Compañeros se burlan de niño pobre hasta su discurso del Día del Padre: van a su casa al día siguiente - Historia del día
Sus compañeros de clase se burlaban de él en la escuela porque no socializaba con ellos. Pero todo cambió después de que escucharon su discurso en el Día del Padre.
Pablo Hernández era despreciado constantemente por sus compañeros porque no se comunicaba con ellos. Se burlaban de él, y lo llamaban “monstruo" y "loco".
Él nunca tomaba represalias en respuesta a sus insultos para evitar meterse en problemas, pero los niños confundían su silencio con debilidad y se burlaban de él, diciendo: “¡Miren! ‘Pablo el loco’ nos está ignorando otra vez”.
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Pablo tenía 10 años y para él era difícil no hacer caso a la humillación constante, pero hacía lo mejor que podía. Nunca se quejaba con nadie sobre el ridículo que enfrentaba, creyendo que los niños fuertes no deberían estar constantemente quejándose de cualquier cosa.
Pero un día, todo cambió...
El día del padre, la escuela de Pablo organizó un evento al que se invitó a todos los alumnos, junto con sus representantes, a dar un discurso sobre sus padres.
Cuando todos llegaron y comenzó la ceremonia, los compañeros del niño se giraron para mirarlo y notaron que estaba solo. Al ver que su papá no había llegado a la función, se rieron de él. Pablo se sintió terrible, pero no les dijo nada. Sin embargo, los niños no se detuvieron ahí.
Cuando finalmente fue el turno de Pablo para hablar, sus compañeros le hicieron muecas, le dieron un pulgar hacia abajo y le dijeron “perdedor”. Pero el niño los ignoró, mantuvo la calma y comenzó su discurso.
“Buenas tardes a todos”, dijo. “Lamentablemente, mi papá no pudo venir aquí hoy, pero solo quiero agradecerle...”.
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Cuando Pablo dijo eso, los niños se rieron. “¡Incluso tu padre te odia! ¡Por eso no vino, perdedor!” gritó uno de los estudiantes, y los ojos del chico se llenaron de lágrimas.
“¡Silencio, silencio, todos!”, gritó la maestra a los estudiantes antes de enfrentar al niño. “Por favor continúa con tu discurso. No te volverán a interrumpir”.
“Gracias, señorita”, respondió. Luego comenzó a compartir la historia de su padre que los niños nunca habían escuchado antes.
“¡Mi padre es el mejor papá del mundo! Me ama y yo también lo amo, no solo porque es un buen papá, ¡sino porque es mi héroe! Es bombero y salva vidas. Lo extraño cuando él no está en casa, pero estoy orgulloso de él porque está ayudando a mucha gente”.
“Su trabajo es desafiante, pero nunca se da por vencido. A veces se va temprano en la mañana y regresa tarde en la noche. No está en casa para ayudar a mamá, así que yo tengo que ayudarla en la casa...”.
Pablo agregó que su padre se había lesionado recientemente la pierna mientras rescataba a una familia de un incendio y lo habían colocado en reposo en cama.
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Como resultado, no pudo asistir al evento y él ahora tenía deberes adicionales sobre sus hombros. Pablo dijo que tenía que ayudar a su madre con la jardinería y las tareas que su papá solía realizar.
Agregó que se sentía muy mal cuando sus compañeros de clase se burlaban de él por no salir con ellos, pero que no tenía tiempo para eso porque regresaba rápidamente a casa desde la escuela para ayudar a su mamá y papá.
“Y…”, logró terminar antes de estallar en lágrimas. “Solo quería agradecerle a papá nuevamente por quedarse despierto toda la noche para ayudarme con este discurso. ¡Él es el mejor! ¡TE AMO, PAPÁ!”.
Tan pronto como el chico terminó su discurso, hubo una ronda de aplausos para él. Las miradas de sus compañeros de clase estaban fijas en él, y ya no sentían la necesidad de lanzarle insultos.
De hecho, todos estaban avergonzados por lo que habían hecho, pues se dieron cuenta de que se habían equivocado al ridiculizar a Pablo sin conocer su versión de la historia.
Al día siguiente era fin de semana. El chico estaba en casa ayudando a su mamá cuando escuchó que llamaron a la puerta. Cuando respondió, notó que sus compañeros de clase estaban parados en su porche con herramientas de jardinería.
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“Hola, Pablo”, dijo uno de ellos llamado Sergio. “¿Nos dejas entrar?”.
“¿Qué están haciendo aquí?”, les preguntó el chico, confundido.
“Solo queríamos pedirte perdón”, explicó Sergio. “No deberíamos haber sido malos contigo”.
“Sí, Pablo”, agregó otro niño. “Nos sentimos mal por haberte molestado todo este tiempo. No sabíamos que estabas ayudando a tus padres en casa, por eso no salías con nosotros. Queremos compensarte ayudándolos también. ¿Podemos?”.
Pablo sonrió. Estaba feliz de que sus compañeros de clase finalmente dejaran de sentir aversión por él. “Está bien, chicos”, respondió, sonriendo. “Pueden pasar”.
Ese día, los niños trabajaron juntos en el jardín de Pablo bajo la supervisión de su mamá, Claudia. Incluso lo ayudaron a limpiar su casa.
Cuando terminaron, la mujer les invitó a comer sándwiches, galletas y leche con chocolate. El padre de Pablo, David, les contó varias historias sobre su trabajo de campo y los niños quedaron totalmente enganchados.
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Claudia sabía cuánto había sacrificado Pedro para ayudarla a ella y a David, y estaba encantada de verlo con los niños. Cuando los chicos se iban, les pidió que lo visitaran cuando quisieran.
A partir de ese día, el niño nunca volvió a ser objeto de burlas en la escuela. Además, se hizo amigo de un gran grupo de niños.
¿Qué podemos aprender de esta historia?
- No juzgues a nadie antes de conocer su historia completa. Los compañeros de clase de Pablo se burlaban de él porque no interactuaba ni pasaba tiempo con ellos. Cuando supieron que no podía hacerlo porque necesitaba ayudar a sus padres, todos se arrepintieron y le pidieron disculpas.
- Los niños también pueden ser crueles a veces. Si Pablo no hubiera contado su versión de la historia, los otros niños habrían seguido burlándose de él. Afortunadamente, se dieron cuenta de su error y se hicieron amigos de él.
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