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Un niño con una mochila | Foto: Shutterstock
Un niño con una mochila | Foto: Shutterstock

Madre soltera de tres hijos es despedida de su trabajo: su hijo menor visita a su exjefe para defenderla - Historia del día

Guadalupe Campos
02 ago 2022
21:00

Una madre soltera de tres hijos es despedida por llegar tarde al trabajo. Al verla angustiada, su hijo de 11 años decide tomar cartas en el asunto y hablar con su exjefe.

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Adrián estaba echado en un sofá de la sala, viendo su programa de televisión favorito. Hubiera sido más común encontrarlo jugando con amiguitos en el parque a esa hora, pero hacía mucho calor y optó por quedarse en casa.

Una vecina jubilada, la señora Marisa, los cuidaba a él y a sus dos hermanos, Maya y Hugo, mientras su madre, Helena, estaba ausente. Le había dado una deliciosa limonada cuando regresó a casa de la escuela. Estaba bebiéndola, absorto en la compleja trama de un animé, cuando la puerta principal se abrió.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Helena había llegado antes de lo habitual, pero no le preguntó a Adrián cómo le había ido el día en la escuela ni pareció reconocer su presencia en el sofá como siempre lo hacía. En cambio, se fue directamente a su habitación y cerró la puerta con llave.

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Marisa estaba en la cocina y la escuchó. "Qué temprano que volvió hoy. ¿Se sentirá bien?", se preguntó la señora.

Llamó a la puerta de Helen. "Helena, ¿todo bien? Ya que has vuelto, me iré ahora. Pero si necesitas algo, cualquier cosa, recuerda que puedes pedirme".

Helena entreabrió la puerta. La señora Marisa notó que traía los ojos hinchados y rojos. "Por favor, perdona, nada más necesito estar un poco sola. Sí, claro, descansa. No sabes lo mucho que aprecio tu ayuda, Marisa, qué sería de nosotros sin ti".

"Oh, vamos, tus niños son un encanto, moriría de aburrimiento sin ellos", le dijo la señora con una sonrisa. "Pero lo digo en serio, si puedo ayudarte en algo más o necesitas un poco de cariño de abuela, estoy en el apartamento de al lado, ¿sabes? Y te me cuidas".

Helena asintió y se retiró a su cama, escondiendo su rostro en sus manos y haciendo todo lo posible para no llorar.

Adrián estaba absorto con su programa hasta que se dio cuenta de que su madre no estaba bien. Cuando la señora Marisa se fue, corrió a la habitación de Helen.

"¿Mamá?", preguntó Adrián. "¿Estás bien? Por favor, no llores", agregó, dándole un abrazo.

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"Lo siento mucho, Adrián", susurró. "Soy una madre terrible. Terrible..."

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

"¡Para nada, mamá!", objetó Adrián. "¡Eres la mejor mamá! ¿Por qué dices eso?".

"Me despidieron, ya no tengo trabajo. No sé cómo voy a pagar las facturas. Necesito preparar el desayuno temprano en la mañana, dejarte en la parada del autobús, encargarme de las compras y mucho más, y es por eso que llegué tarde al trabajo. ¡No lo pensaron dos veces antes de despedirme por eso!", continuó.

"No te preocupes; estarás bien. Nosotros estaremos bien", prometió Adrián, abrazándola.

Al día siguiente después de la escuela, Adrián no se dirigió a casa. En cambio, decidió ir a la oficina de su madre y hablar con su jefe. Quiso entrar por la puerta principal del complejo de oficinas, pero dos guardias lo detuvieron en la entrada.

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"¿Adónde crees que vas, nene?", lo bloqueó uno de ellos, con una sonrisa condescendiente.

"Es urgente. Tengo que hablar con el jefe de mi mamá", explicó.

"¿No sabes que a los niños no se les permite entrar aquí? ¿Tu madre está dentro de la oficina? Puedo llamarla...".

"¡No, no está aquí!" respondió el chico, de mal humor. "Y es por eso que necesito hablar con su jefe. Vamos, déjenme entrar".

Los guardias dudaban y se miraban incómodos. Entonces se escuchó una voz: "¿Qué pasa acá? ¿Y el niño ese quién es?".

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Era el señor Mitchell, el CEO de la compañía, que acababa de dejar su coche caro en manos de un empleado para que lo estacionara. "¿Qué pasa aquí?", reiteró.

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Los guardias le informaron de toda la situación y el Sr. Mitchell asintió con atención. Entonces se volvió hacia Adrián. "Hola, soy el dueño de esta empresa. Me llamo Andrew Mitchell. ¿Te gustaría hablar en mi oficina? No podemos tener charlas así afuera en la calle", sugirió.

"Sí, por favor" respondió Adrián.

