Abuelo cava en el jardín y encuentra un baúl infantil que no ha sido tocado en 46 años - Historia del día
Un abuelo que disfruta de la jardinería con sus nietos encuentra un baúl de bebé con 46 años de antigüedad mientras excavaba en su jardín. Curioso por saber qué había dentro, rompió la cerradura.
Víctor tenía 72 años y su pasatiempo favorito era cuidar su pequeño jardín en la parte trasera de su casa con sus nietas, Lily y Betty.
Construir el jardín detrás de su casa fue idea de su difunta esposa Georgina, y Víctor la amaba tanto que plantaba nuevas flores allí todos los meses en su memoria.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
Un día, Betty y Lily estaban ayudando a su abuelo a plantar peonías. Beatriz estaba cavando en la tierra con una pequeña pala cuando de repente escuchó un tintineo.
"¡Abuelo! ¡Abuelo!", le gritó a Víctor. "¡No puedo cavar más! ¡Aquí hay algo!".
"Oh, ¿qué hay ahí? ¿Encontraste un tesoro en el jardín del abuelo?", expresó Víctor, y Beatriz sonrió.
"¿Será mucho dinero si es un tesoro, abuelo?", preguntó con curiosidad.
Víctor se echó a reír. "Ya veremos eso, cariño".
El hombre mayor cavó el suelo por completo, pero lo que encontró dentro no era un tesoro. Era un viejo baúl de bebé con los dígitos "1976" grabados en la parte superior. Tenía un candado enorme en el frente.
Víctor rompió el cerrojo con su pala y se sobresaltó al ver botas y ropa de bebé adentro. Estaban perfectamente planchados y en orden, como si nadie los hubiera tocado nunca.
"¿De quién es toda esa ropa y las botas, abuelo?", inquirió Lily.
"Dios mío, no tengo idea, cariño", respondió Víctor, sin saber quién podría haberlo enterrado allí.
Revisando el contenido del cofre, descubrió una hoja de papel adentro. Se había vuelto amarillo y gran parte de la escritura se había desvanecido, pero Víctor sabía a quién pertenecía. Reconoció el nombre.
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Era un documento que contenía los registros médicos de la mejor amiga de Georgina, Silvia. Según los registros, había perdido a su hijo en 1976.
Víctor no tenía ni idea de que algo tan desafortunado le había pasado a Silvia. Lo que lo desconcertó, aún más, fue por qué el cofre estaba enterrado en su jardín. Había varias preguntas para las que quería respuestas, así que decidió buscar a la amiga de su mujer y le pidió ayuda a un detective.
Pasaron casi dos semanas y el detective no había encontrado nada sobre la mujer. Víctor había comenzado a perder la esperanza de verla alguna vez hasta que el investigador pasó por su casa temprano una mañana. Le informó que había encontrado la dirección de Silvia.
Sin más preámbulos, Víctor se dirigió al lugar de su residencia y se encontró con una casa de campo en ruinas. Respiró hondo y llamó a la puerta, y Silvia salió del interior.
"¿Víctor?", exclamó, sorprendida de verlo después de tantos años. Por un breve momento, Víctor no la reconoció. Parecía pálida, débil y desnutrida.
"Ha pasado bastante tiempo, Silvia. ¿Puedo pasar?", preguntó.
Ella asintió levemente y le mostró el camino al interior. Mientras se acomodaba en una silla de madera, Víctor sacó el cofre de su bolso. "Descubrí esto en mi patio trasero hace unas semanas. Estoy seguro de que lo reconoces", dijo.
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Silvia miró el cofre y las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos. Tomó el cofre de Víctor y lo abrazó, y no dejaba de llorar. "¡Oh! Me había olvidado por completo de esto. Oh, mi bebé...", lloró.
"¿Cómo sucedió todo, Silvia?”, preguntó Víctor, preocupado por ella. "No tenía idea de que el cofre estaba enterrado en mi jardín. ¿Georgina lo sabía?".
Silvia negó con la cabeza. "Lo dejé allí en secreto por mi esposo. Cambió drásticamente cuando perdimos a nuestro hijo. Quería tirar las pertenencias de mi bebé, que había comprado con tanto amor. ¿Cómo podría considerar tirarlas?”.
"Sabía que estarían a salvo contigo y con Georgina, así que un día enterré el cofre detrás de tu casa. Pero como me sentía avergonzada, nunca les dije nada a ambos. Ahora que Pablo ya no está vivo... Puedo conservarlo conmigo. Muchas gracias, Víctor. ¡Gracias!".
Víctor ocultó sus lágrimas frente a Silvia cuando salió de su casa ese día, pero en el fondo, se sentía muy mal por ella. Podía ver que todavía no había superado su pasado.
Desde entonces, comenzó a visitar su casa en secreto y a plantar flores en su jardín. Una mañana, Silvia quedó sorprendida al ver su patio lleno de flores. No podía creerlo. Entonces vio a Víctor sonriendo junto a los girasoles y supo quién estaba detrás de ese bello regalo.
Silvia le devolvió la sonrisa y, en el fondo, podía sentir que ahora estaba preparada para un nuevo comienzo. Gracias a Víctor y su hermoso jardín, pudo superar su pasado. Se deshizo de las pertenencias de su bebé y siguió adelante con su vida.
Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- Se necesita tiempo para superar el duelo, pero debes dejar atrás el pasado: Silvia había pasado por muchas cosas en su vida, pero su reencuentro con Víctor, la ayudó a seguir adelante.
- Un pequeño gesto puede cambiar la vida de alguien: El hermoso jardín que Víctor plantó para Silvia le dio la esperanza de una nueva vida y decidió avanzar y olvidar el dolor del pasado.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.