Mujer a quien le quedan 10 meses de vida va a casa de su ex a confesarle su amor: otra mujer le abre la puerta - Historia del día
Los médicos de Lucy le dijeron que solo le quedaban unos meses de vida, así que decidió buscar a su antiguo amor y decirle en una carta que aún lo amaba. Lamentablemente, otra mujer le abrió la puerta y tuvo que dejarle el sobre. Sin embargo, algo impactante ocurrió mientras se alejaba.
"Señora Guzmán, creo que es hora de poner en orden sus asuntos. No hay nada más que podamos hacer por usted", le dijo el Dr. Martínez a Lucy, que había estado esperando alguna buena noticia o al menos un poco de esperanza. "Estimo que le quedan unos diez meses de vida".
Durante las últimas semanas, Lucy había acudido al médico para que le hicieran todas las pruebas posibles porque se había desmayado en el supermercado donde trabajaba como encargada. Incluso había obtenido opiniones de diferentes especialistas, pero todos le daban la misma respuesta: solo le quedaban unos meses de vida.
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En ese momento fue que se dio cuenta de que la vida era demasiado corta. La gente siempre lo decía, pero Lucy nunca entendió las palabras hasta su diagnóstico final. Lo era de verdad. Cada momento era fugaz, y cada asunto parecía increíblemente intrascendente.
Mientras caminaba hacia su carro que estaba en el estacionamiento del hospital, pensó en su pasado y en las cosas que lamentaba. Principalmente, había vivido con satisfacción, pero había un error importante en sus recuerdos: su ruptura con Miguel.
Miguel había sido su novio en la universidad, e incluso habían planeado casarse después de la graduación. Pero hubo un terrible malentendido en su fiesta de graduación a causa de una chica, y finalmente se separaron porque Lucy había perdido la confianza en él.
"Fui tan estúpida ¿Y si estaba diciendo la verdad? ¿Por qué he perdido tanto tiempo?", pensó.
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Golpeó el volante con rabia y luego apoyó la cabeza en él, llorando por todo lo que estaba pasando en ese momento.
Su vida había sido sencilla. Después de la universidad, consiguió un trabajo, compró una casa e incluso tuvo un perro llamado Darwin. La mayor parte de las noches las pasaba relajándose y viendo Netflix. Era cómodo, y le encantaba.
Pero mientras lloraba dentro de su vehículo, tomó una decisión y se dio cuenta. Todavía estaba enamorada de Miguel, y necesitaba que él lo supiera, aunque le pareciera el movimiento más egoísta que podía hacer.
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"Creo que el universo me perdonará por esto", se dijo a sí misma. Volvió a casa, hizo una búsqueda rápida en Facebook y encontró a Miguel. Se dio cuenta de que seguía en la misma ciudad que ella. Pero no sabía a dónde se había mudado, así que se arriesgó y decidió llamar a su madre.
Por suerte, la mujer la recordaba con cariño y le dio su dirección sin problemas. Lucy no se atrevió a preguntar nada más sobre la vida de Miguel en los últimos años. Quería averiguarlo por sí misma. Estaba a punto de tomar las llaves y conducir hasta allí, pero un pensamiento la detuvo.
"¿Qué voy a decir? ¿Cómo lo voy a decir?", se preguntó. De repente, pensó en escribir una carta. Podría escribirlo todo, excepto su diagnóstico. Solo quería que él conociera sus sentimientos. Era la única manera de encontrar la paz ahora que su destino estaba sellado.
Lucy se sentó en la mesa de la cocina durante un rato, desechando varios borradores hasta que finalmente lo escribió todo. "Ahora es perfecto. Esto es todo lo que tengo que decir, pase lo que pase", dijo leyendo la carta por última vez.
La metió en un sobre y volvió a tomar las llaves para ir corriendo a la dirección. Su corazón empezó a acelerarse tras llamar a la puerta. Se puso nerviosa y sonrió cuando la puerta se abrió. Pero su rostro cambió por completo cuando una bonita mujer abrió la puerta.
“¡Oh, Dios mío! Por supuesto, Miguel está casado. ¿En qué estaba pensando?”, pensó.
"¿Hola? ¿Puedo ayudarte? ¿Buscas a alguien?", preguntó la mujer.
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Lucy tuvo que pensar rápidamente porque esta era una idea terrible. ¿Arruinaría su carta la vida de Miguel? ¿Debería huir y olvidarse de esto? No, ella necesitaba que él la tuviera, pasara lo que pasara. Pero no tenía que venir de ella estrictamente.
"Soy una mensajera y tengo esta carta para Miguel Hernández. Esta es su dirección, ¿cierto?" Lucy mintió, tratando de calmarse para parecer más genuina.
"Sí, Miguel vive aquí. Puedo dársela. Gracias", dijo la dama, sonriendo. Tomó el sobre y cerró la puerta.
Finalmente, Lucy soltó un suspiro y comenzó a alejarse. Esperaba que no ocurriera nada terrible entre Miguel y su esposa a causa de sus acciones. A pesar de no verlo, se había quitado un peso de encima. Esta era la decisión correcta para ella.
Mientras caminaba por la calle hacia su coche aparcado, ese era su pensamiento. Pero, de repente, un par de brazos la envolvieron y la detuvieron en su camino. Quiso gritar, pero la voz de Miguel resonó en sus oídos.
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"Hola, tú", dijo él, y su tono de voz la transportó de vuelta a sus días en la universidad y a los hermosos momentos del primer amor. Ella se giró en sus brazos y lo miró con incredulidad.
"Miguel, ¿qué estás haciendo? ¿Qué pasa con tu mujer?".
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"¿Mi mujer? ¿Te refieres a mi prima? Es Sandra. ¿No se conocieron?", respondió él, sorprendiéndola.
Sus ojos se abrieron de par en par mientras negaba con la cabeza y su alivio fue monumental. Miguel no estaba casado. "No, me habría acordado de ella".
"Bueno, es Sandra. Me dio tu carta, pero solo la hojeé antes de tener que salir corriendo a buscarte, pero entendí lo esencial. Entonces, ¿todavía me quieres?", preguntó Miguel, sonriéndole.
Lucy se rio y le devolvió el abrazo, asintiendo con la cabeza mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos. "Sí, te quiero".
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Entraron en la casa y Miguel leyó la carta con más detenimiento. Entonces Lucy tuvo que contarle por qué había escrito la carta, y Miguel se sorprendió al principio. Pero no quería perderla de nuevo. Prometió estar a su lado para cualquier cosa, incluidas más visitas al médico, y Lucy se lo agradeció.
En algún momento, le explicó lo que había sucedido en el pasado con respecto a la otra chica de la graduación, que intentó coquetear con él, pero no tuvo tiempo de rechazarla antes de que Lucy los viera y malinterpretara la situación.
Lucy se alegró de saber lo que realmente había pasado, aunque ya no importaba. Lo único que importaba era que estuvieran juntos todo el tiempo que pudieran. Al final, la mujer murió en su cama con su perro a un lado y Miguel al otro, tomándole la mano.
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¿Qué podemos aprender de esta historia?
- La vida es demasiado corta para arrepentirse: Lucy se dio cuenta de lo que era verdaderamente importante para ella después de su diagnóstico, pero no hay que esperar a algo así para asumir los riesgos y las oportunidades que uno desea.
- No dejes que los malentendidos se interpongan en el camino del amor: Lucy y Miguel se separaron al principio por un simple malentendido, y podrían haber pasado el resto de sus vidas lamentando la pérdida de su relación si no fuera por el diagnóstico de Lucy.
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Este relato está inspirado en la historia de un lector y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.