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Recién nacido | Foto: Shutterstock
Recién nacido | Foto: Shutterstock

Mujer busca a padres biológicos que la abandonaron al nacer: solo su padre va a encontrarse con ella - Historia del día

Mayra Pérez
30 may 2022
11:05

Una mujer emprende la búsqueda de sus padres biológicos, pero solo su padre acude a la reunión. Él le cuenta la verdadera razón por la que no pudo asistir y ella queda devastada.

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Cuando Enrique y Cristina Jaramillo descubrieron que no podían tener sus propios hijos, decidieron adoptar, y una pequeña luz de esperanza llegó a sus vidas.

Adoptaron a Esperanza cuando solo tenía tres meses. Sus padres biológicos la habían llamado Lily y la dejaron en el hospital con su foto y una carta. Sin embargo, la pareja de adoptantes nunca conoció el contenido.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Apenas vieron el dulce rostro de la bebé, supieron que querían que fuera parte de su familia, y no estaban interesados en saber nada de su pasado.

Todo cambió cuando la niña cumplió 10 años. En ese momento, los padres biológicos de Esperanza, Sandra y Andrés, los contactaron.

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“¿Qué debemos hacer ahora? ¿Y qué quieren de nosotros después de todos estos años?”. Cristina estaba aterrorizada cuando recibió el mensaje de Andrés para reunirse con ellos.

“Pues iremos a verlos solos. ¡No quiero que Esperanza se involucre en nada de esto!”, declaró Enrique con firmeza.

“Ellos son los padres biológicos de Esperanza”, argumentó Cristina. “¡No creo que sea apropiado que le neguemos el derecho a conocerlos!”.

“¿Por qué no?”, respondió su esposo con severidad. “¿Por qué tenemos que ser indulgente con ellos, cuando no se preocuparon por su propia hija? ¡La abandonaron al nacer! ¡No voy a dejar que se acerquen a NUESTRA hija! Al menos no hasta que cumpla 18 años”, dijo y se alejó.

Cristina suspiró, sabiendo tenía razón. Así que fueron a conocer a los padres de Esperanza a solas. Cuando llegaron al lugar del encuentro, quedaron desconcertados.

Los padres biológicos de Esperanza estaban en muy mal estado. La pareja intercambió una mirada de preocupación antes de acercarse a ellos. “Hola, somos los padres de Esperanza, Cristina y Enrique”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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Andrés y Sandra se miraron, con los ojos llorosos, antes de decir: “Su hija Esperanza... ¡Es nuestra Lily! ¿Pero dónde está? ¿No la trajeron?”, preguntó la mujer con tristeza.

“Lo sentimos”, dijo Cristina mientras tomaban asiento. “Esperanza está ocupada con sus clases. Podríamos organizar una reunión con ella en otro momento. ¿Por qué querían vernos?”.

Sandra frunció el ceño y susurró. “Solo queríamos conocer a Lily y decirle que no la abandonamos a propósito. Hace tiempo que planeábamos esto, pero nos faltaba el valor. Queremos decirle que no tuvimos más opciones, y pedirle perdón.

Cristina y Enrique vieron las caras tristes de la pareja y se sintieron muy mal por ellos, pero ya habían decidido que no le dirían nada a Esperanza hasta que cumpliera 18 años. Así que les pidieron que se mantuvieran alejados de la niña.

“Disculpen mis palabras”, les dijo Enrique con firmeza, “pero Esperanza ya no es Lily. ¡Es nuestra hija! La criamos desde que tenía solo unos meses y hemos decidido que no le diremos nada hasta que tenga la edad suficiente para comprenderlo todo!”.

Cuando Enrique dijo eso, Sandra y Andrés se miraron, preocupados. “¡Pero ella es nuestra hija! ¡Nuestra sangre! ¡Ella necesita saber que sus padres no hicieron nada intencionalmente!”, replicó el hombre.

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“¡No en este momento! Todavía es muy pequeña”, dijo Enrique, y abandono el lugar. Cristina sintió pena por los padres biológicos de Esperanza y se disculpó. Pero antes de irse, les dijo que apoyaba la decisión de su esposo. “¡Por favor, manténganse alejados!”, agregó antes de irse.

Pasaron los años y Esperanza finalmente cumplió 18 años. Era hora de que ella supiera la verdad sobre su vida, así que Enrique y Cristina le contaron todo, incluso que habían conocido a sus padres biológicos y lo ocurrido en esa reunión.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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“¡Esto tiene que ser una broma!”, dijo Esperanza, incapaz de creer lo que estaba escuchando. “¿Cómo puedo ser adoptada? ¡Tengo los profundos ojos azules de mamá! ¡Tengo que ser su hija!”.

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“Lo siento, cariño”, se disculpó Enrique. “Pero esa es la verdad. Tenemos algo que tus padres biológicos te dejaron en el hospital, lo buscamos hace un par de días…”. Le entregaron la carta y la foto, y la joven estalló en lágrimas mientras la leía.

“¡Los odio!”, gritó Esperanza cuando terminó de leer la carta. “¿Con qué derecho me mantuvieron alejada de ellos?”.

“No es así”, dijo Cristina. “Solo estábamos esperando a que cumplieras la mayoría de edad”.

“¡Pues ya soy mayor, así que voy a buscarlos y a volver con ellos! ¿Saben que me abandonaron porque no querían que viviera en las calles con ellos? ¡Está escrito en la carta! Me dejaron porque deseaban una vida mejor para mí. ¿Y qué hicieron ustedes? ¡No permitieron que me conocieran! ¡Son demasiado egoístas!”.

Cristina y Enrique trataron de explicarle que lo habían hecho para protegerla, pero ella no los escuchó. Estaba muy enojada. Se fue a una universidad en una ciudad muy lejana, y nunca volvió a hablar con sus padres adoptivos.

