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Niño viendo una torta | Foto: Flickr/Marufish
Niño viendo una torta | Foto: Flickr/Marufish

Anciano organiza fiesta de cumpleaños para el hijo de madre militar, un bus lleno de soldados llega a su finca después - Historia del día

Mayra Pérez
15 sept 2022
18:00

Cuando un granjero vio que un pequeño lloraba porque nadie celebraría su cumpleaños, decidió usar su escaso dinero para organizarle una fiesta. Días después, un autobús lleno de soldados le dio la mejor sorpresa de su vida.

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“Oye, niño. ¿Por qué estás llorando?”, preguntó el señor Carlos mientras se acercaba al porche de su vecina. Había estado afuera, regando algunas de sus plantas, cuando vio al niño, Max, llorando en los escalones.

El niño sollozó con tristeza, se secó las lágrimas con el dorso de los brazos y miró al hombre mayor. “Mi mamá no estará aquí para mi cumpleaños mañana, y mi papá está demasiado ocupado”, respondió el niño. Su labio inferior temblaba.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

El señor Carlos asintió y movió su bastón en el suelo. No le quedaba familia, así que sabía lo que era pasar los cumpleaños solo. Un niño pequeño con dos padres no debería estar llorando en el porche, aunque entendía la situación de la madre.

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La madre de Max era militar activa y actualmente estaba asignada a una misión en el otro extremo del país. Nadie sabía cuándo regresaría. El padre aparentemente trabajaba desde casa y tristemente apenas le prestaba atención a su hijo.

El señor Carlos se preguntó qué podría hacer por el niño. El hombre de 87 años no tenía dinero, ya que su granja llevaba dos años sin producir. No podía contratar trabajadores y estaba muy mayor para hacerlo por sí mismo. Pero tuvo una idea.

“¿Por qué no vienes a mi casa mañana y celebramos tu cumpleaños juntos?”, dijo con voz suave, y la mirada de asombro y gratitud en los ojos de Max le partió el corazón.

“¿De verdad? ¡Gracias!”, dijo el niño. Se levantó de los escalones del porche y se limpió el resto de las lágrimas de su rostro. “¿Qué haremos?”.

“A ver, ¿cuántos años cumplirás mañana?”, preguntó el anciano, y Max levantó la mano, mostrando todos sus dedos: “¡Cinco!”, exclamó con orgullo y comenzó a saltar en su lugar. “¿Qué haremos?”.

“Es una sorpresa”, respondió el señor Carlos misteriosamente y comenzó a alejarse. “¡Ven temprano mañana!”.

“¡Sí, señor!”.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Al día siguiente, Max llamó a la puerta del vecino a las 7 de la mañana, y el anciano granjero abrió, sosteniendo globos en su mano libre.

“¡Feliz cumpleaños, Max!”, dijo, con más entusiasmo de lo habitual.

El dulce niño brincó feliz y comenzó a aplaudir cuando el señor Carlos lo invitó a pasar. Había un gran pastel de chocolate en la mesa de la cocina con cinco velas ya encendidas y corrió hacia él.

El señor Carlos lo siguió lentamente con su bastón y comenzó a cantar “Cumpleaños feliz”, y le dijo al niño: “Pide un deseo”.

Max juntó las manos en oración y cerró los ojos. Después de unos segundos, sopló las velas y aplaudió.

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“Esta es la sorpresa que pude prepararte”, se disculpó el señor Carlos mientras tomaba algunos platos para el pastel.

Max dijo con entusiasmo: “¡Es genial!”. Y el viejo granjero sonrió.

El señor Carlos había usado lo último de su dinero del mes para comprar el pastel y los globos. No podía permitirse nada más para el niño, pero no quería que pasara el día sin algún tipo de celebración, por lo que planeó algunas actividades.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Jugaron serpientes y escaleras, parchís, y el señor Carlos comenzó a enseñarle a jugar ajedrez. Pasaron el día juntos y el anciano le contó que ya no podía trabajar en su granja.

“¡Yo puedo ayudar!”, dijo Max. El hombre mayor le agradeció, y le explicó que necesitaba de adultos fuertes para hacer todas las labores. El pequeño asintió pensativo.

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El niño se fue cuando se puso el sol y prometió visitarlo pronto para encontrar una solución a su problema de la granja, lo que solo hizo sonreír al señor Carlos.

