Hombre llama a la hija que echó embarazada hace 6 años y su mejor amigo atiende el teléfono - Historia del día
Andrés echó a su hija de 17 años al descubrir que estaba embarazada. La llamó en su cumpleaños seis años después, pero un hombre responde la llamada y debe escuchar una verdad impactante.
Andrés y su esposa, Mary, vivían en un barrio muy conservador. Sus puntos de vista eran muy ortodoxos y fomentaron lo mismo en su única hija, Alicia, por lo que cuando sintieron que les había fallado, no pudieron aceptarlo.
Cada vez que Andrés recordaba como le había cerrado la puerta a Alicia seis años atrás, se deshacía en lágrimas: “Sal y no vuelvas nunca más. Estás muerta para mí. ¡NO REGRESES!”, le dijo lleno de furia.
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Ella se había embarazado a los 17 años, y su novio se escapó poco tiempo después. Alicia se negó a revelar su identidad. Era un cobarde y no lo quería en su vida. Pero para su padre el que estuviera soltera y embarazada no era una opción, así que decidió sacarla de su vida.
Habían pasado seis años desde entonces. Andrés y Mary debieron responder a muchas preguntas de la gente, y siempre admitieron con honestidad que la habían botado por su embarazo.
Ese día, Andrés se quedó mirando el calendario: era 13 de mayo. Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. “¿Sientes nostalgia, cariño?”, le preguntó su esposa. “¿Por qué no la llamas y la saludas?”.
Alicia estaba celebrando su cumpleaños número 23 ese día. En el pasado, Andrés hacía un brindis y organizaba una gran fiesta para ella.
Sumergido en pensamientos profundos, Andrés se dio cuenta de que era hora de seguir adelante y aceptar las cosas tal y como eran. Extrañaba profundamente a su hija, y por primera vez en años, sentía que no le importaban las críticas de todos.
Caminó hacia el teléfono y llamó a Alicia, esperando que ella quisiera atenderle.
“¿Hola?”, saludó un hombre al otro lado, y Andrés se quedó sin palabras. “¿Quién habla?”.
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La voz le era demasiado familiar, pero no estaba seguro de saber quién era. Se aclaró la garganta y preguntó: “¿Puedo hablar con Alicia, por favor?”.
“Está ocupada con su pastel y no puede atender el teléfono en este momento... ¿Te importaría dejar un mensaje? Se lo daré enseguida”, dijo el hombre.
Andrés estaba desconcertado porque sabía que había escuchado la voz antes. “¿Puedo saber quién habla?”, le preguntó.
“¡Alberto!”, respondió el hombre.
“¿Alberto? ¿¿¿QUÉ HACES CON MI HIJA???”, gritó en estado de shock. Luego se cortó la conexión, pero Andrés no dejaba de gritar.
Alberto y Andrés habían sido amigos de la infancia. Aunque vivían en diferentes ciudades, a menudo pescaban juntos o se iban de vacaciones. Eran buenos amigos y solían quedarse uno en casa del otro algunos fines de semana.
Sin embargo, seis años atrás, Alberto había dejado de visitarlos, argumentando que estaba comenzando un nuevo negocio.
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Mary estaba confundida después de escuchar a su esposo gritar por teléfono, y cuando Andrés le dijo que Alicia estaba con Alberto, ella frunció el ceño.
“Sabía que había algo sospechoso entre ellos... ella siempre se sentaba cerca de él y decía que estaban jugando juegos de mesa a altas horas de la noche”, reflexionó Mary, muy molesta.
Andrés y Mary estaban furiosos. Irrumpieron en la casa de Alberto en su automóvil y, cuando llegaron allí, vieron que se estaba celebrando una fiesta para Alicia.
“¡FELIZ CUMPLEAÑOS!”, decía una pancarta en la entrada. Andrés estaba furioso y corrió hacia Alberto y le lanzó un puñetazo.
“Espera, Andrés... déjame explicarte... Por favor, detente…”. Alberto chilló de dolor cuando Andrés lo agarró por el cuello. Lo empujó a un lado y se arregló la camisa.
