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Pareja revisando un contenedor de basura | Foto: Shutterstock
Pareja revisando un contenedor de basura | Foto: Shutterstock

Padres ricos se disfrazan de provincianos pobres para poner a prueba a la prometida de su hijo - Historia del día

Mayra Pérez
07 jun 2022
21:00

Una pareja adinerada se sorprendió al escuchar que su hijo planeaba casarse con una mujer que no conocían. Decidieron hacerse pasar por personas de escasos recursos para poner a prueba el carácter de ella antes de dar su bendición.

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Margo y Baudilio Torres eran empresarios adinerados que dirigían un imperio multimillonario. Tenían un solo hijo, un chico de 21 años llamado Roberto.

Desde que Roberto era un niño, lo prepararon para que se hiciera cargo del negocio familiar. Fue enviado a la mejor escuela privada de la ciudad y realizó pasantías en varias empresas de alto perfil.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Cuando llegó a la universidad, decidió ir a una de las mejores universidades de su región. Allí, conoció a personas de diferentes rangos socioeconómicos, lo que lo impulsó a ocultar sus antecedentes familiares.

A Roberto no le gustaba hacer alarde de su riqueza. Vestía con sencillez, manejaba un sedán, y quienes no conocían a su familia no podían imaginar que era rico.

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Un fin de semana, llegó a casa de sus padres con algo importante que decir. “Mamá, papá, tal vez quieran sentarse para escuchar lo que les tengo que contar”, les dijo tan pronto como los tres se reunieron en la sala de estar.

“¿Qué pasa, Roberto? Me estás asustando”, le dijo Margo a su hijo mientras se sentaba en el sofá.

“Bueno, verán, tengo novia. Su nombre es Elizabeth”, comenzó a decir. Los rostros de Margo y Baudilio se iluminaron; siempre habían esperado este momento.

“¡Eso es genial, hijo! Cuéntanos de ella y de sus padres. ¿Los conocemos?”, preguntó su padre.

Roberto se quedó en silencio. Sabía que sus padres esperaban que les presentara a alguien rico, pero su novia provenía de un entorno humilde.

“Los padres de Elizabeth no son dueños de una empresa, papá. Son empleados”, aclaró Roberto. “De todos modos, no ha venido a hablar de ellos”, dijo. Estaba muy nervioso por la reacción de sus padres.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“¿Qué otra noticia nos vienes a dar, Roberto? Elegiste salir con alguien que no es de la misma clase social. ¡Eso traerá tantos problemas!”, dijo su madre algo molesta.

“Bueno, Elizabeth está embarazada y he decidido casarme con ella”. Tan pronto como Roberto dijo eso, un silencio incómodo llenó la habitación. Sus padres lo miraron sin comprender, y se quedaron sin palabras.

“Oh, Dios. Baudilio, me voy a desmayar. ¡Me voy a desmayar! ¡Roberto! ¡¿Cómo pudiste ser tan imprudente?!”, dijo Margo, agarrando el brazo de su marido.

“Lo siento, mamá. Realmente la amo y estoy seguro de que es la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida”, insistió Roberto.

“¡Tienes 21! Apuesto a que solo se acostó contigo porque sabía que eras rico. ¿Cómo pudiste ser tan ingenuo?”, gritó Margo.

“Eso no es cierto, mamá. Nunca le conté sobre nuestra familia. Ni siquiera sabe que somos dueños de una empresa. Le dije que ustedes trabajaban en el mundo corporativo. Lo que tenemos es real”, dijo Roberto. Su madre negaba con la cabeza.

“Está bien. Entonces, para comprobar si lo que tienen es real, vamos a probar a tu novia y su familia. Los vamos a conocer, pero disfrazados de provincianos pobres”, le dijo a su hijo. Él quiso protestar, pero ella no estaba dispuesta a aceptar un no por respuesta.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

“Si tu novia no pasa la prueba, cancelaremos la boda y tendrá que salir de tu vida”, dijo Baudilio, apoyando a su esposa.

De inmediato, la pareja comenzó a trabajar en su plan. Compraron ropa usada en un mercado de pulgas y sacaron los zapatos más viejos de su armario. Para hacer las cosas más creíbles, Baudilio también usó un bastón viejo, fingiendo estar cojo.

Roberto le dijo a Elizabeth que irían a su casa para que sus familias pudieran conocerse. Cuando ella abrió la puerta para dar la bienvenida a su novio y sus padres, se sorprendió al ver cómo se veían.

“Hola, señores Torres, es un placer conocerlos finalmente”, dijo con una sonrisa. “Muchas gracias por tomarse el tiempo de venir. Por favor, pasen”. Abrió más la puerta para que sus invitados pudieran entrar cómodamente.