Días después, el señor Carlos vio llegar a la madre de Max, Fiona. Se sintió feliz mientras observaba a través de la ventana como ella abrazaba al niño con fuerza.

***

Unos días después, el señor Carlos estaba leyendo un libro cuando el fuerte sonido de la bocina lo sobresaltó. Era extraño, porque su calle estaba bastante tranquila y nadie hacía ruido.

Tomó su bastón y caminó hacia la ventana, solo para ver un autobús del ejército afuera y decenas de soldados que se bajaban.

“La madre de Max debe estar teniendo una reunión con sus amigos”, murmuró. Pero entonces Fiona levantó la vista, lo miró y lo saludó con una gran sonrisa. Le hizo un gesto para que bajara.

Confundido, el señor Carlos bajó tan rápido como pudo por las escaleras. Al abrir su puerta, los soldados reunidos afuera gritaron: “¡Sorpresa!”. Max estaba entre ellos, saltando.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

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“¿Qué está pasando?”, preguntó el viejo granjero, y sus ojos se abrieron cuando vio las herramientas en sus manos.

“Señor Carlos, Max me contó lo que hizo por él en su cumpleaños”, dijo Fiona. “Primero, gracias por eso. Segundo, quisiera recompensarlo”. Fiona volvió a mirar a sus compañeros del ejército. “¡Vamos todos a trabajar!”.

Los soldados rodearon la granja y comenzaron a organizarse en la tierra del señor Carlos. Algunos de ellos fueron a su granero por las herramientas y maquinaria más pesadas.

El señor Carlos estaba congelado en su lugar, pero no los detuvo. Se maravilló de cómo trabajaban tan rápido. Max también estaba corriendo tratando de ayudar.

Algún tiempo después, Fiona se acercó al señor Carlos y le preguntó si estaba bien. También explicó que muchos de sus compañeros venían de pueblos agrícolas como ese y que ya sabían cómo manejar todo el equipo.

“Así es como nos unimos durante nuestro servicio”, reveló.

El viejo granjero sonrió y su pecho se hinchó, pero nunca dejaría que la joven madre lo viera llorar. “Gracias”, respiró en voz baja. No había palabras para describir lo que significaba ese momento para él.

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Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

“No sé si será suficiente, pero mis amigos me dijeron que tenían conexiones, y creo que uno podría encontrar un comprador para la granja o un inversionista. Alguien que la mantenga en marcha de alguna manera”, agregó Fiona.

Aunque le dolía pensar en eso, el señor Carlos sabía que era la mejor idea. Volvió a agradecer a la mujer y Fiona negó con la cabeza.

“No me agradezca. Estuvo ahí para mi hijo cuando yo no podía, y cuando mi esposo... no estaba”, dijo, deteniéndose por un momento, y el anciano granjero pudo ver la ira apenas oculta en sus ojos.

Sin poder evitarlo, el hombre dijo en voz muy baja: “No deberías estar con ese hombre”.

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“Oh, llamé a mi abogado esta mañana y mi plan es mudarme con Max”, agregó con una sonrisa.

“Bien”, respondió el viejo granjero y no dijo más mientras veían a todos trabajar tan duro para restaurar su tierra.

Unos meses más tarde, alguien compró la granja del señor Carlos y él se mudó a una instalación asistida. Al principio, Max lo visitaba con frecuencia, pero pronto se mudó con su madre a otra ciudad. Se mantuvieron en contacto hasta la partida del anciano.

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

Imagen con fines ilustrativos | Foto: Pexels

¿Qué podemos aprender de esta historia?

  • Si tienes el poder de hacer algo bueno por otra persona, no lo dudes: El señor Carlos no tenía mucho, pero hizo que el cumpleaños de un niño pequeño fuera realmente especial y recibió la misma amabilidad a cambio.
  • Los niños necesitan a su alrededor personas que se ocupen de su bienestar: El pequeño Max pensaba que nadie celebraría su cumpleaños, a pesar de estar bajo el cuidado de su padre y lloraba amargamente por eso. Con pocas cosas, su vecino logró darle un día especial.
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Este relato está inspirado en la vida cotidiana de nuestros lectores y ha sido escrito por un redactor profesional. Cualquier parecido con nombres o ubicaciones reales es pura coincidencia. Todas las imágenes mostradas son exclusivamente de carácter ilustrativo. Comparte tu historia con nosotros, podría cambiar la vida de alguien. Si deseas compartir tu historia, envíala a info@amomama.com.

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