sin merecerlo. “No se preocupe, señor. Ya le pedí a mi esposo que recoja a mi hija de la escuela. ¿Cómo se llama? Venga, vamos a procesar su paquete”, dijo.
“Gracias, querida. Mi nombre es William”, respondió el anciano mientras caminaban juntos hacia la oficina de correos.
Cuando llegaron al mostrador, Brenda preguntó qué había dentro de la caja y William sonrió. “Mi hija cumple 50 años mañana. Quería comprarle algo especial porque me resulta difícil viajar para visitarla. Ahorré para comprarlo y me preocupa que no llegue a tiempo”, compartió.
Brenda sabía que era demasiado tarde. Ya habían hecho los envíos que llegarían al día siguiente y el regalo de William se entregaría en dos días.
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“Lamento decirle esto, señor, pero este paquete llegará el domingo si lo procesamos aquí. Ya enviamos nuestros paquetes a ser entregados mañana”, le dijo Brenda. William suspiró derrotado e hizo una mueca triste en su rostro.
Ella se fijó en la dirección del destinatario que William había anotado, y notó que estaba a dos horas en carretera. Le devolvió la caja a William, tomó su bolso y le pidió a su colega que cerrara la oficina de correos. “Venga conmigo”, le dijo.
Caminaron hacia su auto y ella le pidió a William que se subiera. “¿A dónde vamos?”, le preguntó el anciano.
“Vamos a la casa de su hija para celebrar este cumpleaños importante con ella en persona", dijo Brenda con una sonrisa.
Manejaron dos horas para llegar a la casa de la cumpleañera, y Brenda no pudo evitar llorar cuando vio a la feliz hija reunida con su padre.
Hubo un festín para que Brenda y William disfrutaran esa noche. La hija del hombre celebró su cumpleaños temprano y fue uno de los días más felices para todos.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No debes permitir que tus problemas personales afecten la forma en que trates a los demás. Brenda permitió que su mal humor le afectara a tal punto que le gritó a un anciano que requería sus servicios. Solo cuando el hombre tuvo un gesto amable con ella, cayó en cuenta de lo que había hecho y pudo rectificar.
- Incluso los días malos pueden mejorar si te lo propones. Brenda había tenido uno de los peores días que recordaba. Todo cambió cuando decidió tener un generoso gesto con un cliente y terminó disfrutando de uno de los mejores momentos de su vida.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.