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Baudilio y Margo miraron rápidamente alrededor de la pequeña casa, con ojo crítico. Hicieron todo lo posible por disimular su incomodidad, aunque les molestaba el fuerte olor que se extendía por toda la casa y provenía de la cocina.

“Gracias, querida”, dijo Margo, todavía en su carácter de provinciana pobre. “Lo siento, no pudimos traer nada. Verás, estamos un poco cortos de dinero en este momento”.

“No se preocupen por eso. No necesitaban traer nada. Por favor, pónganse cómodos. Mi mamá nos está cocinando una comida que podemos disfrutar en familia”, sonrió Elizabeth, guiándolos hacia la sala de estar.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Cuando notó que Baudilio cojeaba, lo tomó del brazo y lo guio hacia la silla más cómoda de la habitación para que pudiera sentarse. Elizabeth no pudo evitar emocionarse al ver el estado de los padres de Roberto.

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Después de un rato, los padres de Elizabeth, Marcos y Elsa, salieron de la cocina. Saludaron a Baudilio y Margo con cálidas sonrisas, abrazándolos como si se conocieran desde hace años.

“¡Qué bueno verlos aquí! Gracias por tomarse el tiempo de reunirse con nosotros. Queremos mucho a Roberto, y estábamos impacientes por conocer a sus padres”, dijo el papá de Elizabeth.

Margo y Baudilio estaban empezando a sentirse mal por su plan, pero siguieron adelante. “Tal vez solo están disimulando”, pensó la mujer.

Sin embargo, a medida que avanzaba la noche, se dieron cuenta de que Elizabeth y sus padres eran personas genuinamente agradables. Margo se sintió culpable por fingir, así que mientras cenaban, decidió sincerarse.

“Ya no puedo hacer esto”, dijo. “Lo siento, Elizabeth, Marcos y Elsa. La verdad es que no somos pobres. Somos dueños de una empresa multimillonaria que existe desde hace más de una década”.

“Vinimos aquí vestidos como personas de escasos recursos, creyendo que estaban engañando a nuestro hijo por nuestro dinero. Ahora me siento culpable porque sé que eso no es cierto. Todos ustedes son personas encantadoras y amables. Es cierto lo que dijo Roberto: su amor es real”, dijo conmovida.

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Elizabeth y sus padres se sorprendieron y admitieron que no era agradable saber que los padres de Roberto pensaran de esa manera sobre ellos. Sin embargo, no se quedaron en ese sentimiento. Decidieron comenzar de nuevo.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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“Está bien, dejemos eso atrás. Sé lo sorprendente y abrumador que debe ser saber que su hijo se va a casar y está a punto de convertirse en padre, especialmente porque no me conocían. Lamento saber que los decepcioné”, se disculpó Elizabeth.

Margo negó con la cabeza. “No, querida. Lamentamos haberte juzgado mal. Tienes un hogar encantador, lleno de amor, y eso es lo que importa. Para comenzar su matrimonio con el pie derecho, a Baudilio y a mí nos encantaría darles un lugar que puedan convertir en su hogar”, dijo.

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Marcos y Elsa intervinieron. “Qué generoso de tu parte, Margo, pero sabes, estos chicos necesitan aprender a ganar dinero por sí mismos”, dijo Elsa.

“Solo con trabajo duro empiezas a apreciar lo que tienes”, agregó Marcos.

Margo sonrió ante la sabiduría que Marcos y Elsa estaban tratando de impartir a sus hijos. “Tienen razón”, dijo. “Solo debes saber que, como tus padres, siempre estaremos aquí para apoyarte y guiarte cuando comiences tu propia familia”.

Después de su reunión, Margo, Baudilio, Marcos y Elsa desarrollaron una bonita amistad y juntos ayudaron a sus hijos a planificar una hermosa boda llena de familiares y amigos. Disfrutaron de una hermosa velada, y continuaron reuniéndose como una familia durante los fines de semana y días festivos.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

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¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • La verdadera riqueza no está en las posesiones materiales, sino en las relaciones que construyes con otras personas. Margo y Baudilio calificaban a las personas según su riqueza financiera, y al conocer a su futura nuera y a sus padres, todo cambió. Aprendieron a valorar a las personas por quienes son.
  • Nunca debemos juzgar al prójimo. Solo porque Elizabeth no era de una familia rica, Margo y Baudilio supusieron rápidamente que ella solo buscaba su dinero. Al final, aprendieron que el amor de Elizabeth por su hijo Roberto era puro y real.

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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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