Durante mucho tiempo, estuvo buscando a sus padres biológicos. Los buscó en internet, se puso en contacto con su orfanato e incluso revisó las bases de datos públicas, pero no encontró nada.

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Como último recurso, publicó una consulta en línea usando la foto de sus padres biológicos. Dos años después, alguien le envió un mensaje privado diciendo que conocía al hombre de la foto.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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El mensaje incluía una dirección y una foto de un anciano delgado que trabajaba en una tienda en su ciudad natal: “Creo que el hombre que estás buscando es mi empleado. Se presentó como Pedro. ¡Eres bienvenida a venir a conocerlo! He incluido la dirección de mi tienda. Trabaja en el turno de la noche”.

¡Los ojos de Esperanza se abrieron cuando miró la foto! ¡Era su padre! Respondió al mensaje y le pidió al hombre que reenviara su mensaje a su empleado.

El mensaje decía: “¡Hola, papá! ¡Soy yo, Lily! ¡Estoy tan contenta de haberte encontrado finalmente! Estaré allí mañana para conocerte. Por favor, invita a mamá. Nos vemos. ¡Los quiero mucho!”.

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Al día siguiente, Esperanza voló a su ciudad natal para encontrarse con ellos. Y cuando finalmente vio a su padre biológico, las lágrimas no pararon de rodar por sus mejillas.

“¿Papá?”, preguntó mientras se acercaba a una mesa donde un anciano delgado estaba sentado con ropa andrajosa. “¡Hola, soy Lily! ¡Siento que hayamos tardado tanto en conocernos!”.

El hombre levantó la cabeza para mirarla, con los ojos llorosos. “Oh… Lily, ¿eres tú? Mi bebé…”, dijo con voz quebrada por la emoción, mientras se levantaba de su asiento y la rodeaba con sus brazos.

“¿Dónde está mamá? ¡Quiero verla!”, pidió Esperanza, y la cara de su padre cambió.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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“¿Tu madre?”, preguntó suavemente. “Ella no va a poder venir, Lily”, suspiró.

“¿No quiere conocerme? ¿Qué pasa, papá?”, preguntó Esperanza, con los ojos llorosos. “Mis padres adoptivos me contaron que ustedes estaban ansiosos por conocerme. ¡Por favor! Dime dónde está mi mamá”, pidió ansiosa.

Andrés suspiró y tomó las manos de Esperanza entre las suyas. “¿Vamos a algún lado y hablamos, cariño? Hay muchas cosas que necesitas saber”.

Después de conocer a sus padres adoptivos, ellos cambiaron sus nombres. Esa reunión lo llevó a comprender que su hija estaba en buenas manos. Enrique y Cristina habían sido muy protectores con ella.

Sabían que luego de cumplir los 18 años, su hija podría tratar de encontrarlos, y la idea los avergonzaba mucho. Entonces decidieron tener una nueva identidad para que no los encontrara. Respecto a su madre, había fallecido tres meses atrás, por un cáncer muy agresivo.

“Ella te adoraba, Lily”, agregó. “Ambos te amábamos, y una vez que conocimos a tus padres adoptivos, supimos que estabas bien cuidada. Nos disculpamos por no haber podido brindarte una buena vida. Éramos muy pobres y no queríamos esta vida para ti”.

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“Fue difícil para nosotros dejarte en el hospital, pero no teníamos opción... Lo siento”, dijo, antes de romper en llanto.

“Está bien, papá”, dijo su hija en tono conciliador. “Nunca te culpé a ti ni a mamá por nada. ¡Me molesté porque mis padres adoptivos, porque me ocultaron la verdad durante tanto tiempo! ¡Perdí la oportunidad de conocer a mi madre por su culpa! Eso no estuvo bien”.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Unsplash

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“Oh, no, Lily”, dijo Andrés, secándose las lágrimas. “Ellos te aman incondicionalmente, y te dieron una infancia feliz. Vi su preocupación y cariño por ti cuando los conocí. Créeme... deberías estar agradecida con ellos. Te trataron como unos verdaderos padres, y tu madre y yo solo teníamos cosas que agradecerles”,

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Después de escucharlo, Esperanza cayó en cuenta de lo dura que había sido con sus padres adoptivos. Había reaccionado de forma exagerada. La habían criado rodeada de amor y seguridad y nunca la hicieron sentir que no era de su sangre.

Era el momento de hacer las paces con ellos, pero no quiso dejar atrás a su padre.

“Lo siento”, dijo mientras los abrazaba. “Fui demasiado dura y no pensé en todo lo que habías hecho por mí. Lo siento... ¡También traje a mi padre conmigo! Espero que no te importe”.

“¡Estamos tan contentos de que hayas regresado! Y nos encanta que te hagas cargo de tu padre. ¿Verdad, Enrique?”, dijo Cristina.

Enrique asintió. “¡Él es bienvenido! Eso queríamos, Esperanza, que fueras capaz de decidir con madurez. ¡Es por eso que esperamos hasta que fueras mayor para explicártelo todo!”.

Su hija les agradeció y los abrazó con fuerza. Ese día, la vida de todos cambió para bien, y terminaron convirtiéndose en una gran familia.

Imagen con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • No es saludable reaccionar desde la rabia. Esperanza estaba impactada por todas las revelaciones que tuvo al cumplir los 18 años, pero no se tomó el tiempo de calmarse antes de explotar en contra de quienes la criaron con amor. Mucho después entendió que solo la habían estado protegiendo.
  • La adopción es un acto de amor puro que da una oportunidad única a algunos niños de crecer en el seno de una familia. Los padres biológicos de Lily no tenían la capacidad de darle una buena vida y la amaban tanto que hicieron un acto de sacrificio por su bien.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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