El señor Mitchell lo acompañó y le indicó adónde ir.

Le pidió a su secretaria que trajera una chocolatada de la cafetería para el chico y lo invitó a sentarse. "Mire, mi mamá no sabe que estoy aquí, y se enojará si se entera de que no estoy en la escuela, así que tengo algo de prisa", explicó. "¿Podemos ir rápido al grano?".

El Sr. Mitchell sonrió. "Claro, claro. ¿Entonces de qué querías hablar?".

"Mi nombre es Adrián, y el nombre de mi madre es Helen", comenzó Adrián. "Ayer la despidieron de su trabajo, aunque no hizo nada malo. Solo llegó un poco tarde a su puesto. Lo sé, lo sé, eso no está bien, ¡pero incluso yo llego tarde a la escuela a veces! ¡No pueden ser tan duros con ella!", remarcó.

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Y siguió: "Mi madre es muy trabajadora y tiene muchas cosas que hacer todos los días. Tengo dos hermanos menores, y ella se ocupa de todas nuestras necesidades sin importar lo ocupada que esté. Lloró a mares cuando la despidieron. Mamá se merece algo mejor que eso. ¿No puede usted devolverle su empleo, por favor? Dice que no puede pagar nuestras cuentas de otra manera. Entenderá que es un asunto muy serio", concluyó.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

El Sr. Mitchell escuchó atentamente a Adrián y asintió, enternecido por la ingenuidad del niño. "¿Ese es el problema, Adrián? ¿Tu madre necesita que le devuelvan su trabajo?".

Adrián asintió. "Sí. Sé que parece que la defiendo solo porque es mi mamá y la quiero. O sea, entiendo que no puedes llegar tarde al trabajo, yo tampoco puedo llegar a la escuela cuando me parece. Pero por favor, perdónela. Puedo prometer que ayudaré a mamá en la casa para que no vuelva a llegar tarde. A eso me puedo comprometer personalmente".

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El Sr. Mitchell asintió. "Está bien, estudiaré el caso. Puedes irte. Si quieres, puedo pedirle al chofer de la empresa que te lleve a la escuela, así no llegas tú tan tarde".

"Vine en bicicleta y no es lejos, llegaré bien, pero gracias", dijo el niño, y se marchó.

Obviamente, a la escuela llegó tarde. Pero su registro de asistencias era impecable, así que la portera solo supuso que el niño habría tenido algún problema con su bicicleta y lo dejó pasar corriendo sin hacer preguntas.

La jornada escolar se le hizo eterna. Cuando finalmente volvió a casa, notó que su madre hablaba por teléfono y sonreía. Lo vio entrar en la casa, dio un rápido agradecimiento y colgó.

"Mamá, qué..." llegó a decir Adrián. Helena lo abrazó con fuerza.

"¡Oh, me han devuelto el trabajo, mi amor! Y eso no es todo. ¡Me han ascendido! Ya no tenemos nada de lo que preocuparnos".

Adrián sonrió, agradeciendo al Sr. Mitchell para sus adentros. "Felicitaciones, mamá", le dijo.

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Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: Pexels

Al día siguiente, cuando Helena regresó al trabajo, el Sr. Mitchell le hizo una visita. "¿Puedo entrar?" preguntó, llamando a la puerta de su oficina.

"Sí, claro, señor" respondió ella, levantándose de su asiento.

"Has criado bien a tu hijo, Helen", dijo. "Es un verdadero caballero que siempre está dispuesto a proteger a su madre. Si hubiera sabido tu situación, nunca habría permitido que te despidieran. ¿Sabes lo que hizo tu hijito?".

"¿Qué...? No, no entiendo" respondió Helen, confundida.

Así que el Sr. Mitchell explicó cómo Adrián lo había conocido el día anterior y lo convenció de que la contratara de nuevo. Y después de escuchar toda la historia, Helena tenía lágrimas en los ojos.

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Sin embargo, ninguno de ellos sabía la verdadera razón por la que el Sr. Mitchell había recontratado a Helen. Es que el señor Mitchell podía empatizar muy bien con Adrián: alguna vez, en su infancia, había estado en sus zapatos.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Las acciones de nuestros hijos reflejan la crianza que les damos. A Adrián se le enseñó que uno debe cuidar a las personas que ama, por lo que cuando vio a Helena angustiada por su trabajo, hizo todo lo que estaba a su alcance para ayudarla.
  • Un verdadero jefe es alguien que no solo guía a sus empleados, sino que también se preocupa por ellos. El Sr. Mitchell era un hombre generoso que simpatizaba con la difícil situación de Adrián, ya que él también había enfrentado esos problemas de niño.

Comparte esta historia con tus amistades. Podría alegrarles el día y serles de inspiración.

Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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