Alberto sabía la causa de la ira de su amigo y en ese momento admitió la verdad. “Lamento haberte ocultado esto… no podía decirte nada por qué Alicia me hizo prometer que no te lo diría”.
“¿Qué era eso que no podías decirme?”, quiso saber Andrés.
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Alberto le explicó que Alicia lo había buscado después de que ellos la echaran y le dijo que no tenía adónde ir. Debido a su preocupación y amor por ella, Alberto la había recibido en su hogar y se había asegurado de que estuviera protegida durante su embarazo y parto.
“Me hacía pensar en la hija que perdí hace 14 años”, confesó Alberto, dejando a Andrés y Mary aturdidos porque nunca supieron de eso.
“Mi hija no tuvo oportunidad de nacer. Mi esposa murió en un accidente automovilístico y llevaba a nuestra hija en su vientre”, lloró Alberto. “Siempre soñé con tener hijos, pero nunca me volví a casar ni tuve alguna compañera de vida”.
Andrés y Mary no podían dejar de llorar. No conocían el doloroso pasado de Andrés; solo lo habían conocido como un hombre alegre al que le encantaba estar rodeado de niños.
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“Y ustedes, que deberían estar felices y agradecidos por tener a su hija viva, la echaron de su casa y de sus vidas. ¿Qué clase de padre le haría eso a su hija embarazada?, dijo Alberto con resentimiento.
Andrés y Mary se impactaron ante las palabras de Alberto. Sus declaraciones resonaron profundamente en sus sentidos y les hicieron darse cuenta de su error. Minutos después, le escucharon preguntar si sabían lo que le había ocurrido a su nieto, Roberto.
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“Rob me ve como su abuelo”, dijo Alberto. “Acaba de tener un accidente menor después de caerse por las escaleras, pero ahora está bien... toda esta fiesta de cumpleaños fue organizada para distraerlo y hacerlo feliz”.
Andrés y Mary por primera vez se sentían culpables por haber dejado de lado a su hija y nieto por su reputación. Después de la fiesta, buscaron a Alicia. Al verla con Rob en su dormitorio, no pudieron contener las lágrimas.
“¡Alicia, querida!”, exclamó Andrés. Alicia no podía creer lo que veía, todo parecía un sueño. Antes de que dijera nada, sus padres corrieron hacia ella y la abrazaron.
“Los sentimos, querida... por favor, perdónanos”, dijeron ambos. Mientras tanto, el pequeño Rob los miraba sorprendido. No tenía idea de quiénes eran.
Alicia estaba sorprendida y feliz de volver a verlos. Ellos le pidieron que volviera a su hogar con su hijo, y ella se negó amablemente.
“Muchas gracias, papá... pero aquí nos sentimos felices y es el único hogar que mi hijo ha conocido. Alberto ha sido como un padre para mí y un abuelo amoroso para Rob y los tres vivimos en paz y armonía. No quiero perder eso nunca”, dijo Alicia.
"Lo siento. Pueden visitarnos siempre que quieran...”, dijo a sus padres. Andrés y Mary respetaron su decisión y sonrieron.
Los padres de Alicia a menudo pasaban los fines de semana haciendo barbacoas o montando una tienda de campaña para Roberto en el césped. Ya no les importaba las críticas y los convencionalismos. Solo la unión familiar.
“¡Tengo una mamá y dos abuelos!”, exclamó el niño en su fiesta de cumpleaños número 7 mientras que Andrés y Alberto se reían llenos de felicidad.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Nunca es demasiado tarde para disculparse y acercarse a los seres queridos. Cuando Andrés se enteró de la trágica historia de Alberto y de cómo tomó a Alicia bajo su protección después de que la echaran, se arrepintió de sus acciones y se disculpó con ellos.
- No debemos asumir cosas sin verificar la verdad. Cuando Andrés y Mary se dieron cuenta de que Alicia estaba en la casa de Alberto, lo acusaron de tener una relación inapropiada con su hija. Después descubrieron que siempre la había tratado como a una hija y cuidado como tal.
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